La muerte.

13 4 1
                                    

He notado una brisa pasajera
Que me ha dicho que, tal vez si quisiera
Respira y noto su respiración;
Habla, y sueño con su voz y con ella
Aunque ya no esté, tengo mis razones
Para ver que hay ocultas conexiones
Si ella baila, yo encuentro una canción
Que habla de nosotros dos.
Gira, y yo la espero
Se va y a la vida le pierdo el apego
Y el juicio recupero
Si encuentro un indicio de su paradero
Llega el viento mecido
Porque acaba de estar contigo
Noto en el aire un suspiro,
Y todo cambia de sentido.

Robe.

Apenas dos semanas más. Ni siquiera por prolongar mi adaptación, mi manera de tratar de asumir un destino anunciado, se han dado las coincidencias o las circunstancias. La última vez que estuve con Maika en Mónaco no dejaba tampoco mucho lugar a dudas más allá de mis deseos de evitar ese destino. Maika estaba en paz, pero agotada de su viaje. Creo que se preparó durante algún tiempo para soportar ese día ofreciendo la mejor imagen posible para ahorrarme sufrimiento. Pero la imagen que me quedó, era de ella andando hacia aquel sofá de la terraza, sosteniéndose de pie solo por la barandilla. Los días siguientes los pasé tratando de imaginar donde estaría ella, por donde habría continuado su viaje. Cuando pensaba en Maika la imaginaba caminando despacio, recorriendo las calles más bellas que conozco yo. Paseando por la quinta avenida, al lado del coliseo, sentada en una placita del barrio de Gracia que había cerca de mi apartamento de Barcelona o sentada en la arena de la playa de Six Men Bay. Al final de esos pensamientos, Maika me miraba y me mandaba un beso con la mano y una bellísima sonrisa. Su pelo dorado ondeaba peinando una brisa refrescante que solo sentía yo. En esos pensamientos ella siempre tenía su vestido en blanco hueso y sus tacones de leopardo. Y yo la miraba y sonreía para ella, para que sintiera mi agradecimiento y todo mi amor, mi más sincero amor. Su piel dorada. Su catrina y el hada de su omoplato. Las dos cerezas rojas y dulces de su pubis. Y el último tatuaje de su muñeca izquierda, esa ola y un sol dibujados con una sola línea. Las marcas, las firmas que adornaban su desnudez. La esperanza se viste de colores alegres para adornar el destino de las tragedias. Mi esperanza vestía esos días de rojo cereza, de rubio dorado y verde hierba. No es fácil ordenar pensamientos cuando lo que tratan son sentimientos complejos alimentados durante años y experiencias.

Sin ningún tipo de presagio ni intuiciones. Un beep en mi teléfono y dos mensajes de ella. Una dirección y una carta de amor. Ese es todo el final. Miré la hora exacta, las veinte y cuarenta y cinco del segundo lunes de octubre. No por casualidad, la hora en la que salía el último avión para poder ir en el mismo día a donde ella había fijado la cita. Para impedirlo. En ese momento comprendí que era su forma de compartir el momento conmigo, de sentir mis pensamientos hacia lo que ella estaba haciendo. Lo primero que hice, fue una llamada.

Yo-. Gotzon buenas noches. Necesito un favor personal. Es muy importante para mí.

Gotzon-. Lo que sea, sabes que estoy para lo que haga falta.

Yo-. Necesito viajar mañana por la mañana. Necesito que me acompañes tú. Serán tres o cuatro días.

Gotzon-. ¿ Es vuelo internacional?.

Yo-.Tranquilo por eso, nacional. No tienes por qué ir armado.

Gotzon-. Está bien. Lo que necesites Virginia. ¿ Estás bien tú?.

Yo-. No, no lo estoy. ¿ Está Paula contigo?.

Gotzon-. Acaba de llegar.

Yo-. Dile, pídele por favor que estos días…  pídele que lo entienda. Ella sabrá lo que debe hacer. Siento no haber podido prepararlo mejor.

Gotzon-. Tranquila, ella también hará lo que necesites. ¿Qué pasa?.

Yo-. Mañana lo sabrás. A las ocho de la mañana en Loiu. Y gracias por todo Gotzon.

Cuelgo la llamada y voy a la oficina de mi casa. Aitor está mandando unos documentos desde el ordenador de sobremesa. Yo me quedo apoyada en el quicio de la puerta mirándole. Pensando todo lo que Aitor significa en mi vida. No debe ser fácil entender lo que yo siento, pero si hay alguien capaz de hacerlo ese es él. Su historia tampoco es muy habitual que digamos, pero aquella tarde creo que hicimos algo que no muchas parejas hacen. El día después de nuestra primera cita, la cita más absurda desde la que haya podido empezar una relación tan profunda como la que tenemos Aitor y yo, aquella tarde volvimos a quedar en su piso de Bilbao. Yo llevé una pequeña bolsa de ropa y mi cepillo de dientes. Hablamos, no demasiado tiempo, porque entre él y yo había una carga sexual brutal y aquella tarde como la anterior pasamos la mayoría del tiempo en la cama follando como si no hubiéramos follado en años y el mundo se acabara esa misma noche. Pero hablamos. Yo tenía muy claro que él me atraía de una forma muy poderosa hacia su mundo y no solo en la parte sexual, tenía claro que de ese hombre me atraía todo hacia él. Le dije que sentía que entre nosotros había nacido algo importante. Él dijo que también lo había sentido y que necesitaba saber mejor que era eso, pero que solo estaba dispuesto a apostar por nosotros, si no había secretos ni mentiras. Las semanas siguientes, cuando estábamos juntos y no estábamos follando, nos contábamos como habían sido nuestras vidas. Poníamos especial interés cuando hablábamos de las personas que significaban algo o lo habían hecho alguna vez para nosotros. Hablé unos días más tarde de Maika. Al hacerlo instintivamente lo hice de una forma especial, siendo fiel a la verdad, pero tratándolo más como una aventura loca, una experiencia refrescante que como lo que de verdad significaba para mí. Fue fácil explicar como había conocido a Maika y la siguiente vez que la vi. Tampoco me costó mucho detallar como preparamos el trío con Iker ni contarle con pelos y señales aquella noche. Lo que sentí, lo que hicimos, las veces que me corrí en la boca de Maika o ella en mí. No, eso no fue difícil y además nos reportó momentos muy eróticos que no desaprovechamos. Fue explicarle a Aitor como seguimos experimentando Maika y yo lo que más me costó. Hablar de la atracción que sentía hacia otra mujer o de cómo sentía el sexo con ella tan profundo o más que con un hombre, cuando antes de Maika, yo jamás había fantaseado siquiera con un encuentro así, no fue fácil. Pero fui sincera. Cuando terminé de contarle a Aitor toda mi relación con Maika hasta aquel día, él me preguntó :

Aitor-. La amas mucho, ¿ verdad?.

Yo-. Sí, Aitor. Nunca me había pasado esto y sé que no soy lesbiana. Pero Maika en mi vida es un ser muy especial. Es un ser de Luz, de paz…  de amor. No solo es sexual. Es más, hace varias semanas que hablamos y hemos quedado en que nuestros experimentos en ese sentido han terminado.

Aitor-. No creo que hayan terminado.

Yo-. Sí. Sí que lo han hecho. Lo hemos hablado y estamos de acuerdo en que hemos aprendido mucho de nosotras mismas compartiendo esa experiencia, pero también en qué ya no tiene sentido. Somos amigas, muy amigas y tenemos además esa historia en común. Pero esa fase de nuestra amistad ha quedado atrás.

Aitor-. Creo que lo que queréis pensar las dos es eso. Pero yo he visto en tu interior la ingente cantidad de amor que tienes por ella. No la conozco, pero si ella siente la mitad que tú, no hay nada resuelto, porque el amor, la atracción, el deseo son cosas que solo se resuelven, cuando se agotan o se asfixian. Vosotras las habéis apartado, pero estarán ahí siempre.

Yo-. Llámalo “X”. ¿Que la amo?. ¿ Que me atrae?. ¿ Que la deseo?. No lo voy a negar ante ti. Yo por ti ni por nadie voy a renunciar a lo que soy, pero esos encuentros han terminado. No tienes por qué temer a Maika.

Aitor-. ¿ Temer a Maika?. No. No temo a Maika. No si vienes a mí con el corazón en la mano. ¿Cómo podría temer que un día pase cualquier cosa entre vosotras si acabas de decirme que la amas, que te atrae y que la deseas?. Lo único que podría temer es que ese día, cuando pase, no vengas antes o después a mí, a contarme tus sentimientos al respecto. Yo no voy a competir con nadie por follar contigo. Tampoco por la exclusividad de tu amor. Pero sí, por tu sinceridad. Lo hablamos cuando nos conocimos. Solo confío en las historias de amor que se basan en la sinceridad en cuanto a los sentimientos, y tu historia con Maika es una historia preciosa de amor, que respeto y admiro.

Aquello fue importante porque los dos dejamos claro nuestros sentimientos hacia las personas que habíamos querido u odiado, respetado o admirado. Hacia todas las personas que habían dejado huella en nuestras vidas. Ahora le miro trabajar en el ordenador y me siento orgullosa de mí misma. Este es el mejor trabajo que he hecho en mi vida. Ser capaz de atraer a una persona tan especial como es él a mi vida y retenerlo a mi lado a base de amor y de hablar, de hablar siempre, de todo y cada día. También a base de follar, pero más importante que follar físicamente, que lo es, es saber follar una mente como lo hacemos él y yo mutuamente. Sabemos el uno del otro nuestros vicios, perversiones y aficiones. Y las usamos. Siempre. Las adaptamos y las complementamos. Las actualizamos y las modernizamos. Cuidar del amor es un trabajo maravilloso. Él por fin me ve al lado de la puerta mirándole. Se preocupa al verme callada mirándole.

Aitor-. ¿ Va todo bien?.

Yo-. Es el día.

Aitor-. ¿ Maika?.

Yo-. Sí, Maika. Mañana debo de hacer un viaje.

Aitor-. Te acompañaré.

Yo-. No, he llamado a Gotzon para que me acompañe.

Aitor-. De acuerdo, pero ¿por qué le has llamado a él?.

Yo-. Solo él sabe cuidar de mí como lo harías tú, pero a ti no podría esconderte nada. Creo que voy a necesitar tiempo para procesarlo. Quiero vivir este momento con un poco de intimidad. Cuando todo termine, hablaremos.

Aitor-. Quiero estar contigo.

Yo-. Siempre lo estás, amor. Pero déjame esa parcela para que llore por ella, por nosotras. Cuando sepa y entienda como me encuentro, podremos hablar.

Aitor-. Vale. Estás sintiendo que te has metido en una batalla. Nunca ha existido esa batalla. Tú tienes corazón para amarnos a los dos. Por mí no te preocupes, nunca me ofendería tu amor. Nunca, por tu amor.

Yo-. Gracias. Lo necesito.

Aitor se levanta y viene a abrazarme. Ninguno de los dos queremos llorar para no provocar más dolor en el otro. Pero es muy difícil. Lo único que lo hace soportable es ese abrazo, sentirme protegida en la parte emocional por alguien que me ama tanto como yo a él. Lloramos. Nos tomamos esa licencia al final unos minutos para llorar abrazados. Después cenamos en silencio y vamos a la cama. La noche es larga y en ella hay dragones luminiscentes que vuelan de la lámpara a la mesita y de ahí a la ventana dando tumbos y ruidosos aleteos acompañados de llamas que abrasan cada objeto de la habitación. Me he obligado a esperar a la hora en la que he puesto el despertador, en la cama, pero daría igual hacerlo corriendo un sprint, el cansancio al levantarme va a ser el mismo. El tener la cabeza procesando una y otra vez como estará viviendo Maika en este mismo momento su transición, es duro, joder que si es duro. Inhumano.

El viento susurrará tu nombre. Virginia Zugasti IV. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora