Capítulo 13- ''El peso sobre mis hombros''

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    Trato de arreglar el programa de localización, mientras, Albert se pasa dando vueltas por el cuarto, haciendo que sus pasos se escuchen con fuerza.
    El ruido que hace me molesta y hace que me desconcentre. Aprieto con fuerza los ojos y me giro en la silla, frunciendo el ceño.
   ― ¿Quieres parar? Me molestan tus pasos ―mi voz suena cansada, pero mi mente está activa.
   ―Perdona, pero es que estás tardando demasiado ―responde sentándose en la cama.
   ―Pues lo siento, pero nunca me había topado con algo así ―me doy la vuelta de nuevo, regresando a escribir―, ni en mi trabajo ¿Y si te vas ya a la cama? Yo estaré ocupado toda la noche.
   ― ¿Me avisarás si sucede algo?
   ―Sí, sí ―suelto el aire cargado que tenía en el pecho por todo lo que estoy soportando.
    Escucho cómo se levanta de mi cama y por el rabillo del ojo, veo que sale del cuarto. Ahora mismo no puedo con distracciones si quiero avanzar en esto.

    El código de mi programa no es el mismo que uso en las oficinas, no me está permitido usarlo si no es para el trabajo. Pero no me queda otra que modificarlo si quiero poder encontrar la señal ¿lograrán detectarlo? Es una de las mayores protecciones que tenemos, si logran romper la protección, estaré jodido. Y Katherine muerta.
   Hago todo lo que puedo, tratando de mejorarlo. Sé que soy bueno, pero... Creo que cambiar los códigos y querer que un programa que ya estaba funcionando puede que se retrase en la búsqueda ¿Cuánto puedo tardar? Tendré incluso que trabajarlo en la universidad.
    Intento mantenerme despierto pasando la mano por mi cara, intentando no quedarme dormido. Voy a tener que adelantar también el encuentro con el señor Beinh si voy a estar ocupado con esto.
    ―Y las preguntas que le quiero hacer a Sally ―murmuro sin apartar la vista del ordenador―. Una semana... Nos queda una semana. Tenemos que hacer algo.
    Espero que ella también logre ver algo importante en todo lo que Bianca estaba investigando ¿Sabrán que Sally la ha seguido? No, no puede ser, su cuenta seguía en Twitter, así que quiere decir que no sabían de su existencia, pero alguien debió de estar vigilándola porque debió de cometer un falló y saber que ella iba detrás de ese grupo ¿pero cómo? ¿Quizás preguntaba demasiado? Y como nosotros, la vigilaron.
    Son las mismas preguntas que antes pero más interesado, porque dudo que le contase algo a Katherine. Así que es cierto, ella debió de ver cómo devolvían a Bianca muerta al apartamento ¿y eso por qué? ¿Para qué dejarla que la encontrase muerta en su piso?
   ―Supongo que gente enferma, viendo la clase de personas que había en ese directo, no me extrañaría que alguien lo pidiera el devolverla, como un sádico pensamiento de... ―un escalofrío me recorre por la espalda, son pensamientos de un psicópata y no quiero pensarlo. Me enferma de que existan personas así.

    A las seis dejé de trabajar con el programa y dormí un poco hasta la hora de levantarme. Envié un mensaje al señor Beinh para vernos y escribí una nota a Albert diciéndole que desayunaba fuera.

    Espero en la cafetería, con el portátil en la mochila preparado para continuar con el programa.
    El señor Beinh entra y me saluda mientras se acerca. Me levanto de la silla, estrechándole la mano.
   ―Me alegro de que aceptases Jacob ―me dice sentándose en la silla―. Aunque me sorprende que fuera tan pronto.
   ―Disculpe si esto le retrasa en el trabajo Aaron, pero yo también tengo el día ocupado y es ahora cuando puedo quedar con usted ―contesto rápidamente, mientras nos traen los cafés―, también me he permitido pedir por usted, espero que no le moleste que sea el mismo que el mío.
   ―No, no me molesta, no te preocupes ―mira al camarero dándole las gracias y luego me mira. Tiene los mismos ojos cansados que yo o incluso más. Espero que mi cabeza no se caiga en la mesa por no haber dormido lo suficiente―. Seguramente te preguntas por qué quiero hablar contigo.
   ―Pues la verdad es que sí ―doy un sorbo a mi café. Me reconforta el aroma y el sabor al menos―, no creo que haya hecho algo sospechoso para querer hablar conmigo.
   ―No, no es porque sospeche de ti.
    Junta sus manos por encima de la mesa, mirando hacia abajo. Es como si estuviera preparando para saber qué decir. O puede que ya tenga el discurso.

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