Ignorancia
Sus pasos eran demasiado apresurados, la urgencia por salir de esa calle y llegar a su destino, era mucha. Realizaba sus ejercicios de respiración, en un intento por calmar su corazón. El cual no dejaba de martillar desesperadamente su pecho, provocando que este subiera y bajara sin control.
No debo responderles, si los ignoro se cansarán.
Eran las palabras que se repetía una y otra vez, para acompañar sus ejercicios y poder tranquilizarse. Creyó que todo estaría bien, que no pasaría a nada más que palabrerías ofensivas. Pero todo cambió con un simple acto, el cual hizo que su cuerpo se estrellara contra la acera de esa estrecha calle, con la que batallaba para salir y llegar a casa.
Ignorancia, y su grupo de amigos. Veían con mucha diversión al chico que hacia muecas de dolor, y sostenía su hombro derecho mientras yacía en el suelo. Los amigos de Ignorancia reían, pero este no lo hacía. Solo miraba al chico adolorido con una sonrisa maliciosa en sus labios, y unos grandes aires de superioridad. Porque eso pensaba, que era superior a él.
—Odio, querido compañero. Siempre estás en los lugares donde no debes— Enunció Ignorancia. Arrodillándose para quedar a su altura. —Estas son las cosas que le pasan a los forasteros, que no conocen su puesto.
—Déjenme en paz, por favor—suplicó haciendo ademanes para levantarse.
—¿O qué? —colocó su mano en el hombro adolorido de Odio, empujándolo para lastimarlo más y evitar que se levantara. —Creo que no estás viendo bien, querido compañero. Somos cuatro contra ti solo, un flacuchento como tú no podría hacernos nada.
Odio, miraba los ojos de Ignorancia, buscando una pizca de culpa o remordimiento. Pero no logró encontrar aquello, solo pudo ver la maldad. Una maldad que conocía bastante bien, ya que era lo que acostumbraba a ver en los rostros de esas personas que lograban atormentarlo.
—¿Por qué me hacen esto? Yo no me meto con ustedes, siempre me alejo para evitar conflictos. Pero todo es en vano, porque siempre terminamos en esto. —Logró apartar la mano de Ignorancia, y se incorporó de prisa. Provocando que este hiciera lo mismo incomodándose. —Ustedes persiguiéndome y yo atrapado, intentando mantener la paz. En esa guerra que ustedes se obligan a continuar.
—Dices muchas cosas sin sentido— rio, mirando a sus amigos. —¿Guerra? No puedo creer que te hayas ido tan lejos, ya veo que también eres un exagerado. Solo bromeamos contigo.
—¿Bromear? Creo que una broma deja de serlo, cuando se llega a incomodar o a lastimar a otros. —fue lo que respondió Odio, sin poder procesar lo que acababa de escuchar.
—Estoy de acuerdo contigo, aquí no hay nadie incomodo o lastimado. —Ignorancia se encogió de hombros—¿O es que tú lo estás?
—Por favor, déjenme ir a casa. —suplicó Odio, una última vez.
Ignorancia, lo pensó un poco antes de hacerle una señal a sus amigos para que dejaran al chico pasar.
Por increíble que parezca, la situación no pasó a mayores. Odio se abrió camino entre ellos, dándose cuenta de que un poco más adelante había una multitud, que solo murmuraba y observaba la situación.
—Oh, es ese forastero.
—Siempre andan buscando problemas, a eso vienen a nuestra ciudad.
¿Hubieran hecho algo si yo fuera uno igual?
Él se marchó, sin conseguir la respuesta a esa pregunta, que ni siquiera debía ser hecha. Puesto que, no debería haber acepción de personas para ayudar a quien realmente lo necesitaba.
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Sí di señales
Short StoryEsta es la historia de Odio, un adolescente incomprendido que se dejó consumir por una falsa felicidad cuando todas las cosas buenas empezaron a desaparecer y las malas a renacer.