Capítulo 16

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Paso un mes desde entonces, ahora realmente comenzaba tu cuenta regresiva.

Regresar a la ciudad por las buenas iba a ser un desafío pero tampoco importaba mucho volver, querías seguir viajando mientras aun tuvieras el año de vida.

O eso te hubiera gustado decir si no hubieras sido secuestrada por los monstruos con alas que amablemente te confundieron con comida y ahora te llevaban a su nido en este momento.

Tenías que hacer algo antes de llegar pero estabas a muchos pies de altura y no calcular la caída podría ser peor.

Viste humo a lo lejos, no entendías el porqué, nadie estaba tan loco como para viajar tan lejos, ni siquiera las colonias.

Pero ahí estaba un campamento de chicos que estaban pasándola bien.

Sin previo aviso la parvada comenzó a descender en picada a los viajeros.

—¡Cuidado!

Gritaste con desesperación, no por ellos era por ti que seguramente terminarías en el piso aplastada.

Antes de tocar el piso un disparo derribó al ave qué te llevaba en la pata, no provenía de ellos porque ninguno llevaba aun arma y eso hizo que un escalofrió recorriera todo tu cuerpo.

Apenas lograste ponerte en pie tosiendo el polvo que habías tragado por el impacto, al menos habías salido lo suficientemente ilesa.

Los chicos estaban peleando contra el resto a lo que simplemente te comenzaste a alejar hasta que uno de ellos te atrapó por el hombro jalando tu cuerpo hacia atrás protegiéndote.

Estabas dentro del círculo de seguridad de los chicos, eran unos seis chicos en total.

Tus ojos buscaron una vía de escape.

Pero fue tarde.

Disparos desde varios ángulos dieron a los monstruos terminando con ellos.

El sonido de una maquinaria comenzó a resonar, conocías de dónde provenía.

Una gran nave piloteada apareció frete a ustedes.

Soldados descendieron comenzando a rodearlos sin armas, frente a ustedes apareció una cabellera negra que conocías.

—¿Quieren ir a la ciudad? Verdad Uróboros.

Por fin volteaste a ver con detenimiento a los jóvenes que te rodeaban, ropajes de keves y agnus combatiendo juntos recordando por un momento su nombre, era seguro que ellos eran quienes salvaban a las colonias del reloj.

Volviste tu mirada a Mónica quien te sonrió con cierta tristeza.

Dudaste por unos segundos para comenzar a caminar en sentido contrario cuando una figura conocida se paró frente a ti.

Shania se detuvo justo frente a ti con una mirada que no supiste saber si era odio o tristeza.

—No te puedes ir.

Fue una orden como soldado, tragaste fuerte pero no peleaste, aun tenías la capa en la cabeza así que la ajustaste.

—No vengo con ellos, solo fue un mal momento de encuentro.

Antes de comenzar a caminar escuchaste la voz de Mónica.

—Terminaste tu misión, ¿no es cierto? Hay muchas cosas que han pasado...

Volviste la mirada a Shania que parecía seria y sin vida, ya no quedaba rastro de aquella joven sonriente que conociste.

Sí, algo había pasado y extrañamente eso te dio miedo.

—Además de ustedes Uróboros, Vandham les contó sobre la ciudad, nosotros podemos guiarlos, pueden llevarme como su rehén si así lo desean pero antes deben ponerse esto.

Los soldados se acercaron a los jóvenes ofreciendo un parche el cual nunca necesitaste.

—Es un inhibidor para el iris, no es bueno que los cónsules nos atrapen ahora.

Tu cicatriz había cerrado no era bonita pero al menos ya no te daba vergüenza mostrarla.

Te quitaste la capa dejando ver tu marca, tu cabello creció desde la última vez que viste a Mónica quien te sonrió agradecida.

Todos comenzaron a caminar sin decir nada, no deseabas preguntar pero ahí estaba tu boca moviéndose antes que tu cabeza pensara fríamente.

—¿Qué ha pasado todo este tiempo?

Shania iba delante de guiando al resto mientras que ibas a un lado con Mónica quien te miro triste.

—Vandham murió hace no mucho en una misión.

Te detuviste en seco mirándola con sorpresa, todos los demás se detuvieron también contemplándolas.

—Dices que Vandham murió y ¿cómo esta Ghondor?

Tenías el corazón a mil por hora cuando la mirada de la mujer se volvió más oscura.

—La apresaron, el ejército de Agnus.

No tenías la intención de seguir caminando hasta que uno de los jóvenes habló.

—¿Se puede saber algo de su conversación?

Uno de los jóvenes fornidos que identificaste como el que te aventó al centro para protegerte.

Miraste a Mónica pero te obligaste a seguir andando, Shania ni siquiera te miro cuando reanudó su caminata.

Te tapate la cara nuevamente con la capucha, te sentías fatal, horriblemente sentías como la lágrimas caían sin detener pero en silencio.

No solo eso te daba miedo el porvenir pues desconocías que pasó con aquella persona que te hizo la promesa de esperarte en la ciudad.

Besaste el anillo que poseías en tu mano, estabas temblando aferrándote a tu único recuerdo.

La conversación entre ellos siguió sin darte tiempo a siquiera poner atención.

Llegaron a la puerta que daba acceso a la ciudad, no sabías que estaba ahí, Travis te hizo el favor de llevarte durante la noche y dejarte lo más lejos posible para emprender tu viaje.

Todos pasaron pero te quedaste al final tus piernas no se movían.

Los jóvenes te miraron con confusión y lástima.

Mónica regreso en sus pasos extendiendo su mano.

—Prometo que él te sigue esperando.

Sacudiste la cabeza negando.

—Le mentí, debe odiarme...

—Le sorprendió que te fueras así, pero no te culpa de todos modos él se pudo despedir y agradeció que tomaras enserió tu decisión.

Mónica no tenía por qué decir nada incluso si te quedabas ahí varada no le debería importar pero ahí estaba, tendiendo su mano para guiarte a la ciudad.

Tenías dudas porque ese año cambiaron muchas cosas pero aun con toda esa incertidumbre tomaste su mano cálida y reconfortante.

La chica sin IrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora