Hacer el amor antes de una fiesta.

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Un vuelo fácil. Abstraída en mirar por la ventana. En tratar de reconocer montes, ríos y ciudades. No hay turbulencias ni retrasos, todo según lo previsto. Aterrizamos en Loiu a las cuatro y media, pero no hemos comido. Le invito a Paula a comer antes de ir a mi casa. Ella acepta la invitación y paramos en el Milagros.

Yo-. Creo que este fin de semana no vamos a salir de casa. Te toca trabajar a ti creo.

Paula-. Sí. Leire está de viaje y Jonatan libra.

Yo-. Tomate los días libres también. Si surgiera algo te aviso con tiempo. Así podéis hacer algo Gotzon y tú, juntos.

Paula-. Me viene genial para poder organizar cosas en casa. Después de mudarme a casa de él, aún no he tenido tiempo para ordenar la ropa.

Yo-. ¿Qué tal os va?.

Paula-. Genial. Pensaba que para mí, podría ser muy duro convivir con otra persona. Ya sabes, las manías, las rutinas…  pero como con Gotzon he trabajado mucho, eso estaba superado desde antes de afrontarlo.

Yo-. Me alegro mucho por vosotros dos.

Paula-. En parte, te lo debo a ti. En gran parte…

Yo-. No lo creo. Todos somos consecuencia de nuestros actos. Tú decidiste pensar con el corazón. Yo solo te lo sugerí porque te veía sufrir. El mérito del acierto es todo tuyo.

Comemos rápidamente unos entremeses y vamos a mi casa. Paula me deja en la entrada y se va a su casa a descansar. No debería de saberlo, pero mañana sábado, Aitor y Susana me han organizado una fiesta sorpresa. Una reunión familiar. Yo lo agradezco mucho a pesar de que me tengo que obligar un poco en estar receptiva a sus atenciones. La gente que habrá en esa reunión me quiere y necesita mostrar ese sentimiento. Yo solo tendré que dejarme querer. Quiero estar bien y descansada para disfrutarlo. Cuando entro en casa, Aitor está trabajando sobre algo en su portátil. Me dice que los niños están dormidos en la siesta. Me propone que vaya a la cama a descansar. Yo le digo que me vendría mejor que fuéramos los dos a la cama un rato. Él, viene detrás de mí.

Es curioso como se adapta a mí. Hoy estoy sensible y mimosa. Él me abruma con caricias y besos por mi piel a medida que nos desnudamos sobre la colcha. Hoy yo necesito paciencia y cuidados y Aitor se afana en provocar despacio mis deseos con sutiles insinuaciones. Un roce de su erección en el momento oportuno por la piel de mis glúteos, una caricia delicada en uno de mis pezones mientras nuestras bocas negocian uniéndose, trasvases de fluidos. Una sutil palmada en el culo mientras cambio de postura. Calentar a fuego lento para potenciar los sentidos. Me caliento. Él no podría negar que también lo hace. Su erección se pasea por mi vista, bella, adorable, apetecible. Me apetece y acerco mi boca a ella. La beso. Huele a ducha y a pasión. La lamo y su sabor me activa más. Otra palmada en el culo que me sube por las paredes. Estoy preparada. Me subo sobre el hombre y lo albergo en mí. Siempre esa sensación de plenitud cuando Aitor entra con su poderosa polla en mí así, despacio, sensual. Me llena, me culmina y empiezo a galopar sobre él. Sentiré cada una de esas veces llegar a mi núcleo, al centro de mi ser. Miro sus verdes ojos, llenos de bondad, de cariño y de ternura. Esa combinación de gestos delicados y tiernos con su potente y maravillosa erección haciéndome lubricar más y más. Duro como el cemento, su apéndice clavado en mí hasta el límite. Profanando mi líbido y llevándola más cerca del precipicio. Miro de frente a ese abismo y lo atraigo hacia mí. Siento perfectamente mi clítoris palpitar de ansias de precipitarse por ese acantilado, de hacerme caer en el placer. Empiezo a ahuecarme, a exhibirme para él. A acariciar mis tetas sin dejar de follarme a Aitor. Está cerca, lo noto. Una primera convulsión que estremece mi vientre y grito despacio su nombre. Aitor. Me pellizco un pezón y él me azota, ahora algo más fuerte y ahí está la segunda convulsión, la que me declara que ya está aquí el orgasmo. Viene a por su premio y viene a toda velocidad. Un nuevo grito y me desborda. Me corro. Esta vez es un orgasmo suave pero largo. Yo no dejo de cabalgar con la polla de Aitor mancillando mi calma y promoviendo esta intensidad. Cuando cede el éxtasis lo saco de mí y beso sus labios. Estoy sudada y el pelo se pega a mi cara mientras bajo besando su piel. Cuando llego al pubis él, me dice que estoy preciosa. Yo la meto entera en mi boca una vez y pregunto si así estoy más guapa todavía. Él asiente. Entonces se me ocurre algo. Cojo mi teléfono personal y grabo su cara. Voy bajando hasta grabar su sexo brillante de sudor, de mi flujo y mi saliva. Grabo mi lengua lamiendo su capullo. Mi cara de satisfacción después de correrme y mientras lamo la base de su capullo. Semen que brota de pronto sobre mi pelo, sobre mi cara y en mi boca. Culminación, sensaciones y sentimientos de plenitud. Descanso. Paz. Duermo.

El viento susurrará tu nombre. Virginia Zugasti IV. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora