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La mañana llegó con un fuerte sol que iluminaba todo el cuarto, y entre las ropas de la cama y del pijama de Jennie, una pequeña ardillita comenzó a removerse.

Lisa se estiró, bostezando por el sueño, y sus orejitas se movieron. Contempló con curiosidad a la chica que dormía junto a ella, y se arrastró por debajo de las mantas, saliendo al exterior. Sin poder controlarlo un poco, comenzó a olisquear el cuello de Jennie, atraída por el aroma que exhalaba.

―Nooo, me haces cosquillas... ―le escuchó murmurar, y Lisa se aferró a la ropa de la chica cuando se volteó en la cama.

La ardillita contempló el rostro adormilado de Jennie, antes de ir a la orilla de la cama y tirarse al suelo. Una vez allí, resonó un pop, y la ardilla ya no estaba, sino que Lisa se transformó en una humana.

―Jendeukie ―llamó, sentándose en la cama, sin poder evitar la expresión tímida―, Nini...

―¿Qué pasa, Lis? ―masculló Jennie, arrebujándose en la cama y sin abrir los ojos―. Ven aquí, ¿vale? Todavía es temprano...

Lisa miró a su alrededor y agarró el celular. Eran las diez de la mañana.

―Por fis... ―suplicó, y eso bastó para que Jennie suspirara y abriera sus ojos, mirándole con esos bonitos orbes oscuros―. Jennie...

―¿Dormiste bien? ―le preguntó la mayor, poniendo una expresión de preocupación. Lisa le contempló, desconcertada por su pregunta―. ¿No te aplasté?

―¿Ah? ¡No, no! ―saltó Lisa, sacudiendo su cabeza―. No, Jennie, estuvo bien. De verdad... ―sintió sus mejillas coloradas―, gracias por venir anoche. No tenías...

―Claro que tenía ―le interrumpió, impaciente―. Eres mi omega, ¿no? Mi deber es protegerte, cuidarte y consolarte.

Lisa abrió la boca, pero no salió ruido alguno de ella, incapaz de hacer un sólo ruido. Lo que le estaba diciendo Jennie... ¿Era en serio? ¿O estaba bromeando? Casi esperaba que fuera una broma, que la pantera saltara y gritara un "¡sorpresa!".

Pero Jennie sólo le miró, expectante.

―¿Todavía soy tu omega? ―preguntó, atónita.

Jennie parpadeó, ahora ella luciendo confusa por lo que acababa de decir.

―Por supuesto que sí, ¿por qué no lo serías más? ―habló la mayor, sacudiendo su cabeza.

―Porque... porque... ―la voz de Lisa se ahogó―, porque nosotras terminamos, Jennie.

―¿Terminar? ―farfulló, incrédula―. Claro que no, sólo nos tomamos un tiempo. Nada más. No hemos terminado ―puso, en ese momento, una expresión dudosa―. ¿O sí?

Lisa volvió a abrir la boca, pero como ocurrió antes, no habló enseguida. Es decir, ella estuvo llorando mucho todos esos días, pensando que su relación con Jennie se había acabado y la alfa ya no le iba a querer. No podía pensar en otra cosa debido al arrebato que tuvo, porque le dijo cosas muy feas a la azabache, le gritó y no quiso escucharla. ¿Cómo la alfa iba a querer estar con alguien como ella, con tantos problemas?

Pudo sentir sus ojos llorosos al recordar ese día.

La expresión de Jennie se suavizó.

―Ven aquí, Lili ―le dijo, cariñosa, y Lisa se puso a llorar, pero abrazó a Jennie con fuerza, enterrando su rostro en el pijama de la mayor―, claro que no vamos a terminar, mi linda bebé, ¿cómo puedes creer eso?

―Lo siento ―sollozó, sorbiendo por su nariz―. Yo no quería... No sé qué me pasó, Nini...

La híbrida de ardillita siguió llorando por un largo rato, en el que Jennie la acurrucó bajo las mantas, abrazándola con total cariño para consolarla. Sólo pasados unos largos minutos logró calmarse, pero se aferraba a su pareja con desesperación.

Wild chipmunk | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora