Capítulo 15

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Louis me acompaño a tomar el avión, y luego fui yo solo en el viaje con los guardias, las mucamas y los pilotos.

Al llegar a Oslo me esperaba un auto, sabía que había sido enviado ya que traía la bandera de Noruega en el capó de este. Únicamente me subí, y todo lo demás lo dejé en manos de los guardias y las mucamas.

El auto me llevó hasta el palacio de Oslo. Cuando el auto paró mi rostro era de confusión, primero mire por la ventana y luego lo miré al chofer.

— ¿Qué hacemos aquí? — pregunté confundida

— Aquí es donde me pidieron que la trajera, aquí está toda su familia, no hay nadie en el palacio de Skaugum.

Asentí lentamente, volví a mirar por la ventana, y había uno de los guardias que custodian el palacio al lado de la puerta del auto donde yo me encontraba. Noté como el chofer asintió con la cabeza y abrió está puerta.

En cuanto salí, el guardia saludó colocando su mano estirada sobre su frente, esto lo habían hecho siempre, pero ahora se sentía raro. Levanté la mirada y noté otros dos guardias en la puerta, estaba repleto, y supongo que era por el anuncio.

Di unos cuantos pasos más llegando a la puerta, y esos dos guardias abrieron las puertas dándome pase a entrar. Vi unos cuantos servidores del palacio ahí, y cuando me vieron solo se quedaron perplejos, hasta que uno de ellos habló.

— Su alteza real —. Dijo uno de ellos. Algo recorrió mi cuerpo al escuchar eso, ese tratamiento era únicamente de mi padre y de Ingrid —. La están esperando en la oficina del rey, permítame acompañarla.

Quedé mínimos segundos observándolo hasta que reaccione, asentí levemente, me sentía incapaz de pronunciar palabra algunas. De todas maneras yo solo lo seguí.

En el momento que llegamos había un guardia custodiando la puerta de la oficina de mi abuelo. El servidor le explico al guardia lo que pasaba, le dio permiso, tocó la puerta hasta que la abrieron. Yo al lado del servidor, no noté sorpresa de nadie al verme, estaba toda mi familia ahí y el primer ministro de Noruega.

— Majestad — hablo el servidor dirigiéndose a mi abuelo —, ya llegó la princesa

— Gracias, puedes retirarte — respondió él —, y todos espérenme afuera, voy a hablar con ______

— Pero su majestad, el protocolo di... — el señor Jonas, el primer ministro intentó hablar, pero mi abuelo lo interrumpió

— Tú sabes que en momentos como este el protocolo no me importa mucho — arqueó sus cejas. Levantó su mano hacia la puerta haciendo que todos salgan de ahí, me coloqué a un lado para evitar palabras con alguien y cuando todos salen cierran la puerta de ahí, quedándome parada frente a mi abuelo —. ¿Qué pasa? ¿Por qué te quedas ahí?... En este momento no eres la princesa y yo el rey, en este momento — recalcó y repitió eso — somos abuelo y nieta

— Abuelo... — lo observé con tristeza

— Siéntate — señalo la silla delante de su escritorio. Mientras me iba acercando él dijo —. Siempre te has vestido muy bien, eso lo heredaste de la abuela — sonrió orgulloso —, pero estás arreglada — levantó sus cejas. Yo traía botas negras largas hasta abajo de la rodilla, medias negras transparente, falda negra, suéter gris, abrigo negro, poco de maquillaje y el cabello muy bien arreglado — ¿Te cambiaste para venir?

— Fui a conocer a la familia de Louis — comenté

— Gran paso — respondió con una pequeña sonrisa

— Abuelo tú sabes porque estoy aquí... Y porque necesito una explicación — crucé mis brazos —. Pudieron haberse esperado hasta que yo conteste sus mensajes ¿No?

— Eso quería tu papá — suspiró pesado —, yo decidí que no esperen

— ¿Por qué? — fruncí el ceño

— Si te soy sincero — bajó su mirada hacia las hojas que tenía sobre la mesa y luego volvió a mirarme —, yo ya sabía que esto iba a pasar

— ¿De qué hablas? — pregunté confundida — ¿Esto ya tiene tiempo... O cómo?

— Yo sabía que esto iba a pasar desde el día que tú naciste — confesó. Nos quedamos en silencio ambos, intenté hablar pero él me ganó la palabra —. Te explico, yo en ti vi más potencial que en cualquiera de tus hermanos, incluso más que en tu papá

— No digas eso... — sentía mis ojos querer llorar

— ¿Por qué crees que siempre di la orden que te manden al colegio de Suiza y al internado de Gales? — me miró cuestionado —, O dime por qué piensas que te mandaba a los eventos con Ingrid, por qué siempre quería que me acompañes a los eventos, acá o en el extranjero, quería que te empapes de la experiencia, todas las cosas que mandaban a Ingrid a hacer... Tú sola tomabas la iniciativa de apoyar, con lo de UNICEF Noruega, Save the Children Norway y WWF Noruega —. tomó aire y siguió —. Cuando te regalé el parque con tu nombre por ejemplo — ambos no pudimos contenernos en reír un poco — a Ingrid y a Sverre les regalé una parte... A ti te regalé el parque entero

— Fue un regalo de bautismo abuelo — sonreí sin despegar mis labios —, no recuerdo nada de ese momento

— Tal vez no, pero si recuerdas todas las obras que hiciste ahí con las personas... Tú lo tienes todo

— Abuelo, no — negué con la cabeza —, yo no puedo, no estoy preparada — suspiré —, Ingrid sí

— Tú estás más que lista — contradijo —, pero tú piensas que no porque has crecido pensando que Ingrid siempre va a ser la que va a tener el lugar que ahora quien lo tiene eres tú... Como te digo, yo siempre di orden que a ti te den otra educación para que seas la mejor... Y no me equivoqué — negó unas cuantas veces con la cabeza —, hasta los ocho años que estudiaste aquí en Noruega, siempre fuiste una estudiante excelente, y aún más cuando te mandé a Suiza, mantuviste tus calificaciones, fuiste al internado de Gales, y te graduaste con honores — sonrió orgulloso — ¿Y sabes cuando me di cuenta que en serio tenías capacidad de hallar soluciones rápidas? — me observó unos segundos y yo solo alcé mis hombros en señal que no sabía —. ¿Recuerdas el atentado de Oslo?

Asentí — Donde murió mi tío, el hermano de mi mamá — bajé mi mirada — claro que lo voy a recordar

— Bueno, si mal no recuerdo tenías cuatro años, ibas a cumplir cinco — suspiró —, habían pasado unos meses, estabas conmigo, aquí mismo — dijo refiriéndose a su oficina —, leíste uno de los papeles, recién aprendías a leer — rio levemente —, el atentado no tenía nada que ver  con lo que leíste, era otro tema aislado, yo estaba estresado con lo que había pasado, que no me había percatado de ese papel, y me dijiste que tú harías algo... Que realmente era una buena respuesta

— Abuelo, tenía casi cinco años, pude haber dicho cualquier tontería — bufé

— No... Porque yo luego lo pensé, y habían partes que mejorar, pero en un ochenta por ciento que estaba bien, tú lo tienes todo

— No... In... — interrumpió

— Ingrid lo hacía por deber, tú lo hacías porque en serio querías... Esa es la diferencia, ¿Por qué crees que te diseñe un escudo de armas para ti cuando eras pequeña, un estandarte y mira — me entregó un papel que contenía un monograma —, un monograma real

— ¿Para qué? — pregunté confundida

— Para cuando empieces a firmar documentos oficiales.

The Crown || Louis PartridgeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora