Capítulo 14-Hermanos

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    Compramos bolsas de patatas, bolitas de queso, gominolas antes de ir al hospital abandonado. A Albert le recordó cuando éramos adolescentes y lo comprábamos para irnos al parque de skate. Para mí, el irnos a ese lugar, era alejarme de una casa en la que me sentía agobiado y como no, por culpa de Alice, acosado. Había gente de todas las edades haciendo trucos, competiciones, y bueno, quizás practicaba un poco los saltos en el aire mientras los skaters venían hacia mí. Era una época en la que los momentos malos se olvidaban con la adrenalina, ver el mundo del revés al saltar me hacía verlo todo diferente.
    Pensándolo ahora, se veía un poco ridículo el cómo eso me emocionaba. Ahora echo de menos esos momentos en los que no tenía tanta presión sobre mí, olvidando por un instante mis problemas.

    Llegamos al edificio, lleno de pintadas por fuera y las puertas de la entrada rota. El terreno está descuidado, lleno de hierba alta y flores silvestres.
    Sacamos de la guantera la bolsa y guardamos los cascos, dejando también las mochilas en el suelo. El lugar se veía desierto, no parece que nadie viene aquí. Al menos eso es una suerte.
   ―Sí, un lugar perfecto para que me mates ―Albert se coloca al hombro la bolsa― ¿Me dejas escribir una última carta a mis padres?
   ―Deja de decir tonterías y entra ya ―le doy un pequeño empujón para evitar tirarlo al suelo.
    Él se ríe y comienza a caminar a la puerta.
    El interior estaba lleno de polvo y de nuevo, pintadas. Todas parecían viejas por el desgaste de la pared, incluso las latas del suelo y papeles de comida que hacía años que no veía ¿y es a este lugar donde Sally venía? Puede que sea porque no la conozco bien, pero me resulta raro imaginarme a una chica aquí con la suciedad que hay aquí.
   ―Dime ¿Quién te ha hablado de este lugar? ―me pregunta Albert iluminando con su móvil por las zonas oscura― Nunca te oí hablar de este lugar.
   ―Sally me dijo que venía a este lugar con su amigo.
   ―Ya, con su amigo ―suelta una risa tras arrastrar la palabra 'amigo'―. Nuestra hermana pequeña tiene novio.
   ―No lo sé, tampoco voy a preguntarle su vida privada de esa forma ―contesto buscando la señal que indique la subida a la azotea―, sería raro si le preguntase si tiene novio ¿no crees?
   ―Cierto, tampoco queremos asustarla, ya es suficiente que esté metida en todo esto ―se pone a mi altura y le miro― ¿Crees que esto la afectará? Quiero decir ¿Cómo lleva el investigar todo lo que hacéis?
   ―Al principio estaba asustada por la muñeca, pero le alivia estar lejos ―contesto también calmado de que no esté en la ciudad. Logro ver por fin la puerta y le hago una señal―. Vamos, toca subir.
   ―Ugh, ¿pero has visto que son cinco pisos?
   ―No te quejes y vamos.
   ―No te quejes y vamos.
    Le escucho quejarse de nuevo y nuestras pisadas hacen eco por las escaleras. Intento ir con cuidado para evitar tropezarme por toda la suciedad que hay por el suelo. No me atrevería a subir corriendo las escaleras en este lugar.

    Varios minutos después, llegamos al último piso. Compruebo la puerta y se abre con facilidad. No hace ni si quiera ruido de tener las bisagras oxidadas ni se atasca. Se abre por completo.
    Entrecierro un poco los ojos cuando los rayos del sol de la tarde me dan en la cara. Intento acostumbrarme tras haber estado a oscuras un par de segundos.
    Logro ver la ciudad desde lejos y los coches pasar por la carretera. No es que sea más alto que el edificio al que escalé, pero es perfecto para tener unas buenas vistas.
   ―Pues no está mal el lugar ―comenta Albert, con una voz de sorpresa.
   ―Vamos a sentarnos.
   ― ¿Dónde? ¿Te refieres al borde? ―hago un sonido de asentir y le oigo suspirar― A veces tu valentía me da miedo.
   ―No da tanto miedo como parece ―comento sin mucha importancia.
   ―Claro, porque estás acostumbrado a ponerte a escalar por toda la ciudad.
   ―Y tú también podrías hacerlo si no lo hubieras dejado por el skate.
   ―Ey, también tengo mi riesgo al montar en skate, tengo que ir con cuidado.
   ―Y sin protección.
   ―Así se aprende.
    Suelto una risa y me siento en el borde de la cornisa. Albert se sienta a mi lado, dejando en el medio la bolsa. Saca una bebida y me la pasa lanzándola. Lo cojo al vuelo y le miro con mala gana, seguro que lo ha hecho para que se caiga al vacío, pero no sabe que tengo buenos reflejos.
    Al abrir una de las bolsas pequeñas, el olor de las patatas fritas penetra a la fuerza por los orificios de mi nariz, trayéndome esos recuerdos de nuevo de mi adolescencia por el ambiente en que estamos tan familiar.
   —Solo falta personas chillando y riendo, música rap de fondo y ya sería como los viejos tiempos —Albert suena como un viejo diciendo esas palabras, lo que hace que me ría—. Pero no creo que me has traído aquí para recordar viejos tiempos —dice con la boca llena.
   —Ambos necesitamos alejarnos de todo lo que está pasando —contesto antes de comer una patata también—. Y después de lo de hoy, casi nos delatas con lo que estamos haciendo, investigar esa página web.
    Albert suspira, dejando la bolsa a su lado. Se echa un poco hacia atrás, mirando hacia delante.
   —Me echaron del trabajo cuando empezaron a acusarme de que yo podría haber sido el asesino de Bianca —su voz suena ronca, como si estuviera a punto de llorar. Me quedo mirándolo sorprendido, dado que siempre me había dicho que se iba a trabajar muchas veces—. He intentado encontrar un trabajo nuevo, pero todos me rechazaban por esas malditas acusaciones. Así que, la mayoría de las veces llegaba tarde porque las pasaba en el parque de skate tras esas mierdas de entrevistas —mientras habla, coge una pequeña piedra y la tira al suelo, con rabia—. También está el acoso a mis padres de parte de los periodistas por mi culpa. Todo ha ido como la mierda desde que Bianca apareció muerta... Pero no la culpo a ella, si no a mí. Porque soy al final demasiado confiado con la gente.
   —¿Por qué no me dijiste nada? —dejo la bolsa también a un lado y apoyo en una rodilla el brazo, mirándole preocupado.
   —Porque tú estabas sufriendo el que hayan secuestrado a Katherine-
   —Pero tú eres mi mejor amigo, Al —me mira a la cara tras decir esas palabras—, estás cosas no puedes guardártelas solamente porque pienses que yo lo estoy pasando mal. Sufría también por las falsas acusaciones que te hacían, pero saber que te echaron...
   —Da igual, encontraré algo mejor —se encoge de hombros y toma de su bebida—. Míranos Hablando de nuestros sentimientos-
   —No trates de desviar el tema.
    Suelta una risa floja, dándole vueltas a la lata.
   —Perdona —dice secamente—, supongo que... no sé, ya las cosas iban como una mierda como para decírtelo y cuando estabas ocupado investigando, pensé que no hacía falta, porque te vi animado de nuevo —me mira con una sonrisa—. Estabas también raro antes de todo lo ocurrido, como si no fueras tú —supongo que se refiere al tiempo que había pasado encontrándome mal cuando dejé de hablar con mi hermana poco a poco. Mi humor cambió bastante, lo admito. Ni si quiera a él le conté la verdad—. Pero me alegra verte de nuevo como antes. Quizás por eso tampoco quería molestarte con mis problemas.
    Quizás para él no debe de significar nada, pero mi punto de vista es totalmente distinto. Sustituir a tu hermana por una copia solo porque ya no te sientes solo no es algo de lo que me sienta orgulloso. Pero es cierto, me alegro volver a tener a alguien a quien pueda poder llamar "hermana pequeña", pero eso no llena el vacío de saber que estoy de nuevo solo y sin familia.

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