El arte de amar.

14 4 0
                                    

Cuando llego a casa me desnudo en la terraza y me meto a la piscina a nadar un rato. Solo un cuarto de hora, pero que me relaja y me distrae mucho. Me concentro en su azul para que su paz se mimetice con mi espíritu. Después me seco y me tumbo un par de minutos en la hamaca. Es tan relajante que al instante caigo rendida en un ligero duermevela. Momento mágico que desarma la canción Titanium de mi teléfono personal. Es Unai. Mi amor Unai Aldaia. La sorpresa que me da el teléfono en ese instante de abstracción es grande. El efecto de la voz de Unai siempre lo es en mi mente. La charla es breve. Unai llamaba para saber qué tal estábamos todos. Yo he insistido en invitarle a él y a Carol su mujer, a que vengan unos días a Europa. Finalmente Unai me ha comentado que ha tenido un doble cero inesperado en la costa este para que yo esté alerta. El caso no es algo poco habitual, pero desde que hicimos público el proyecto de Newark todos estamos alerta. Unai tenía dos proyectos en fase de presupuesto para una obra en NY y los dos se han desestimado antes de ser presentados, los dos el mismo día. Yo entro en la casa. Ion está en la sala con Iru. Paula en la cocina con Maite en su cuco.

Yo-. Buenas tardes Paula. ¿Qué raro que Ion esté en la sala con en día que hace, no?.

Paula-. Hoy está salvaje y Maite estaba intranquila por la boca, así que no he querido discutir con él y le he dicho que enseguida llegarías tú. Estaba empecinado en jugar con Iru dentro de la casa.

Yo cojo en mis brazos a Maite y le huelo la cabecita. Ese olor es paz, es alegría y es amor. Es todo lo que necesitaba al llegar, para sentirme en casa. Maite me dedica dos sonoras risotadas y después empieza a hacer pucheros como queriéndome explicar que ha tenido un día horrible. Yo le beso la cara y le apuchurro contra mi cuerpo.

Yo-. ¿ Has hablado con Gotzon?.

Paula-. Algo. Me ha contado por encima el trato que le has propuesto.

Yo-. ¿Qué te parece?.

Paula-. ¿Qué me va a parecer?. Me alegro por él.

Yo-. Y ¿ por ti no te alegras?.

Paula me mira con gesto de preocupación. Está intranquila, nerviosa. Deja en la fregadera un cacharro que estaba aclarando y respira fuerte y despacio mientras se seca las manos.

Paula-. No lo sé. No me ha dado tiempo a recapacitar. Tengo la impresión de que me he dejado llevar hasta aquí y ahora mismo no sé bien donde estoy.

Yo-. Pues deberías pensarlo bien, tienes tiempo. Si quieres saber mi opinión, yo creo que esto te gusta y se te da bien. Ahora mismo es una etapa tranquila que podemos utilizar para completar tu formación y que te sientas más segura en tu trabajo. Pero si quieres replanteártelo, hay opciones. Eres muy joven y tienes un gran currículum. Yo puedo abrirte algunas puertas. Si te quedas, Jonatan te cubrirá y apoyará hasta que haga falta, tanto como sea necesario. Si no, se hará cargo él como jefe de la seguridad para esta familia.

Paula se sienta en la isleta con una mueca de fastidio. Creo que he acertado en mis intuiciones. Está abatida, pero no es miedo. Es en cierto modo dolor. Niega dos veces con la cabeza despacio y se mira las manos. Me fijo en sus ojos y me doy cuenta de que están rojos. Se humedecen.

Paula -. Supongo que tienes razón y este trabajo es lo que me gusta hacer. Supongo que es un honor que me pongas al frente y que aún no sé valorarlo, pero te lo agradezco. Supongo que debería estar feliz, pero no lo estoy.

Yo-. ¿ Le quieres mucho, verdad?.

Paula-. ¿ Eh?. No. ¿ A quién?. No.

Yo-. Paula, sé que quieres a Gotzon, que estás enamorada de él. Siempre le has querido, se te nota demasiado. Puedes engañar a los demás y puede que a ti misma, pero estás enamorada de él desde el primer día que cruzaste esa puerta. Cuando os impedí seguir acostándoos, no te lo tomaste tan mal porque seguíais trabajando mano a mano, pero ahora acabas de chocar con un muro y te has dado cuenta de la dependencia que sientes de él, de su poder sobre ti. Pero estas enfocando mal la situación. Gotzon ya no va a trabajar en la seguridad de esta casa, pero va a seguir trabajando para mí, por lo tanto, vas a seguir teniendo contacto con él. Profesional, para hacer los enlaces entre Bukle y nosotros, pero personal también, porque pienso hacerle venir aquí directamente cada vez que necesite hablar con él de la gerencia de Bukle. Por lo tanto, lo único que cambia todo esto es que ya no está vigente la orden de alejamiento íntimo que tenéis, vamos, ya me entiendes, que podríais retomar vuestra antigua relación o… o podrías abrir los ojos y poner tus cartas sobre la mesa. Dejar de seguir engañándote y engañando a tu pareja. Si es a Gotzon a quien amas, decídete y apuesta por él. Apuesta por ti.

Paula ha empezado a llorar antes de que terminara mi discurso. Es una chica muy buena y profesional, pero yo creo que no se valora lo suficiente y no se atreve a hablar de esto con Gotzon porque ve en él, algo demasiado bueno para ella. Cuando se conocieron, Paula tenía su pareja de toda la vida, con la que sigue aún, pero yo creo que esa relación es a lo que ella se refería cuando ha dicho que se ha dejado llevar hasta aquí. Creo que nunca se ha planteado firmemente lo que de verdad ama. Y pienso que eso que ama es Gotzon. Yo la dejo a solas en la cocina y voy con Maite en brazos hasta donde está Ion, en la sala. Salimos los tres a la terraza a jugar con el perro. Ion está salvaje, como me había avisado Paula, pero al de diez minutos de estar los tres con el perro se relaja y empieza a comportarse de forma muy cariñosa conmigo y con Maite. Opino que ha percibido la tensión que sentía Paula y se había alterado. Eso también forma parte del aprendizaje, supongo. Las relaciones y los sentimientos, un mundo nuevo, siempre. Paula sale poco más tarde a despedirse y me dedica una bonita sonrisa al hacerlo en la que quiere agradecerme lo que hemos hablado. Yo le he pedido antes que se relajara un momento y que se fuera a casa a descansar. Hoy no vamos a salir.

Más tarde llega a casa Aitor. Hoy ha estado visitando clientes y cuando lo hace suele llegar muy cansado. Preparamos la cena entre los dos con unos pimientos verdes fritos y carne de ternera. Después de los baños acostamos primero a Maite y después a Ion. Salimos a charlar a la terraza. Hace calor. Sugiero un baño en la piscina juntos al que él, se resiste. No demasiado, lo justo hasta que yo me desnudo y me meto en el agua.

Me dejo flotar boca arriba con las piernas abiertas y empiezo a masturbarme muy despacio, sin prisas ni ansias. Él me observa sentado en la silla, vestido solo con un pantalón corto. A la luz de los farolillos su piel brilla y es más dorada aún. Está moreno por el sol. Su cuerpo es un imán a mi libido y a mis deseos de él. La brisa lleva mi cuerpo flotando hasta la orilla opuesta a él. Yo subo la espalda a zona seca y apoyo el culo en la esquina dejando las piernas abiertas, pero dentro del agua. Me clavo dos dedos justo antes de escuchar el chapuzón de su peso saltando de cabeza al agua. Lo siguiente que proceso es el sonido que hace cuando sale de bucear justo entre mis piernas y su boca acoplándose a mi coño. Gimo. Aitor sustituye los dos dedos míos por los suyos dentro de mí. Empieza a follarme con ellos a la vez que me come suculentamente. Le dejo el tiempo necesario para igualar nuestra capacidad de amar. Varios minutos. Entonces salto al agua pegada a su cuerpo.

Sus fuertes brazos me acompañan guiándome, manteniendo esa mínima distancia entre los cuerpos. La penetración es maravillosa. Plena. Lanzo mi boca ansiosa de él contra la suya y él come de mis labios, los muerde y los besa. Quiero correrme muy pronto para poder hacerlo al menos dos veces y empiezo a sugestionarme. No soy consciente por qué, pero el caso es que en ese momento viene a mi cabeza otro hombre. En esa imagen estoy yo con Unai en su piso, en USA. Es un recuerdo, una imagen nítida del pasado. Unai está follándome sobre mí, como un animal y después yo sobre él. Empiezo a tiritar en ese recuerdo, en esa imagen. Mi orgasmo llega en la realidad, precisamente coincidiendo con la imagen de mi memoria. Es tibio y acuoso o esa sensación me deja a su paso, quizá por el medio, la piscina, pero así es. Aitor ha rebajado su ritmo ese momento y en cuanto siente mis señales de que estoy preparada otra vez, lo recupera. Yo estiro mi mano por detrás, por mi espalda y me encorvo hasta llegar a él, a su prominencia y la sujeto. Le miro a los ojos mientras lo hago. Le beso al llevarle detrás y cierro los ojos cuando le albergo de nuevo en mí, de otra forma. Ahora empiezo otra vez despacio a cabalgar al hombre, a fomentar su perversión. Nunca va a dejar de sentir sus deseos más intensos por hacer el amor en esta forma y yo por disfrutarle a él haciéndolo. Le follo con mi culo hasta que le siento venir imponente, magnífico. Él grita y se descontrola lo justo para llevarme con él. A su parcela de placer y de lujuria. Después de terminar nos abrazamos más fuerte mientras yo le perjuro mi amor. Suena el llanto de Maite en el altavoz, sobre la mesa. Esta vez va Aitor a tranquilizarla. Yo me quedo en el agua sola. Recapacito sobre lo que ha pasado y lo asumo de una forma natural. Quizá ha sido por la llamada de Unai de esta tarde. Yo estaba aquí y desnuda cuando la he atendido. De cualquier forma así ha sido. Mientras estaba follando con mi marido he pensado en Unai. He recordado cuando éramos amantes y me he excitado haciéndolo. Aitor es tan buen amante como lo fue Unai, eso no importa. Lo que sí importa es que sigo cachonda. Me masturbo dentro del agua. Dos veces. Voy al dormitorio después. Aitor duerme.

El viento susurrará tu nombre. Virginia Zugasti IV. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora