Capitulo 102

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David Gallardo
En el hipódromo

Iván y yo terminamos de transportar dos cuadros que he pintado en el rancho. Son dos paisajes, y la verdad es que se parecen bastante a las pinturas de Claud Monet. Colocamos los cuadros de manera a que no se caigan, tal comos están los otros.

"¿Cuantos más faltan?" Iván me pregunta, mirando a su alrededor. Hay aquí cerca de 30 obras, todas hechas por mí durante estos 6 meses.

"Estos dos son los últimos." Yo le respondo, mirando mi trabajo.

Las pinturas se centran en cosas que me transmiten paz y tranquilidad, y por ende, cosas que amo. Hay una pintura de mis hermanos, otra de Soledad, una de Juana y Tomás, una de Alma cuando estaba chiquita, otra de Verónica, otra de vários paisajes, de mis papás, una que hice de Samuel y Beatriz y la cual contó con la aprobación de la difunta. También hay una de Empe, la cual pinté esta segunda vez que estuvimos juntos. Me quedo mirándola así mis ojos caen en ella.

"¿Qué pasa?" Iván me pregunta curioso.

"No sé si deba agregar ese cuadro a la exposición." Yo le respondo honestamente.

"¿Y porqué no?" él pregunta confuso.

"Pues porque es Emperatriz y no quiero faltarle al respeto mostrándole el cuadro al mundo sin su consentimiento." yo explico.

"David, ¿acaso ella te ha pedido tu consentimiento para lanzar sus canciones?" Iván me pregunta, colocando una mano en mi hombro.

"No." yo respondo. "Pero esto es distinto, Iván. Solo quien la conoce a ella o a mi puede adivinar que las canciones son sobre mi. Y en esta situación aunque no conozcas su vida personal, sabes que es ella. En este momento todo el mundo la conoce, además ella creció aquí en el hipódromo. No quiero empeorar las cosas."

"Pues sí, en eso tienes razón." Iván me dice. "¿Crees que todavía le importas?"

"No sé. Ni ha respondido a los mensajes que le envié y ahora que es famosa debe de estar tan ocupada que talvez ni se acuerda de mi." yo le digo a mi amigo.

"Bueno, tú tampoco eres un don nadie. Eres un muy buen estudiante de arte, la gente está empezando a reconocer tu trabajo como pintor y eres dueño de una de las galerías de arte más importantes del estado." Él me dice.

"¿Qué quieres decir con eso?" Yo pregunto sin saber a qué se refiere.

"Me refiero a que puedes pedir al agente de la galería, que por consecuencia es el tuyo, que contacten a Empe para pedirle su consentimiento. Estoy seguro que tendrás una respuesta muy pronto." él me aconseja.

"Tienes razón ¿eh? Esa es una muy buena idea." Yo le digo, sonriendo de oreja a oreja.

"Aunque bueno, si te vas a París es probable que se reconcilien primero." él me dice sonriente.

"Ojalá así sea." Yo digo.

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De noche
En el rancho Alcázar
David Gallardo

Después de ver a Isadora irse del rancho, yo y Flávio nos fuimos rápidamente hacia la sala donde estaba Arturo.

"¿Qué pasó con Isadora, carnal? Acabamos de verla salir." yo pregunto bastante curioso.

"Sí y no traía buena cara." Flávio dice. "¿No me digas que le tuviste que poner un freno porque la yegua se desbocó?"

"Esta vez distinto, carnales." Arturo nos responde. "Se me declaró."

"¿Como?" Flávio pregunta.

"Lo que oyes." Arturo dice.

"No puedo creerlo." yo digo.

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