Capítulo 12-Mi responsabilidad

24 3 0
                                    

    Trato de concentrarme en las clases, pero no puedo parar de observar la nota ¿Quiénes son los siguientes? ¿Quizás se refiere a Albert y Jeremy? ¿A lo mejor de verdad está Paul detrás de todo esto y contrató a alguien para que nos enviase esta amenaza? Aunque es imposible, él no sabe dónde trabajo, solamente Albert.

    Me paso las horas teorizando en cómo es posible que supieran dónde trabajo. No lo entiendo... Todo esto me está superando. Debo tener la mente fría en esto.

    Las clases se terminan y busco desesperadamente a Albert, empujando con cuidado a la gente abriéndome paso.
    Entrando en sus clases, veo que sigue en el ordenador. Me acerco y me siento a su lado y él se saca los auriculares.
   ― ¿Qué pasa Jake? ―me pregunta preocupado.
   ―Creo que alguien nos ha debido espiar ―contesto mostrándole el papel.
    Lo lee moviendo los labios y con el ceño fruncido.
   ―Debe de ser alguien que quiera asustarte-
   ― ¿Con un traje de payaso para que no sepa su aspecto real gracias al maquillaje? ―le indico recordando la situación.
    Albert simplemente se encoge de hombros, pasándome el papel.
   ―No digo que no dude de ti, pero el imaginar que nos están siguiendo por algo que no hemos cometido, lo hace escalofriante ¿no crees? ―se cruza de brazos, casi molesto― Siento que simplemente juegan contigo, te tienen en la mira por haber entrado en esa página web y seguro que están controlándote para que no digas nada.
   ―Ya, gracias por el aviso ―contesto con sarcasmo.
    No es casualidad que tanto pinchasen mi moto como la nota sea por pura coincidencia. Si estoy siendo vigilado por haber entrado en esa maldita web, no creo que vaya a poder tener una vida tranquila entonces hasta que no terminemos Sally y yo con esta investigación.
   <<Espero que encuentre algo útil en la cuenta de Bianca.>>
   ―Oye ¿vamos a comer y nos olvidamos de esto? ―Al me saca de mis pensamientos y le miro, un poco distraído.
   ―Yo ya he comido antes.
   ―Ah, vale.
   ―Pero puedo acompañarte-
   ―No, está bien ―se estira en la silla, y sonríe―. Seguro que tienes cosas que hacer ―se levanta cogiendo la mochila y me da golpes en el hombro―. Nos vemos más tarde.
    Asiento, sintiéndome un poco mal.
   ― ¡Jake! Qué bien que estás aquí ―el profesor de programación me llama― ¿Tienes un momento para enseñarles lo que es la profesionalidad a estos alumnos?
    Mi ego se alimenta de esas palabras y acepto.

    Muchas veces el profesor Singh me ha pedido que me pase por sus clases, pero es que yo ya sé todo lo que tengo que saber, simplemente me aburriría estando sentado y haciendo lo mismo que en el trabajo, pero con gente mucho más lenta que yo. Sin ofender a Albert, pero si no siguen mi ritmo, siento que pierdo el tiempo.
    Les ayudo a corregir algunos errores y a cómo pueden mejorar los códigos. Solamente que mis secretos para hacer un programa perfecto me los guardo.

    Me invitan a comer tras terminar de ayudarles, pero lo rechazo. Sabiendo que lo rechacé con Al, irme con otras personas sería de ser mal amigo.

    Siento que todos mis días se han vuelto más rutinarios que antes. El secuestro de Katherine nos ha quitado esa libertad de sentirnos seguros por las calles sin que pueda haber rumores por todas partes. Y tras este mensaje, siento que debo de estar más atento a mi alrededor.
    Cuando conduzco hasta casa, la sensación de que me están siguiendo sigue en mi cuerpo, así que intento dar varios rodeos para perder a quien fuera que me siguiera ¿o quizás solo estaba siendo paranoico?
    Tras un par de vueltas por la ciudad, decidí poner rumbo al piso, sintiéndome mejor. Seguro.

    Nada más entrar en mi cuarto, me derrumbo en la cama. Noto mi cuerpo nervioso. No entiendo por qué a Al no le ha parecido para tanto la situación ¿Acaso no ve que podrían ir a por él? ¿Qué estamos en la lista de un loco?
    Decidido, me levanto de la cama y voy directo al ordenador, no rindiéndome en poder encontrar de nuevo esa página o cualquier rastro de ella. No pienso rendirme.

ContrarrelojDonde viven las historias. Descúbrelo ahora