Capítulo 7- Cuatro es multitud

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    Tal y como el mensaje había llegado a mi bandeja de entrada, había desapareció. Lo había programado para que estuviera un tiempo en pantalla, lo máximo como para que me diera tiempo a leerlo y a que desapareciera.
    Me olvido por completo de lo que tenía que hacer, para acordarme de lo mal que lo debía de estar pasando Katherine en este momento. Pero ¿Mil euros? ¿Habían empezado con una suma tan alta de verdad? Quizás para que me sea difícil poner dinero en rescatarla, porque ya me lo había gastado todo en la moto, la última adquisición que me compré.
   ― ¿Estoy pensando en la moto cuando ella está en peligro? ―me pregunto aterrorizado por mis propios pensamientos.
    Aunque el caso era, que estaba intentando mantener la calma, sé que si actúo con imprudencia, quizás podía ser un peligro para Katherine.
   ―Jake ¿ya has llamado? ―Albert entra en el cuarto, mirándome preocupado. Ya se ha vestido.
    Me humedezco los labios nervioso. No lo había hecho por culpa de ese maldito email.
   ―Ahora llamo ―contesto nervioso.
   ― ¿Qué ha pasado? ―me pregunta preocupado.
   ―Luego te cuento ―me coloco el móvil en la oreja, comenzando a escuchar el tono de teléfono.
    Albert asiente y se marcha cabizbajo.

    Ojalá poder hacer algo más por él.

    La policía llega en un par de minutos, con el agente Connors al mando.
    Bajamos a la calle para ver otra vez esas palabras en el edificio. Albert tenía una mano en la boca, como si se controlase en hablar. Yo simplemente veía cómo el agente Connors miraba la fachada y su equipo preguntaba a los vecinos cercanos que se acercaban, mientras que otros habían entrado al edificio a preguntar.
   ―Pensaba que no vendrían ―digo siendo sincero al agente―, quiero decir... Se supone que somos los sospechosos, no esperaba a que nos ayudase.
   ―Sospechosos o no, me gusta tenerlo todo bajo mi punto de vista ―me contesta mientras no aleja la mirada del edificio―. Si lo han escrito tan grande, claramente es para que todos lo sepan, quieren humillarle. Pero... ―chasquea la lengua, poniendo los brazos en jarra― Es increíble que algo así no haya sido alertado ―gira un poco la cabeza y mira a Albert―. Esperemos que haya algo en las cámaras de seguridad de la calle, así que no te preocupes, Albert ―me sorprende que le hable de manera amistosa. Me pregunto si lo hace a modo de ganarse confianza y que confesemos.

    Había leído cosas del señor Connors, como que era uno de los mejores policías y que su equipo era excelente. Aunque últimamente, tanto él y como otros investigadores policiales habían sido sospechosos de hacer algo inmoral: El rumor de una investigadora ''especial'' habían hecho saltar las alarmas hasta haber llegado al ministerio de justicia gracias a un periodista ofreciendo información que una fuente misteriosa. Desde entonces, todos los policías estaban siendo investigados con lupa. Aunque eso a mí poco me interesaba, no le prestaba mucha atención porque no formaba parte de mi trabajo.
   ― ¿No sería arriesgado para usted ayudarnos de esta forma? ―pregunto, un poco curioso― Quiero decir ¿no le da miedo ayudar a un par de ''monstruos'' como nosotros?
   ―He visto a verdaderos monstruos a lo largo de mi vida, vosotros sois unos corderitos a su lado ―suelta una risa y no sé si ofenderme por ese apodo―, además, seguro que mi hija me mataría si no os ayudo a demostrar vuestra inocencia a parte de buscar al secuestrador de Katherine.
   ―Tiene entonces una hija bastante dura ―intento bromear, aunque veo que me he pasado en mostrar cercanía con él―. Lo siento, no quería meterme.
   ―No te preocupes ―vuelve la vista a la fachada, murmurando―. No sabes cuánto lo es...
    Hago caso omiso de su respuesta, pensando que no debo meterme mucho.
    Regreso al lado de Albert, que no aparta la mirada del edificio. Su expresión es demasiado dura como para saber que no parece el de siempre.
   ―Será mejor que te saltes hoy la clase ―le sugiero, viendo lo tenso que está.
   ― ¿Y darles la razón por esto? ―me pregunta, señalando el edificio― Esto es acojonante, no hay nada que demuestre que he sido yo y en cambio, tengo que ser yo el que se quede en casa mientras que el verdadero asesino anda suelto ―comienza a gesticular deprisa, nervioso.
   ―No es darles la razón, es quedarte a salvo por hoy ―respondo a su pregunta―, quién sabe si piensan también en agredirte después de hacerte la pintada.
   ―Joder... Esto es increíble ―se va alejando hasta llegar a la puerta del edificio, entrando junto con un golpe.
    Ojalá pudiera hacer algo para ayudarle con esto, pero de momento, solamente nos podemos fiar de las investigaciones de una adolescente.

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