Amistades nuevas y pequeñas venganzas

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Al día siguiente de lo ocurrido, el mundo de Amity Blight dejó de ser lo que era. La menor de los Blight suspiraba por volver a la escuela. Para así poder ver a Luz. 

Amity había decidido levantarse unos minutos antes de lo acostumbrado y curiosamente, la suerte no estaba a su favor al salir de la cama. Todo empezaría de mal a peor.

Primero con Odalia que no le había preparado su té favorito y por consecuencia estaba de mal humor con su madre. Los gemelos estaban molestos también pero no con su madre, sino con Alador. El señor Blight les había comunicado a sus hijos que no podría llevarlos a la escuela porque tenía que irse al aeropuerto lo más pronto posible. El hombre se veía nervioso, tomaba su café deprisa, de pie junto al refrigerador, estirándose constantemente el cuello de la camisa. Amity se preguntó si su padre había escogido una que le resultaba muy estrecha para él. Su padre era ingeniero y tenía que ir muy a menudo a las obras para supervisarlas. En ocasiones el señor Blight llevaba a sus hijos con él, por lo general en temporada vacacional. Amity había visto tres puentes en cuya construcción había intervenido su padre y Darius, a la menor de la familia le parecía interesante aquella profesión. 

Pero ahora mismo, su padre no parecía estar nada bien. Odalia lo regañó cuando bebió tan rápido el café que acabó por escupirlo por lo caliente que estaba.

—No bebas tan deprisa, Alador —dijo Odalia con tono molesto—, si sigues así solo acabarás por estropear la maravillosa camisa que te regalé la semana pasada. 

Amity dio un sorbo a su té frío mientras observaba a sus padres conversar. 

Cuando todos acabaron de desayunar, Amity tomó con prisa su mochila con toda la intención de desaparecer lo más discretamente posible. Pero en su momento de escape, la menor escuchó un ruido como de algo rompiéndose y al observar lo que era, su rostro cambió a un color rojo que denotaba enfado.

—¡Mi vestido se ha roto! —gritó Amity y todos voltearon a verla boquiabiertos, contemplando a la menor.

—Cariño, tranquila, no pasa nada —la consoló Alador. 

—¡Pero papá, mira! ¡Mira! —Amity le mostró a su padre la parte del vestido que se había roto. 

—Debes cambiarte, hermanita —opinó Edric al ver el profundo hoyo que se había hecho. 

Odalia frunció el ceño al ver a Amity, no la compadeció y en cambio la tomó del brazo y le dijo:

—Ve ahora a cambiarte y deshazte de eso, lo has arruinado. No volveré a regalarte un vestido así en mucho tiempo, Amity Blight. 

Alador murmuró entre dientes: "esto parece un manicomio" antes de ir a enfrentar a su esposa por la forma en que le habló a su hija. Amity se contuvo las ganas de llorar tras escuchar a su madre y corrió hasta su armario. Abrió la puerta y al buscar algo que ponerse, se lamentó aún más, solo quedaban esos viejos pantalones que le quedaban grandes y una blusa descolorida que usaba regularmente para dormir, no le gustaban para nada las nuevas opciones para usar, pero ya era muy tarde para ponerse quisquillosa. Se quitó el vestido y lo dejó sobre el cesto de ropa sucia, seguramente su madre lo tiraría cuando se quedara sola en casa.

Más molesta de lo normal, la menor pasó corriendo por la cocina, sin despedirse. ¡No deseaba ver a nadie! Amity odiaba que su madre fuese así con ella y que nadie la defendiese en el momento, solo hasta después cuando el daño estaba hecho. 

La niña no llegó tan tarde a clase, pero sus compañeros ya estaban esperando el sonido del timbre para entrar al salón. ¿Dónde estaba Luz?, se preguntó Amity. No la veía y para empeorar la situación, Boscha se acercó a ella en cuanto la vio llegar. La Banshee había comenzado a fastidiarla a primera hora. 

EL TIEMPO ENTRE LAS DOS [LUMITY AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora