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Día 3, mes louji, año 5778

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Día 3, mes louji, año 5778.

Tagta, Zona Noroccidental, Pueblo de Jagne.

Contemplé todo desde la rama donde estaba apostada. El silencio del bosque que podía ser tanto buenas como malas noticias, suponía que el invierno había hecho algo de mella en la resistencia de los anánimos este año. Quizás podría considerarlo suerte, un año en el que podríamos descansar tranquilos de que nuestras reservas de carne no serían un blanco del que preocuparse.

Dejé salir un suspiro por la nariz mientras acariciaba distraídamente el cañón del rifle. Sonreí con el olor ácido de los pinos, el lejano cantar de las aves y los rayos de sol que caían entre las hojas. Como venía siendo costumbre, giré la cabeza hacia un costado, esperando encontrarme con la silenciosa presencia de Darau trepando más alto, como si no pudiera tener suficiente desde donde estaba, pero no había nada más que bosque.

—¿Buscando fantasmas, Pedersen?

«Como te sonrojes, Lisbeth, vas a darle lo que no debes», pensé y suponía que había fracasado estrepitosamente cuando no pude ni mirarlo a los ojos sin sentir que me convertía en una fogata.

—Al menos los fantasmas son eficientes en su trabajo —repliqué, fijando mis ojos en el horizonte. Lo escuché reír por lo bajo, un sonido tan grave como el gruñido de las bestias. Me sorprendía que las ramas soportaran su peso—. ¿Podemos decir lo mismo de tí, Denoy?

—Hasta ahora, no creo haber fallado un tiro.

Abrí la boca y la cerré en cuanto noté la sonrisa de autosuficiencia que tenía. Por supuesto que el muy granuja iba a seguir sacando en casa esa vez. Y no ayudaba que él supiera muy bien por qué había pegado al árbol en lugar del blanco; el comandante Supkum debería haber prohibido el uso de camisetas para entrenar. «Y la entrenadora Supkum también», pensé, sabiendo muy bien que ni siquiera yo misma habría quitado una vista como aquella. Había algo interesante en la anatomía de un soldado como Elmer.

—Estás distraída —comentó, sacándome de las cavilaciones.

—No lo estoy.

—Dímelo cuando no parezca que estás a punto de hiperventilar.

Me abstuve de bufar, por lo que deshice la coleta alta, permitiendo que mi pelo cayera libremente. Casi canté victoria cuando noté que sus ojos seguían el recorrido dorado que acomodaba sobre mi hombro. Sin molestarme mucho en la prolijidad, hice una trenza rápida, atándola al final y volviendo a acomodarme en mi puesto.

Por un momento me pareció escuchar que murmuraba algo similar a "preciosa", pero no iba a encontrar nada que me permitiera confirmar aquello. De todas formas, admitía que el insoportable de al lado tenía algo de razón, por mucho que me negara admitir que mis ojos siempre estaban esperando encontrarlo, extrañaba al palo andante de Darau.

El Legado de Eedu #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora