Pero, ¿quién es Maika?.

14 4 2
                                    


Como una noche de invierno en Noruega
Un manto de escarcha
Un corazón desnudo, tortura de vida
No me dejes solo que ahora soy tan pequeño
Y cuando despierto de una pesadilla nada cambia
Todo sigue igual
Abrázame, abrázame
Y no me digas nada
Que esta tristeza no me abandona
Este miedo duele más
Abrázame, abrázame
Y no me digas nada.

Doctor Deseo.

La niebla espesa se aferra a los riscos, a los árboles y no deja pasar ni la luz ni el calor. La tristeza intensa se me ha adherido a la piel y no me deja sentir el amor de todos los que sí están a mi lado. Todos están haciendo grandes gestos de amor y cercanía hacia mí y yo soy consciente de ello, pero de la misma forma que hago todo lo necesario para vivir de forma mecánica, se lo agradezco de la misma manera. Fui a Madrid. Maika seguía radiante y risueña. Fuerte, muy fuerte. Solo un detalle casi insignificante al final. Antes de viajar al sur paró en Madrid y dejó en casa de una amiga dos grandes maletas de ropa. Esa etapa de su viaje hasta ahora la ha hecho con una mochila y lo puesto, pero lo tiene todo pensado. Ella volvió a Madrid el martes y pasó a recoger esas maletas. Ahora está hospedada en un hotel más o menos barato del centro. Antes de marcharme de vuelta a Bilbao la acompañé a la habitación porque ella quería darme algo que tenía en la maleta, pero al ir a ponerla sobre la cama no tenía fuerza en los brazos para ese peso muerto, así que se agachó y lo buscó con la maleta abierta en el suelo. Yo había soportado muy bien hasta ese momento, pero ver la evidencia de su deterioro fue demasiado. Me despedí a todo correr sin abrir el paquete que ella me ha regalado y salí de la habitación.

En el bar del hotel estaba esperándome Paula. Juntas hemos ido a por el coche y de ahí al aeropuerto. Lo he abierto en el avión. Es un precioso portarretratos hecho de barro y piedras de colores para una foto de tamaño carné. Tiene un recorte con mi cara de una foto que yo le regalé a ella hace años. No ha sido un bonito vuelo. Cuando hemos llegado a casa, Aitor me estaba esperando solo en la sala. Había metido a Ion y a Maite ya en la cama. Quería que habláramos, que yo le contara mis sentimientos después de haber estado con ella. Yo no he podido hablar, solo abrazarle muy fuerte y cobijarme en sus brazos. Hemos llorado así, abrazados los dos hasta que hemos ido a la cama. Hoy tampoco he dormido. Creo que mi cuerpo ya no sabe dormir, que mi cerebro teme desconectar, por si algo sucede y no está operativo y esto sano, no es.

Hace días que me mareo frecuentemente, pero por la mañana al ir a ducharme me he caído en el baño. No me he golpeado en ningún lado, pero el mareo era tan intenso que no era consciente de lo que pasaba. Aitor se ha preocupado mucho y después de recuperarme hemos discutido. Es la primera vez que Aitor y yo discutimos desde que nos conocemos. Él me ha querido obligar a visitar a un especialista argumentando que lo que me ha pasado podría convertirse en un serio problema de salud. Yo he protestado diciéndole que lo tengo controlado y que mi estado de tristeza es absolutamente normal por lo que le está ocurriendo a un ser muy querido, entonces Aitor me ha dicho que Ion lo está notando mucho y que mi depresión le está afectando. Eso me ha enfadado y he perdido los nervios. Todo hasta que Aitor me ha enseñado un mensaje de un monitor de Ion de surf. Este final de verano está yendo a un campamento de tiempo libre en torno al mundo del surf. Ese monitor decía que Ion lleva un par de días que permanece apartado del grupo y que se le nota muy triste. Ayer incluso estaba llorando. He necesitado un cuarto de hora para darme cuenta de que tengo que obedecer a Aitor y dejarme ayudar más, por él. Quizá también por un profesional. Entonces he pedido perdón a Aitor por mi forma de actuar. He pensado en el tiempo que llevo sin hacer el amor con mi marido. No ha sido difícil identificar la última vez que lo hicimos, el día anterior a saber que Maika tenía ELA.

Un rebote. Tocar fondo para impulsarse y poder salir a flote. Hoy con Aitor hemos hecho terapia los dos a nuestra manera. Él me ha dicho como me ve, qué cosas le preocupan de verdad y qué otras ha observado que son dañinas. Qué comportamientos míos le extrañan o le provocan tristeza, pena, miedo o ansiedad. También me ha dicho como le está afectando todo esto a él, su nivel de sufrimiento por mi estado, su tristeza por Maika, su preocupación por Ion. Yo he tenido que pensar más despacio porque todo lo que él ha dicho, seguramente lo llevaba dentro desde hace días o semanas y durante ese tiempo yo no me he preocupado por observar nada más que, que estoy jodida, que Maika está enferma y que nada de esto tiene solución. Pero tiene razón. De una u otra forma tengo que remontar y tomar el control. Está más que claro que si sigo esta deriva algo más terminará mal. No quiero hacer daño a los míos y sé que yo siempre he sido una de las piezas fuertes y uno de los pilares de esta familia. No creo que porque ahora yo necesite mi tiempo vaya a ocurrir nada malo porque todos son fuertes, pero Aitor me ha hecho ver mi error. Los niños no lo son aún. Ion especialmente es un niño muy sensible y tiene una gran dependencia de mí y de los cariños y mimos a los que le he acostumbrado. No puedo renunciar a eso, a querer de la forma que quiero a cada persona que me importa, a cada uno de una forma.

El viento susurrará tu nombre. Virginia Zugasti IV. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora