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Lisa odiaba las clases de Deportes.

Sudando por todas partes, sintiendo que iba a desmayarse en cualquier momento, Lisa trataba de respirar para no morirse. No en frente de los odiosos de sus compañeros.

―¡Que horrible te ves, tu grasa rebota, Manoban! ―gritó Youngdo, pasando a su lado con sus amigos―. ¡Gorda!

Trató de ignorar los insultos, a pesar de que no era tan sencillo como aparentaba. Sin embargo, Lisa no iba a llorar delante de ellos.

El profesor les gritó que dos vueltas más alrededor de la cancha y daría por terminada la clase. Lisa iba a llorar si eso seguía así, sin entender los motivos de esa tortura física a la que los sometían. Más delante de ella, Shuhua iba corriendo-saltando, era un poco gracioso de ver, y mucho más adelante, Jisoo se entusiasmaba corriendo detrás de Jisung y Sana, los mellizos híbridos de hámsteres que huían de ella. Pobrecitos.

Lo peor no era, en realidad, correr a plena luz del sol a las tres de la tarde. Bueno, sí era malo, pero no lo peor para ella. Lo peor era que, por el sudor, la camisa de deportes se le pegaba al cuerpo y marcaba más sus rollitos. Sentía demasiada vergüenza de que todos la vieran así, pero no tenía alguna justificación para faltar, además de que sabía que eso le haría bien. ¡Si quería bajar de peso, no podía rendirse tan rápido! Es sólo que era algo difícil soportar la vergüenza que le invadía.

Ahora chilló cuando Youngdo volvió a alcanzarla y le pellizcó el costado con fuerza. Se echó hacia atrás, jadeando por el dolor, y el híbrido de hiena la soltó con un gesto burlón mientras sus amigos estallaban en carcajadas.

―¡Eres tan asquerosa! ―gritó, antes de salir corriendo cuando Jisoo se volteó y corrió hacia Lisa, gruñendo.

―¡Son unos idiotas, no les hagas caso! ―habló la azabache, agarrándole la mano para acompañarle en la última vuelta.

Lisa le siguió, aunque desanimada por la situación. Jisoo, a pesar del sudor y el cansancio, se veía adorablemente bonita. Más adelante, Shuhua también lucía así. La única que desentonaba en ese grupo era ella, y la tristeza aumentó por eso mismo.

Todo empeoró cuando la clase terminó y el profesor los mandó a ducharse. Lisa siempre era de las últimas en meterse, no quería seguir siendo objeto de burla, y Shuhua le acompañó en esos minutos. No ingresaba al camerino sino hasta que todos salían, esperando en el pasillo y sentada en el suelo.

El camerino estaba divido entre hombres y mujeres, pero dentro de un mismo lugar. Sólo había una pequeña pared que los separaba y Lisa odiaba eso. Era fácil que idiotas se colaran a mirar chicas, sobre todo omegas.

Estaba conversando con Shuhua, que le hablaba sobre salir de camping el fin de semana, cuando del camerino salió Youngdo con su grupo de amigos. Lisa rogó que pasaran de largo, que no la tomaran en cuenta, pero no fue así.

―¿Por qué no vas a bañarte? ―dijo Youngdo, deteniéndose frente a ella―. Tu olor es repulsivo.

―Mi o-olor está bien ―tartamudeó Lisa, retrocediendo. Shuhua parecía tan temerosa como ella, pues estaban en presencia de carnívoros, que además eran alfas.

―¿Qué dices? Gorda y con un aroma horrible, ¡en definitiva, ningún alfa querrá tener una omega tan asquerosa! ―habló Sikyung, con gesto de desprecio.

―¡Claro que sí! ―saltó Shuhua―. ¡Jennie está muy interesada en Lisa! ¡Si no se detienen, ella se va a enfadar mucho!

―¿Jennie? ―se rió Youngdo―. ¿A qué no sabes? ¡Ella sólo está contigo por una apuesta!

―¡Me-mentira! ―chilló Lisa, sintiendo su corazoncito apretándose ante esas palabras.

Se dijo que eso no era cierto, Youngdo debía estar mintiendo. No había forma en que eso fuera verdad, Jennie le demostró un montón de veces que le quería honestamente y no iba a reírse de ella.

Wild chipmunk | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora