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Narrador Omnisciente •

5 días después

Tokio, Japón

4:45pm

El clima a finales de Noviembre comenzaba a ser frío, por lo cual era necesario abrigarse un poco.

Kamo portaba una gabardina y suéter con cuello de tortuga, los cuales hacían juego con sus pantalones y botas casuales.

Absolutamente todo lo que estaba usando era de color negro, aquel vestuario ayudaba a no llamar la atención gracias a que no traía tonos llamativos, además de que dicha vestimenta lo hacía ver mas refinado.

Choso avanzó entre los pequeños caminos de concreto que habían en el cementerio. No tardó mucho en encontrar la tumba que quería y que había visitado hace exactamente un año.

Se agachó levemente, dejando el ramo de flores frente a la lápida. Revisó sus bolsillos, buscando la pequeña vela que había comprado, una vez que la encontró, la colocó al lado de las flores y con ayuda de unos fósforos logró encenderla.

Miró a su alrededor, asegurándose de que no hubiera extraños cerca de él. Una vez confirmado, Choso tomó asiento al lado, recargando su cabeza en la lápida.

Se quedó viendo hacia adelante, su mirada no iba a un punto fijo, sino que parecía estar perdido en sus pensamientos.

Por varios minutos permaneció en silencio hasta que se decidió a hablar.

—Hoy es un lindo día ¿Sabías? —mencionó Choso, intentando sonar alegre—. Preferí venir a visitarte en la tarde, es cuando no hay muchas personas —siguió hablando de manera natural.

Por eso se aseguró de que no hubiera gente cerca en la zona donde se hallaba, así no pensarían que era un maldito lunático por estar conversando con una tumba.

—Te he echado de menos —pasó las manos por su rostro debido a que sentía como sus ojos comenzaban a picar, gracias a las gotas que amenazaban con salir—. Han pasado 23 años desde que te fuiste y para mí se siente como si hubiesen transcurrido unos días —cerró los ojos con pesar, en automático un par de lágrimas se deslizaron por su mejillas.

Trató de mantener la calma e instantes después abrió los ojos. A pesar de intentar evitarlo, sus sentimientos volvieron a dominarlo, logrando que más lágrimas siguiesen bajando por su delicado rostro.

—Me sigue doliendo como no tienes idea —susurró con voz entrecortada. Esos lastimosos recuerdos inundaban su mente, clavándose como si fuesen alfileres—. Todo esto, es... es mi culpa —comentó sin dejar de llorar. Conforme seguía hablando, su llanto se hacía más intenso. Se notaba el sufrimiento que sentía—. Mi obligación era protegerte y no... no pude... —apretó la tela de sus pantalones, a causa del enojo que comenzaba a emanar de su cuerpo.

Se aborrecía a sí mismo por ser un maldito inútil e inservible. No pudo proteger a la única persona que lo amó.

—Si no hubiese huido... —pausó unos momentos, sintiendo un terrible nudo en la garganta que le impedía respirar con normalidad—. En este momento estaría muerto... pero a tu lado.

Dicha confesión no pudo ser oída por nadie mas que él. Sentía los párpados pesados, así como el latir de su corazón acelerado.

—Me haces tanta falta —pronunció con profundo dolor. Limpió sus lágrimas usando la manga de su gabardina, no quería verse vulnerable frente a su ser querido—. Te necesitaba para que me guiaras por el camino correcto —lo cuál era cierto, Choso estuvo solo desde pequeño, justo en la edad en que no podía diferenciar por completo el bien del mal—. Sé que no eres culpable, pero ¡Carajo! —exclamó exasperado. Girando su rostro para observar la tumba—. Te extraño... —acarició el frío concreto de la lápida, pasando la mano en donde estaba el nombre escrito—. No soy nada sin ti.

Sus párpados empezaban a hincharse a causa de estar llorando. Dejó de tocar el mármol para meter la mano en su bolsillo del pantalón y sacar un pañuelo. El estar llorando le provocó un goteo nasal, por lo cuál limpio su nariz y rostro lo mejor que pudo, haciendo el esfuerzo de mantenerse relajado.

—Lamento que me veas de esta forma —intentó recobrar el aliento, tratando de hablar de manera más animada—. Pero me siento triste de saber que no estás conmigo.

Lo que separaba a ambos era la muerte.
No había forma en que ella regresara a este plano, así que, si Choso quería alcanzarla... él tendría que dejar de vivir.

Aunque eso, era una idea que había comenzado a desvanecerse.

Kamo sacó su dispositivo movil con la intención de entrar a su galería, tardó un par de segundos en encontrar lo que buscaba.

—Quería contarte que conocí a alguien —comenzó a platicarle, sin evitar sonreír. Puso el teléfono frente a la lápida, con la intención de mostrar la foto—. Es muy bonita ¿No lo crees?.

En la imagen aparecía el rostro de Alice. Hace tres días Choso había creado una cuenta en Facebook, él no usaba redes sociales pero la razón de elaborarlo fue porque quería buscar alguna fotografía de ella. No le tomó mucho tiempo encontrar el perfil de la chica, se dio cuenta que Alice no tenía tantas fotos visibles a como lo imaginó, por lo que guardó la foto de perfil más reciente que encontró.

—Es la única imagen que tengo de ella. Ni siquiera me he animado a tomarle una fotografía yo mismo —miró la pantalla de su móvil por un buen rato, admirando cada rasgo de la chica—. Me gusta demasiado, pero no sé si estoy haciendo lo correcto —Choso sabía a la perfección que relacionarse con alguien "fuera de su entorno" podría ocasionar que la persona corriese peligro, solo por estar a su lado.

Se levantó de donde yacía sentado, sacudiendo su ropa con cuidado y mirando hacia adelante: las hojas caían de los árboles debido a la pequeña corriente de aire que circulaba en el lugar.

Observó a lo lejos del cementerio y pudo visualizar a una pareja con dos niños, los cuales estaban dejando flores en una tumba localizada al otro extremo de dónde estaba.

En ese momento una estúpida pregunta llegó a su cabeza...

¿Qué se sentirá el tener una familia?

Ver a esas personas le hizo pensar que, a pesar de la perdida de su ser querido, ellos se tenían los unos a los otros. La familia servía como un apoyo, pues ante los momentos trágicos había alguien con quién contar y compartir dicho sufrimiento.

Negó con la cabeza varias veces, intentando desvanecer esa absurda idea de su mente, ya que... Choso Kamo veía imposible conseguir una vida normal.

Miró hacia sus espaldas, agachándose otra vez, con el propósito de ver las flores que había dejado cuando llegó.

—Tengo que irme, en tu próximo aniversario prometo traerte un ramo de flores más grande —pronunció con sinceridad, el ramo que había comprado fue pequeño en comparación a los que siempre le llevaba—. Ojalá el otro año todo sea diferente, debes estar cansada de escucharme llorar.

Y sí, en el siguiente año todo sería diferente... para él.

Pasó sus dedos por el borde de las letras que estaban marcadas en la placa. Sonrió al verlo y una lágrima escapó de su ojo izquierdo, está vez no se preocupó en limpiarla.

Te amo, mamá —aquellas palabras salieron desde lo más profundo de su corazón. No se cansaría de decírselo, a pesar de que ella no pudiese escucharlo.

Se marchó del cementerio a paso calmado. Sin importar la situación o su ubicación, Choso Kamo siempre tendría tiempo para visitar a su madre en el aniversario de su fallecimiento.

 Sin importar la situación o su ubicación, Choso Kamo siempre tendría tiempo para visitar a su madre en el aniversario de su fallecimiento

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In The Shadows | Choso [Adapt.] (LIBRO 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora