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Lisa no esperaba que Jennie pasara a buscarla al día siguiente, aunque no verla en la puerta de su casa hizo que su corazón se apretara en pena. Se dijo, de todas formas, que eso era lo mejor debido a lo ocurrido el día anterior.

Lo estuvo pensando mucho esa noche, dándole vueltas a lo ocurrido entre ellas. El consejo de su mamá resonó demasiado en su cabeza, y finalmente concluyó que debía hablar con Jennie de lo ocurrido. Sobre todo, era momento de aclarar lo que pasó con las dos, explicarle bien a Jennie cómo se sentía, y decirle que también comprendió sus celos.

Tal vez no debió aceptar ese regalo, pensaba, o decirle directamente a Sehun que lo agradecía, pero no lo aceptaba. Su alfa tuvo que sentir demasiados celos, ¿no era comprensible? Ella también los sintió cuando esa omega tigre le coqueteó en el gimnasio, y Jennie le hizo saber que era la única en su corazón.

Entonces, ese día, haría lo mismo por ella. Le escribió una bonita carta donde le explicaba sus sentimientos y, además, hizo un dibujo de las dos en sus formas animales. No era la mejor dibujando esas cosas, por el contrario, de seguro cuando lo viera, Jennie se iba a reír por los trazos infantiles. Sin embargo, lo hizo con todo el amor del mundo, con ellas dos fuera de su futura casita y con muchos árboles rodeándolas.

Esperaba verla en la entrada del colegio, quizás con sus amigas, pero tampoco se la encontró. Había llegado un poco atrasada, así que no tuvo la oportunidad de buscarla por los pasillos. ¿Y si ese día no había ido al colegio? ¿Y si Jennie de pronto se enfadó más con ella por lo de ayer y ya no quería verla? ¿Y si...?

El hilo de pensamientos se cortó de su cabeza cuando, al entrar al salón de clases, vio sobre su mesita un bonito arreglo de... de... de piñas de pino.

Piñas de pino pintadas en muchos lindos colores pasteles, con pequeños tallos de madera pegados en un extremo y dentro de un canastito de mimbre. Su corazón dio un vuelco loco, porque ese regalo... Ese debía ser el regalo de cortejo más grande que recibió alguna vez, y el que significaba una propuesta de compromiso para una ardillita. Un regalo de piñas de pino era un presente importante para ellos.

Se volteó enseguida hacia Sehun, que le contemplaba con una expresión indescifrable en su puesto.

―Sehun ―habló, y fue hacia él―, agradezco mucho el regalo, de verdad, pero no puedo aceptarlo.

―¿Lili...? ―preguntó el alfa, arrugando sus cejas.

―No quiero que me cortejes ―añadió, y sus mejillas se colorearon de rojo―, es que yo ya tengo una novia a la que amo mucho, y no quiero dejarla. ¿Puedes entenderlo?

―Ah ―Sehun sacudió su cabeza, ahora viéndose confundido―, lo entiendo, Lis, pero yo... yo no te hice ese regalo.

Lisa parpadeó, desconcertada por sus palabras y tratando de encontrarle sentido a ellas. ¿Cómo? ¿No había sido Sehun? ¿Entonces quién...?

Fue hacia el bonito arreglo. En ese momento, sus amigas aparecieron.

―¡Wow! ―exclamó Shuhua sorprendida―. ¡Qué bonito es, Lisa! ¿Es tuyo?

―¡Está muy hermoso! ―apoyó Jisoo, con su colita agitándose por la emoción.

Lisa no respondió, admirando el hermoso regalo y notando entonces un sobre entremedio de las piñas. Lo agarró y vio su nombre escrito elegantemente fuera, por lo que mientras la profesora aparecía y luego de bajar el canasto al suelo, lo abrió.

Mi muy linda y preciosa Lili:

Hice este regalo con la esperanza de que puedas perdonar mi idiotez el día de ayer. ¿Podemos almorzar juntas en el patio después? Me gustaría hablar contigo y tratar de obtener tu perdón. Si no quieres venir, no voy a enfadarme y respetaré tu decisión sin insistir más, pero me sentiría muy feliz si puedo explicarme una última vez.

Wild chipmunk | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora