𝗗𝗢 𝗜 𝗪𝗔𝗡𝗡𝗔 𝗞𝗡𝗢𝗪?, Esteban Kukuriczka

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- Cagaron, gurises. Esta cama es mía. - murmura Fran, casi dormido, al vernos parados en la puerta, mirándolo con las cejas alzadas.

El silencio reinó durante unos segundos en la habitación, lo único que se podía escuchar era la respiración tranquila de Fran, el cuál parecía estar casi dormido.

Estaba tan metida en mis pensamientos, que no escuché como Esteban me hablaba.

- Rubia. Ey. Miráme. - llegue a escuchar, ya que se había parado frente a mí y, con dos de sus dedos, había alzado mi mandíbula, hasta que mis ojos chocaron con los suyos.

- Estás bien? - preguntó, con una mirada preocupada, al verme tan distraída.

Sus ojos, esos ojos cafés...estaban tan calmos, que hasta me transmitieron el sentimiento.

No sé en que momento mi corazón empezó a latir tan rápido.

Asentí con la cabeza, mirándolo a los ojos, antes de tragar grueso.

- Sí, es solo que...me fuí por un momento. - expliqué, intentando regular mi respiración.

- Escúchame, voy a dormir en el sillón de la sala. Mañana podemos hablar con Fra- dijo, hasta que yo, tomando su muñeca, negué con la cabeza.

- No, no tienes por qué. Podemos dormir juntos, si a tí no te molesta, claro. - dije, aún mirándolo a los ojos, viendo si había algún atisbo de incomodidad.

No la hay.

- Sabes que no me molesta. Yo lo decía por tí. - dijo, colocando un mechón de mi pelo detrás de mi oreja.

- A mí tampoco. - dije, esbozando una sonrisa sincera.

- Bien, vamos a prepararnos, mañana ordenamos la ropa. - dice, antes de separarse de mí e ir a uno de los baños.

Largué todo el aire que no sabía que tenía retenido hasta el momento, y luego, me propuse sacar mi pijama de mi valija, para luego entrar al otro baño y cambiarme.

Mi pijama consistía en una remera grande vieja y un bóxer.

Cuando ya terminé, salí de ahí y fuí directamente a la habitación.

Al entrar, pude ver como Esteban, ya cambiado, le estaba quitando los zapatos a Fran, para luego arroparlo y que esté calentito.

Sonreí ante tal imagen, sacándoles una foto para guardarla como recuerdo de nuestra primer noche.

Me giré, mirando como la cabaña, a pesar de ser chiquita, era bastante estética.

Por lo cuál, también le saqué una foto a la entrada del cuarto.

Pude sentir la prescencia de Esteban detrás mío, mirando la foto que sacaba.

- Vamos, rubia. Es hora de dormir. - susurró Esteban, apagando las luces de la habitación y acostándose del lado de la pared de la cama.

Yo, puse mi teléfono a cargar, para luego acostarme junto a él.

Que frío que hace, la puta madre.