1 de ramzo a 27 de tepsemierb, año 5779.
Tagta, Zona Norocciendal, Jagne - Montañas Tao, Paso de la Garganta.
Las sombras se alimentan del dolor, del desgarro interno. Aman demasiado el que no puedas levantarte que te siguen hasta que ellas te han unido a su reino.
No me consideraba una mujer que le costara levantarse por las mañanas, pero despertar con Darau abrazándome, sintiendo todo su cuerpo contra el mío y sintiendo su olor, cambiaba un poco la cuestión. Me acomodé mejor, queriendo esconderme para siempre en su pecho, donde las palabras del día anterior no podían alcanzarme.
—¡Morga! —Mi cuerpo reaccionó antes que mi cabeza y empujé a Darau con todas las fuerzas que tenía por el borde de la cama. Lo escuché quejarse, probablemente por el rodillazo que le di sin querer, y luego darse un golpe contra la mesa de luz—. Levántate que... —Los ojos de Sinta pasaron de Darau a mí varias veces antes de que una sonrisa pícara se extendiera por su rostro—. De no ser porque ambos tienen ropa encima, me habría reído muy fuerte. —Sentía mis mejillas arder, seguramente menguando un poco la amenaza que esperaba estar transmitiendo con mis ojos mientras dejaba la cama y me agachaba junto a Darau—. Parece que lo has logrado castrar.
—¿Qué se supone que pa...? —Sahisa se asomó por la puerta. «¿Qué falta? ¿Que me encuentren a punto de tener sexo?», gruñí en mis adentros, intentando no pensar en lo último que había dicho Sinta—. ¿Por qué está él en el piso? ¡¿Por qué está dentro de tu cuarto Morga?!
—¡Cállense y vayan a ocuparse de sus cosas!
—Vamos, dejemos a los tórtolos solos —dijo Sinta. La ventina asintió, simplemente retrocediendo hasta desaparecer de mi vista—. Cualquier cosa, ten en cuenta de que se escucha todo en esta casa —añadió con un guiño antes de irse. Creo que inventé al menos tres nuevos insultos eduanos en menos de un minuto y me volví hacia Darau. Tenía una mano en su cabeza y otra en su entrepierna, encogido en el suelo.
—No quise...
—Descuida —gimoteó con la cara contraída de dolor. Mordí mi labio sin saber qué hiedras hacer—. Pegas más fuerte... de lo que esperaba.
Abrí la boca, queriendo saber si las palabras de Sinta de que había hecho un daño irreparable eran ciertas, pero él se movió un poco, como intentando estirarse. «Puede que eso sea mala suerte, directamente», pensé y me corté el hilo de pensamientos en cuanto la palabra "hijo" flotó en medio de mi cabeza. No estaba en Eedu, aquí podría no tener descendencia y aún así quedarme con Darau, ¿no? «La entrenadora Kadga no tiene hijos y sigue con el mismo hombre.»
—¿Necesitas algo? —pregunté, preparándome para ponerme de pie. Él negó con la cabeza estirando una de sus manos hasta agarrar la mía.
—Aprecio la preocupación... pero creo que... no soy tan fácil... de volver estéril —jadeó, intentando sentarse. En cuanto su espalda estuvo vertical, apoyó la cabeza contra el colchón, dejando a la vista su garganta. «¿Desde cuándo admiro gargantas?» Aparté la mirada y me acomodé a su costado, intentando no dirigir mi mirada hacia abajo.
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El Legado de Eedu #PGP2024
FantasíaLas eduanas vienen esperando por siglos a la enviada prometida por Weined de Fel, aquella que vendría cuando el mundo ya se hubiera reducido a cenizas, envuelta en un fuego verde y que haría que la raza de las eduanas fuera querida por los Nuevos Re...