¿Qué es estar enamorada?

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A veces los adultos les dicen a los niños: "Ustedes no tienen edad para saber lo que es el amor. Hay que ser mayor para saberlo". Eso significa que han olvidado muchas cosas, no tienen ganas de hablar con los niños o se hacen los tontos. Yo recuerdo perfectamente cómo me enamoré por primera vez, fue algo mágico y el tiempo que compartí con esa chica, fue especial de principio a fin, momentos que no regresarán jamás y aunque no estemos juntas ya, la sentiré conmigo y pensaré en ella siempre, pues se ha quedado en mi corazón y el tiempo no podrá borrar el aprecio que le tengo y le tendré hasta el fin de mis días.

Espero disfruten de esta lectura como han disfrutado de las otras historias que les he compartido en estos años. Gracias por leer.

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—Deja de arrugar tu vestido, Amity —dijo Odalia.

Aquella no fue la primera vez que Odalia hacía esa clase de comentarios a su hija más pequeña, pues Amity tenía la mala costumbre de tomar los pliegues de su vestido y arrugarlo cuando se encontraba ansiosa. 

—Lo siento mamá, no sé en qué pensaba —protesta Amity sin intenciones de discutir con su madre. 

—En tal caso, no debió ser tan importante —dice Odalia—. ¡Arrugar tu mejor vestido así nada más! Cada vez te pareces más a tu padre, los dos y su mal hábito de no estar presentables adecuadamente, ya no eres una niña, Amity. ¡Pronto cumplirás diez años!

—Conozco gente que hace lo mismo que yo y tienen más de cincuenta años, mamá —replica ingenuamente Amity. 

—Basta, Amity. Es una orden.

Odalia le da la espalda a su hija y sospecha que Amity se está riendo de ella. A los pocos segundos, se da vuelta otra vez y por accidente vuelca el salero de la mesa en el proceso, causando que Amity ría sin poder ocultarlo. 

—Mira lo que has provocado, Amity Blight... —dice Odalia con molestia. 

Amity estaba por decir algo pero su madre le hace una seña para que se calle, Odalia había perdido la poca paciencia que tenía en esos instantes. 

—Basta de perder el tiempo, Amity, haz tus tareas. Cuando lleguen los gemelos diles que te la revisen. 

Edric y Emira tienen trece años y son los hermanos mayores de Amity. Son los más destacables de la escuela, para desgracia de Amity, pareciese que no les cuesta nada de esfuerzo en ser los primeros de la clase. Sus notas a comparación de sus hermanos suelen ser bastante regulares y Odalia la presiona por ser igual de buena que ellos.

Odalia ahora se apresura, tiene que ir a la consulta de la doctora Lilith Clawthorne donde trabaja por las tardes. 

—Empieza de una vez, Amity —le grita a la niña al marcharse de casa.

La menor de la familia no empieza enseguida con sus deberes. Primero contempla la gigantesca puerta de la entrada. Después va a su habitación y regresa con un libro de una tal bruja Azura, a Amity le gustan las ilustraciones del libro. Hojeado un poco el libro lo deja para poder darle de comer a Ghost, que es su mascota, una gata blanca. Ghost fue un regalo por parte del "tío Darius" que en realidad no era su tío, pero al ser tan cercano a su padre, Alador Blight, todos lo tomaban como tal y a Darius no le molestaba la etiqueta familiar que le habían puesto los gemelos y ella. 
Acabando de atender a Ghost, la Blight lleva su mochila y el libro de matemáticas a la sala, toma el lápiz y el borrador y comienza a soñar despierta. Se quita los zapatos y los deja a un lado, debajo del sofá. Después, por fin, empieza a resolver los problemas. 

La tarea le parece más difícil a Amity que de costumbre. Probablemente porque está al pendiente de otras cosas. 

No le salen las cuentas porque piensa en Luz Noceda. Y se molesta al recordarla. Pero vuelve a pensar en Luz.

Y, en realidad, Amity no quiere pensar en Luz. Preferiría concentrarse en las matemáticas. Solo en eso y nada más.

Cuando los gemelos llegan a casa, Amity no ha terminado siquiera el primer problema. Los gemelos son buenos con Amity, le ayudan gustosamente con la tarea. Y Amity logra acordarse de cómo se resuelven. No eran tan difíciles. Claro que cuando confunde sus pensamientos con Luz Noceda, los cálculos no le salen.

Tan pronto como terminan, Amity pregunta en voz baja:

—Emira, ¿cómo es estar enamorada? 

Emira y Edric que estaban a punto de entrar a su habitación, se detienen, vuelven sobre sus pasos, les causa emoción el asunto de su hermanita y al cabo de un rato preguntan al mismo tiempo:

—¿Estás enamorada, hermanita?

Cuando los gemelos quieren seguir molestando un poco más a su hermana menor, se detienen al ver que Amity se muerde los labios.

Emira se da cuenta de que han hecho mal y le pone una mano sobre el hombro a la pequeña Blight.

—Lo dijimos en broma, Amity. 

—Lo sentimos, hermanita —dice Edric y se une a sus hermanas. 

—¿Perdidamente enamorada? —pregunta Emira con tono serio esta vez.

Amity asiente y no dice nada más. Teme que sus hermanos vuelvan a burlarse de ella.

—¿Lo conocemos? —pregunta esta vez Edric.

—¡No! —dice Amity casi gritando.

—Bien —dice Emira—, cuando estás perdidamente enamorado piensas siempre en ese alguien especial. Es como si te doliera el estómago. 

Lo que decía Emira era cierto. Amity notaba una tensión en el vientre, o en el pecho. Sentía que le dolía todo un poquito. Pensaban que eran manías sin importancia. 

Amity se remueve en la silla y vuelve a tomar los pliegues de su vestido, los gemelos la rodean y la abrazan. Presentían que Amity empezaría a llorar en cualquier momento. 

—Quiero estar sola —dice Amity, recoge sus cosas y se va a su habitación en silencio. Pone un poco de música de fondo a un volumen moderado, lo suficiente bajo para que solo ella pudiese escucharlo. La música comienza a sonar y la acompaña en su soledad, las ganas de llorar la vencen y comienza a derramar lágrimas. ¿Cómo era posible que se hubiese enamorado de una niña? ¿De una emigrante que era tan diferente a ella? 

Le hubiese encantado ir al cuarto de sus hermanos en busca de un poco de consuelo, pero después de lo que Emira le había explicado, ya no podía. Ghost salió de su escondite y acompaña a su ama, Amity la recibe con caricias débiles. 

Los ronroneos de Ghost junto con la música que provenía del tocadiscos, la adormecen, tanto así que termina dormida en el suelo sobre la alfombra afelpada, no es hasta más tarde que despierta gracias a su padre que le avisa que es hora de cenar. 

Alador la regaña un poco por como la encontró, pero en la cabeza de Amity solo se repite una y otra vez la explicación de Emira. No escucha a su padre, ni a su madre cuando llega a casa justo a tiempo para cenar con los demás. El cuerpo de Amity actúa en automático, no participa en ninguna conversación, pues su alma se ha quedado estancado en una sola persona: Luz Noceda, la niña morena emigrante de Latissa.

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EL TIEMPO ENTRE LAS DOS [LUMITY AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora