Capítulo 30

416 34 6
                                    

╰┈➤ ❝ [Una Cruel Verdad] ❞

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

╰┈➤ ❝ [Una Cruel Verdad] ❞

–Imita mis movimientos, inhala –Mattheo me mira esperando una reacción de mí parte, algo que no llega –Layla, necesito que respires.

Pero no puedo centrarme en eso, no con su rostro en ese estado.

No había prestado atención cuando llegó pero ahora, al tenerlo a escasos centímetros, no puedo ignorar los moretones violetas en sus ojos juntos a grandes bolsas negras debajo.

Tampoco puedo ignorar la sangre que emana de su nariz y mucho menos los cortes que se hacen presentes en sus cejas y labios. 

–¿Qué…? –En cuanto logro conjurar esa frase un ataque de tos me invade provocando que cierre los ojos tratando de luchar con el vacío. 

–Mirame –No hago caso a sus palabras, es por eso que me toma de la barbilla y me levanta el rostro –Preciosa, necesito que me mires –Hay tantas cosas confusas entre nosotros que no sé qué hacer, abro los ojos de un arrebato en cuanto escucho un golpe provenir de la puerta –Concéntrate en mí, solo somos nosotros dos en el mundo ¿De acuerdo? -Asiento mientras que las lágrimas se resbalan por mis mejillas, necesito aire –Vas a seguir mis movimientos, tú puedes hacerlo. 

Empieza inhalando de forma tranquila y pacífica, quiero imitarlo pero termino ahogándome con mi propia tos.

Sin embargo, no deja que me rinda ante eso.

Vuelve a realizar el mismo movimiento varias veces hasta que logro regularizar mi respiración, puedo verlo recuperar su tranquilidad sin apartar ni una centimetro la mueca de preocupación en su rostro. 

–¿Cómo lo supiste? –Murmuro con un hilo de voz.

Es una pregunta que recibe como respuesta un llanto desolado.

No pasan ni dos minutos de escucharme cuando se aparta de mi lado y se abraza las piernas para empezar a soltar sollozos desgarradores. 

Mantiene su espalda pegada a la pared mientras que un fuerte temblor se apodera de él.

No puedo evitar mirarlo con confusión, hace unos segundos yo era la que se ahogaba en su propio mar de lágrimas.

Ahora es él quién no logra detener su angustia.

No puedo evitar recordar el día en que amanecí en enfermería luego de haberme ahogado en el lago, ese día parece un chiste en comparación a cómo está ahora.

–Perdoname.

Y en cuanto levanta la cabeza para mirarme, caigo en cuenta de lo que está pasando.

Sus ojos inyectados en sangre me demuestran que esto va más allá de lo que acaba de suceder, algo mucho más grave y terrorífico lo azotó. 

–¿De qué estás hablando? –Vuelve a esconderse entre sus brazos y es entonces cuando me arrastro hasta él para obligarlo a mantener contacto visual –¿Qué pasó? 

En Busca De Tus LatidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora