Jisoo conoció a Rosé cuando tenía trece años y llegó por primera vez a ese colegio. En verano se había mudado con sus padres a Daegu y la habían matriculado en la secundaria más próxima a su hogar. Habían llegado desde las zonas rurales hacia la gran ciudad, y fue un gran cambio para Jisoo, además de que significaba comenzar de nuevo en un lugar y hacer amigos otra vez. En el campo nunca tuvo problemas, ya que al ser una comunidad pequeña todos se conocían, y estaba un poco asustada de ese nuevo año académico.
Las primeras semanas fue, por supuesto, un poco incómodo y conociendo a sus nuevos compañeros. Se le hizo raro compartir con tantos estudiantes en el salón, pues en el campo, no eran más de diez por curso. Además, la variedad era enorme: desde hámsteres hasta osos. Fue un poco difícil adaptarse al inicio, pero ya con el pasar de los días, se le hizo más sencillo.
Primero conoció a Rosé y no a sus amigas, Shuhua y Lisa. Al elegir algún taller, se decidió por el de Arte y Fotografía, y Rosé fue su compañera de puesto el primer día de la clase.
―Pensé que sería teoría del arte ―se quejó Rosé, llamando su atención―, no pintar en caballete...
―¿No te gusta pintar? ―preguntó Jisoo, mirándola de reojo.
―No soy buena pintando ―admitió―, soy más de leer. Quería leer sobre Van Gogh, Picasso, Dalí, Monet...
―A mí me gusta mucho Picasso.
Rosé pareció animarse con sus palabras, porque durante el resto de la clase se dedicó a hablar sobre teoría, estilos e interpretaciones de artes. Jisoo admiró cada palabra, incluso llegando a pensar que la alfa debía saber más que el profesor.
Para su mala suerte, no la vio en las siguientes clases porque Rosé se cambió de taller. Desde ese momento en adelante, su enamoramiento por la neozelandesa no hizo más que crecer, mirándola desde lejos y pensando en lo inteligente y atractiva que era. Soñaba con salir en una cita con ella.
―¿Te has dado sesiones de besos con Rosé? ―le preguntó Shuhua, ahora en la actualidad, mientras descansaban en el césped en uno de los recreos.
―Sí ―Jisoo sonrió con felicidad―. ¿Y tú con Soojin?
―Mmmm... ―Shuhua era muy tímida para contar sus experiencias personales.
―No sólo deben besarse ―señaló Lisa―, deben hacer más que eso.
Shuhua soltó un chillido, agarrando el apio que había estado mordisqueando para lanzárselo a la cara. Lisa alcanzó a agacharse para no recibirlo, aunque sin borrar su sonrisa.
—¿Y por qué me molestas tú? ―se quejó la menor―. ¡Jennie y tú ya son todas unas esposas!
Lisa también gritó y se lanzó sobre la conejita para meterle sus bellotas en la boca y ahogarla. Jisoo soltó un par de risitas, aunque algo en ella se deprimió un poco cuando veía a sus dos amigas con sus novias. Por muy increíble que pudiera parecer, ellas ya poseían parejas a pesar de que fue Jisoo la que impulsó la salida en donde se conocieron. Rosé, hasta ese momento, no le había propuesto nada de ser novias a pesar de que se daban besos y, a veces, hacían algo más.
¿Tal vez no le gustaba tanto? Era la única explicación posible. Quizás Rosé sólo la veía como una omega con la que pasar el rato, ya que se comían la boca a besos y también se habían acostado un par de veces.
Esa idea le bajoneó más aún. Rosé de seguro no estaba tan interesada en ella y sólo le aceptaba los besos porque era una pegote. Jisoo creció en una familia donde las muestras de afecto eran de piel, con muchos abrazos, toques y cariños, y no podía evitar hacer lo mismo con la gente que la rodeaba. En especial por la chica que le gustaba. Cuando veía a Rosé y estaba con ella, le encantaba tocarla y besarla. Sus padres siempre le decían que era un monstruo de afecto.

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Wild chipmunk | Jenlisa
RomanceLisa es sólo una pequeña ardillita en un mundo de horrendos carnívoros. Al menos, hasta que Jennie llega a su vida. ➼ Jennie G!P ➼ Adaptación © Hobibuba ➼ Prohibido copiar o adaptar mi versión