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—Mocosa, deja eso —ordenó Choso en cuánto me vio agarrar la llave de su auto.

—Dijiste que me enseñarías a conducir —respondí quejándome. Me apresuré en llegar de la Universidad con tal de venir a aprender.

—Sí, pero no en mi Mustang —tomó las llaves de la barra, luego pasó uno de sus brazos por mis hombros, depositando un beso en mi mejilla.

Salimos del lado de la cochera hasta llegar a su preciado auto negro, me abrió la puerta para que subiera y segundos después subió él.

Condujo a las afueras de la ciudad con dirección a un taller o algo así, me estaba contando que tenía la opción perfecta para mí en cuestión de automóvil.

—Espera aquí —al llegar se bajó del vehículo y tardó aproximadamente 15 minutos en volver—. Ven, baja —obedecí contenta, trotando hasta alcanzarlo y pescarme de su brazo.

Avanzamos un buen tramo, pude observar que nos dirigíamos a la parte trasera del establecimiento: había una fila de coches de distintos colores y modelos.

Choso se acercó a un auto pequeño de color blanco.

—Es un Mazda —mencionó apretando la llave para liberar los seguros del carro—. Si aprendes a conducir, te daré un regalo por ello.

—No creo que sea difícil —respondí antes de subirnos al vehículo.

—Voy a llevarte a un lugar donde podrás practicar con completa libertad, un espacio extenso —me explicó mientras conducía por un camino estrecho.

Llegamos a un lugar amplio, parecía ser un tipo estacionamiento de camiones de carga, se veía abandonado ya que la vegetación comenzaba a sobresalir del asfalto.

Aparcó el auto en una esquina, luego nos hizo cambiar de lugar: ahora yo estaba tras el volante y él del lado del copiloto. Ví como se colocaba el cinturón de seguridad.

—Tranquilo, no vamos a chocar —volteó a verme al escuchar lo que dije, haciendo una mueca de disgusto.

—Prefiero ser precavido —en eso tenía razón, así que repetí su acción y me acomodé bien en el asiento.

Antes de encenderlo me enseñó cuáles eran las partes del auto. La emoción en mi interior crecía de forma inmensa, estaba a solo unos pasos de hacer mi primer intento.

—Bueno ¿Estás lista? —preguntó una vez que encendí el motor.

—Sí, tú tranquilo —le mencioné despreocupada, seguramente en un par de horas dominaría esto a la perfección.

68 minutos después...

Choso metió el freno de mano y no tardó mucho en quitarse el cinturón de seguridad.

—¡Con un carajo, Alice! te dije "frena" no que aceleres —bajó del auto con rapidez para revisar la parte delantera del Mazda—. ¡Ven acá! —gritó para que lo escuchara.

Salí temerosa del carro, hace segundos pasé por arriba de unos letreros viejos que estaban apilados en el camino, no alcancé a frenar, al contrario, terminé acelerando llena de pánico y por eso él puso el freno de mano.

Al pararme a su lado pude ver que el auto tenía una enorme rayadura en la pintura, se le notaba bastante por ser de color blanco.

Examinó el vehículo con detenimiento, deteniéndose a un costado, del lado de una llanta.

—Ven a ver —el tono de advertencia era indiscutible, fui con precaución a su lado.

Hice una expresión de disgusto cuando ví el lateral; le había hecho una abolladura al auto, muy notable.

In The Shadows | Choso [Adapt.] (LIBRO 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora