Capítulo 13 | El video

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Capítulo 13
El Video

Finnick

La mansión Ferrari desde hace tiempo dejó de sentirse vacía y desolada.

La llegada de los Smirnov ha marcado un antes y un después en el vacío que dejó en nuestras vidas la muerte de Rebecca. La casa sigue siendo silenciosa, pero hay algo en el ambiente que hace que se sienta menos gris. Menos... sola, y más como era antes, cuando mi hermana todavía estaba alrededor.

Siendo honesto, Milenka ha sido la responsable del aire alegre que se siente por los pasillos. No he interactuado mucho con sus padres o su hermano, pero si con ella. Todos los días desde que llegó hemos tenido incontables conversaciones que nos han hecho progresivamente más cercanos, hasta el punto de atreverme a llamarla mi amiga.

A veces me recuerda a Rebecca, ya que además de que sus nombres suenan similar, en ella veo la misma dulzura e inocencia que emanaba mi hermana. La misma bondad, la misma amabilidad y a veces los mismos gestos. Pasar tiempo con ella evita que me hunda en la mierda que son mis pensamientos, y me ayuda a distraerme de todo lo malo en lo que mis padres me están involucrando.

No puedo quejarme, ya que es el legado que nuestra familia nos dejó a cargo desde la generación de mi abuelo, y al yo ser el mayor de mis primos, me toca aprender a manejar el negocio. Aprendiendo a defenderme, viendo la verdadera cara del mundo, manejando armas, aprendiendo a fabricar droga...

Nunca es fácil involucrarse en los negocios del abajo, pero es mi deber. Por algo Dios me puso en esta familia, y por eso ahora estoy encaminándome para ser el nuevo Capo de los Ferrari.
Soy ambicioso: no por nada soy el número uno en el mundo de las carreras, y es por eso que anhelo llegar más allá y no conformarme con el narcotráfico. Yo quiero más.

Quiero la supremazia de Italia.

Me esperan muchas lágrimas, dolor y sangre por derrramar si quiero que mi apellido resuene por todo el bajo mundo. El primer paso son las buenas amistades, y es por eso que mis padres se me están adelantando al aliarse con los Smirnov. Cada vez estamos más cerca de afianzar nuestros lazos, y más allá de tener simple ansia de poder, mantener mi amistad con Milenka me vendría muy bien, más por motivos personales que profesionales.
Realmente me hace sentir bien.

Giro mi rostro para verla, y me encuentro con sus ojos clavados en su teléfono mientras toma un sorbo de su taza de té. Su cabello platinado está recogido en una coleta que deja su perfecto rostro al descubierto, y lleva puesta una camisa de su hermano que deja al descubierto sus muslos envueltos en medias blancas que la hacen ver adorable.

Es una buena compañía, y objetivamente, una mujer de la que cualquier hombre se enamoraría. Además de ser inteligente, carismática y graciosa, es muy tranquila, pasiva y servicial. Claro que sus encantos solo permiten admirarla, ya que además de verla como a una hermana, mi corazón solo late por cierta chica de ojos grises que no podría cambiar por nada en este mundo.

—Uh —su voz me saca de mis pensamientos cuando apaga su teléfono para mirarme. Sus ojos azules me deslumbran, ya que son lo que más resalta de ella junto a su cabello—. Te tengo buenas noticias.

—Soy todo oídos —le sonrío, prestándole atención.

—¿Recuerdas... el video? —alza una ceja, y yo asiento lentamente—. Pues... ya lo tengo.

El corazón se me detiene. No sé que esperaba que me dijera, pero definitivamente no pensaba que fuera a ser eso.

—¿Hablas en serio? ––me enderezo––. ¿Tan rápido?

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