Capítulo 21 | Una mala noche

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Capítulo 21
Una mala noche

Nicholas

Lleno la el vaso frente a mí de mi licor favorito en toda la línea de Von Stein. «Schwarze Witwe». No es el Whisky más fuerte, pero por alguna razón no puedo evitar tomarlo cada vez que estoy en una situación así. Frustrado, confundido y estresado.

Entre pensar y pensar en Verónica, y pensar y pensar en qué carajos me pasa estoy cayendo lentamente en la locura. Mis celos queman, arden y pican generándome una sensación incómoda en el pecho que no me da tregua, y a medida de que pasa el tiempo solo se va intensificando.

La idea de alejarme de ella de una vez por todas me martilla la cabeza, pero por alguna razón el solo imaginarlo me genera un rechazo instantáneo y total. Sé que es lo mejor, ya que esa sensación venenosa que me generó ver como el chico Ferrari la tocaba solo puede significar una cosa: debilidad. Verónica sin yo notarlo se había estado metiendo poco a poco entre mis venas, y lo mejor es detenerla ahora que puedo hacerlo...

Pero no quiero, y ese es el maldito problema.

Me tomo el contenido de golpe antes de volver a llenar el vaso, sin poder dejar de repasar su rostro en mi cabeza. Una parte de mí teme haberla asustado con mi reacción hacia mis celos, pero me dije a mí mismo que no iba a ocultarle el como soy, al menos no por completo. Si mis comportamientos la alejan, era lo mejor, y si no... todavía mejor.

No lució asustada cuando la estampé contra el capó de mi auto, sino todo lo contrario. Se vio excitada, y que eso la calentara me la puso tan dura que no pude no cógemela ahí mismo. Tengo el presentimiento de que Verónica no se asusta fácil, y el que sea incluso más explosiva que yo me hace saber que hay algo en ella que simplemente es para mí.

—Conozco esa mirada —habla Ethan con una prostituta en cada pierna, el cuál yace sentado sobre uno de los sillones del casi desolado lugar—. Mujeres, ¿no? son un dolor de bolas.

—No me hables —murmuro, tomando otro trago de mi licor—. Estoy harto de ti.

—¿Porque yo si me casé con una mujer que se comporta de su edad? —se burla.

—Los hombres casados me prenden más —dice la rubia que tiene encima, lamiendo su cuello.

—Él está comprometido —la mira con una sonrisa mientras me señala—. Pero su novia es un fastidio total, ¿no te gustaría alegrar su noche?

—Me encantaría —la chica me sonríe, pero me limito a hacer una mueca de asco para que le quede claro que no tengo intenciones de dejarla tocarme.

—Estoy aburrido —se queja Noah a mi lado, de codos apoyados contra la barra—. ¿Qué estamos haciendo aquí, además de perder el tiempo?

—Esperamos un regalo mágico que tenemos que transportar a Miami para un cumpleañero especial —se deja tocar por ambas mujeres—. Sabes que nuestro trabajo no descansa.

Un regalo mágico llamado tráfico de armas en un idioma disimulado. Era eso u órganos, y yo ni loco iba a arriesgarme a que Verónica, con lo entrometida que es, pudiera cruzarse por casualidad con una de las cavas. Además de que la transportación ilegal no es nuestro trabajo, entonces realmente no deberíamos estar haciendo esto, pero como Ethan hace lo que le da la puta gana, aquí estamos.

Hasta dónde sé, son para unos gangsters de la mafia Cellario: la familia de la esposa de Ethan, próximamente sub jefa de dicho imperio. Se especializan en tráfico y transporte ya sea de armas, drogas u órganos. Personalmente, me impresiona que no hayan agregado la trata de blancas a su negocio, pero Ethan dice que el padre se apega a sus principios, y por eso se han mantenido con las sustancias ilegales.

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