Eso de odiar no va conmigo

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- Vas a volver a ser tú – alisa su vestido – a perdonar, dar gracias por lo aprendido y continuar con tu vida como si nada hubiera pasado – suspira viéndose al espejo – Aunque por dentro estés rota en mil pedazos, el tiempo sabrá sanarte; el tiempo

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- Vas a volver a ser tú – alisa su vestido – a perdonar, dar gracias por lo aprendido y continuar con tu vida como si nada hubiera pasado – suspira viéndose al espejo – Aunque por dentro estés rota en mil pedazos, el tiempo sabrá sanarte; el tiempo...

El tiempo no ha hecho nada en diez años, ¿qué si no puedo con esto?

Quería perdonar todas las mentiras, porque fue ella quien siguió insistiendo a pesar de que ya le habían dicho todo y es que, eso de odiar no iba con ella. Se creía más fuerte que todas las promesas falsas que le hicieron, pero al parecer, eso no fue así; diez años habían pasados y ella de vez en cuando lloraba, ya no era diario, supongamos que eso era un avance.

- Amiga – toca la puerta antes de adentrarse en la habitación - ¿estás lista?

Ella se encontraba de espaldas a la puerta aun mirándose al espejo. Con la mente dispersa solo asintió con la cabeza; no estaba lista, pero para enfrentar su pasado nunca lo estaría. Esa noche sería la gala de presentación; esa noche era crucial para la investigación, se presentaría ante todos con su nueva identidad y cuando decía a todos, era a todos; nadie debía conocer su verdadera identidad, pero Gaspar lo hizo ¿quién garantiza que alguien más no lo haga? ¿qué él lo haga?

Ya no importaba, ya estaba ahí así que, a montar la farsa, tal y como los Lombardo la montaron un día.

Salieron del edificio a las siete en punto. No estaban muy alejados de donde sería la cena, así que solo les tomó el tiempo que el trafico los detuvo. Cuando llegaron, en el lugar ya se encontraban una serie de personas; ¡Ah! Se me olvidó comentarles, a esa cena solo asistió Marcia y Gaspar, Alba e Iñaki se quedarían en los departamentos para continuar verificando la viabilidad del plan.

La cena era en un jardín, ahí mismo se encontraban algunos socios tanto de Gaspar como de Esteban quien aún no llegaba; Inés, la hermana menor del empresario y Lucrecia, la mayor, ya estaban presentes. No la reconocieron, o por lo menos no de vista porque aún no se acercaba a ellas.

- Al parecer Esteban aun no llega – observa a su alrededor.

- Creo que no – suspira nerviosa.

- ¿Quieres un trago?

- Aun no, no quiero estar alcoholizada cuando me toque presentarme ante Esteban – bromea.

- Entiendo – ríe bajo - ¿te parece si te presento a algunos socios? no trabajaras directamente con ellos, pero de vez en cuando si te tocará comunicarte con ellos.

- Sí está bien, no hay problema.

Esos algunos socios se convirtieron en toda la mesa directiva de la empresa Iglesias, mesa de la cual ahora formaría parte como abogada. En un abrir y cerrar de ojos, ya habían pasado una hora, eran aproximadamente las nueve de la noche y Esteban Lombardo no llegaba. Los nervios habían aumentado de nivel, así que esperarlo sobria ya no era una opción; caminó hasta la barra bajo la atenta mirada de unos hombres que estaban como buitres sobre de ella.

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