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Jennie estaba mirando a su presa, escondida entre el alto césped del patio escolar. Sus ojos seguían los movimientos del pequeño animalito a metros de ella, una bonita ardillita que estaba abrazando un aguacate, tan concentrada en su alimento que no se percató de la castaña tan cerca de ella.

La pantera no lo pensó más y se lanzó a atacar a su presa, su cola sacudiéndose en el aire. La ardilla se dio cuenta tarde de lo que estaba ocurriendo, pero ya no tenía escapatoria, así que recurrió a su último y desesperado recurso: hacerse bolita.

Rosé suspiró al ver la escena ante ella. Jennie, en su forma de pantera, tenía a Lisa entre sus patas delanteras, lamiendo su pelaje. La ardillita parecía algo asustada, sin embargo, abrazaba y seguía comiéndose el aguacate.

―La próxima vez la matará de un infarto —dijo Jisoo, sentada a su lado.

―Jennie es un poco idiota con su cortejo ―aceptó Rosé, guardando el recipiente donde llevó su comida en el interior de la mochila―. Um, ¿cuándo volveremos a cazar conejos? ―le preguntó con un poco de torpeza.

Jisoo sonrió con felicidad. De su grupo de amigas, ella era la que iba avanzando más lento con Rosé, y es que la híbrida de perrito todavía no le pedía que fueran novias. Estaba un poco preocupada de no gustarle lo suficiente a la chica, sin embargo, sus miedos se esfumaban cuando la invitaba a citas. ¡Tal vez la neozelandesa quería que se conocieran bien antes de dar el gran paso!

―¿Es una indirecta? ―preguntó, coqueta. Rosé parecía desconcertada―. ¿Iremos a hacer lo que la sucia conejita Shuhua hace con su novia?

Rosé enrojeció, pero antes de poder decir algo, alguien más habló:

―¡¿Qué estás hablando de mí, Jisoo?!

Jisoo saltó de su lugar y la ardillita Lisa se asustó por el gritó. Un puf resonó y ya no había un animalito, sino una chica de dieciséis años, algo aturdida. Jennie, en su forma de pantera, gruñó, y ahora Shuhua saltó con espanto a los brazos de Soojin, que la agarró para que no se cayera.

Otro puf y Jennie apareció en su forma humana.

―¡Me dejaste la cola pegajosa! ―se quejó Lisa, acariciando su esponjosa y enorme colita de ardilla.

―¡JISOO! ―volvió a gritar Shuhua, recuperando la valentía―. ¡¿QUIÉN TE CREES QUE ERES PARA HABLAR ASÍ DE MÍ?!

La híbrida de zorrito se veía desconcertada.

―¡Tu amiga! ―dijo, como si fuera obvio―. Ay, no te hagas la mojigata, Shua. Todos sabemos que Soojin y tú hacen cosas sucias, ¡ya de inocente no te queda nada!

―¡Eres una estúpida e irrespetuosa!

―¡Shua tiene fetiche con lobos! ―se rió la azabache, antes de voltearse a Lisa, que limpiaba su colita―. ¡Shuhua y tú están cortadas por la misma tijera, mira que interesarse por carnívoros y animales tan grandes!

―Deberías detenerte, Soo ―intervino Rosé, agarrándole la mano a la chica―. Como sigas así, Shuhua va a orinarte.

Esas dos estaban hechas definitivamente la una para la otra, pensó Shuhua con enojo. Sin embargo, su enfado se esfumó cuando Soojin le agarró la colita esponjosa, y fue como si un botón automático se activara: se transformó en un conejito blanco y esponjoso, que fue agarrado con rapidez por la alfa.

―No te enfades, Shua ―le dijo Soojin, sonriente, y la apretujó contra su pecho―, unnie va a cuidarte.

Pobre conejita.

Jennie, por otro lado, no pudo aguantarse y, a pesar de estar escuchando los regaños de Lisa por dejarle la colita húmeda, la agarró de las mejillas y se las apretujó, abultándole los labios para darle un par de besos.

Wild chipmunk | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora