El tiempo entre las dos

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El señor Blight insistió en dar un paseo de dos horas como mínimo. Darius lo apoyó y los gemelos protestaron un poco. 

—Siempre lo mismo —dijo Emira—, todos recorriendo el campo en fila india. 

Los gemelos preferían quedarse junto al lago. Amity y Luz también. A Darius no le interesaban las disputas familiares, estaba flexionando sus rodillas y disfrutaba del aire puro a su manera. 

Alador no quiso ceder. Todos tuvieron que seguirlo de mal humor.

Con el tiempo se calmaron los ánimos iniciales. Edric tallaba flechas de madera, Emira estaba al pendiente de ayudarlo por sí llegaba a lastimarse. Luz y Amity se distraían escuchando a Darius. El hombre contaba anécdotas sorprendentes. 

La conversación continuó hasta que Amity se atrevió a hacerle una pregunta bastante personal a Darius:

—¿Por qué no te has casado?

Darius observó la espalda de Alador y sabiendo que no podía decirle la verdad a una niña y además hija del hombre que amaba desde hace años, prefirió contestar:

—Porque me da miedo.

A la menor de los Blight la sorprendió aquella respuesta. 

—¿Tú? ¿Miedo...?

Darius se detuvo y clavó en el suelo el bastón de madera que le había hecho Edric. 

—Reflexionen un poco. He tenido una vida bastante activa, ¿cómo alguien podía soportar a un hombre que no ha dejado un instante su trabajo y su vida personal? No pudiese condenar a nadie a convivir conmigo teniendo los objetivos que tengo, por eso he preferido, en fin... —Dejó de hablar, desenclavó el bastón, adoptó una actitud seria por unos instantes, cuando observó que Alador retomó su marcha, recuperó la sonrisa y dijo tranquilamente—: ¿Cómo dice aquél dicho...? ¡Antes de casarse mira bien lo que haces! Y ahora continuemos, niñas, necesito pensar. 

Amity y Luz huyeron de la ira fingida de Darius y se adentraron en el bosque. Mientras recuperaban el aliento, entre la maleza, Amity propuso acortar camino por la orilla del lago. Luz no estaba muy convencida y dijo que prefería seguir a los demás. 

—No saben por qué nos hemos alejado. Nos buscarán. 

—No creo, Luz, pensarán que hemos regresado al punto de inicio. 

Luz la tomó de la mano. 

A la Blight le gustó aquel gesto. Corrieron entre los árboles, tomadas de la mano, y llegaron en seguida a la orilla del lago. No se veía nadie por los alrededores. Sólo unos botes, a lo lejos, Amity se quitó sus zapatos junto con los calcetines, se acercó más al agua y comenzó a chapotear. 

Luz la imitó. Amontonaron ramas secas y construyeron un dique. 

Amity la salpicó de broma y Luz se echó a correr por la orilla del lago. Era tan rápida como la Blight.

Se sentaron con la lengua de fuera en un tronco. Recuperando energías. Escuchaban su respiración entrecortada y los sonoros ruiditos de los pájaros. 

—Estoy toda mojada —dijo Luz.

—Yo también, Luz.

La morena se sacó el vestido por la cabeza y lo puso a secar en una rama. Amity no sabía si quitarse también su vestido. No lograba decidirse. Como se sentía ansiosa y era incapaz de quedarse quieta, se levantó de un salto y entró corriendo en el agua, se mojó de pies a cabeza. 

Se desnudó rápidamente y se metió en el agua. Estaba demasiado fría. "Me estoy haciendo cada vez más pequeña", pensó Amity. 

Luz la observaba maravillada. Después se desnudó también y nadó hasta llegar a ella.

EL TIEMPO ENTRE LAS DOS [LUMITY AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora