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A Jennie no le sorprendió pillar a Lisa comiendo nueces en la cocina. Si antes solía comerlas en su dieta, desde que estaba embarazada que poseía ese antojo multiplicado por diez. Aunque si le llamó la atención verla en su forma ardillita, encima de la mesa y sacando las nueces de la bolsa con sus hábiles manitos.

―Bebé ―suspiró Jennie, yendo hacia ella, y la ardilla se volteó a verla. No pudo menos que admirar más el abultado vientre de embarazo que poseía, casi como si estuviera ya a punto de parir a pesar de que Lisa estaba a mitades de su segundo mes―, la doctora dijo...

Se agachó cuando el animalito le lanzó una nuez. Jennie no sabía si había una relación entre agresividad y embarazo, tal vez debería estudiarlo y así salvar la vida de las personas que quisieran tener bebés.

Resonó un pop y Lisa apareció, sentada en la mesa y todavía con su vientre hinchado. Jennie no había querido mencionarlo para no hacerla llorar, pero le preocupaba un poco lo grande que era. Es decir, era normal que ya se le marcara a los dos meses. El embarazo en una humana era de nueve meses, el de una ardilla un mes y medio, y de una híbrida de ardilla, eran cinco meses y medio. Sin embargo, la tripita de Lisa era... era muy, muy grande. Jennie creía que quizás iba a tener dos bebés, aunque eso lo iban a saber el día de mañana, cuando fueran a la ecografía.

―No me dejas comer nada ―sollozó Lisa.

―Puedes comer nueces ―Kim sacudió su cabeza―, pero estás comiendo demasiadas, bebé. No te hace bien. Luego te encierras en el baño y...

―¡No digas eso, Jennie! ―chilló Lisa, poniéndose de pie y agarrando una nueva nuez para lanzársela.

Jennie salió de la cocina antes de ser asesinada.

Lisa se había titulado, finalmente, un mes atrás, mientras que Jennie iba a tener su defensa de tesis en dos semanas más. Por lo mismo, ahora podía dedicarse a cuidar a tiempo completo de su novia, que para no mantenerse inactiva, se había comprado una pelota de pilates y solía echarse en ella todas las tardes, aburrida. La pantera trataba de no mirarla demasiado, porque... Bueno, si era sincera, a su instinto animal se le hacía más apetecible la omega con ese dulce aroma materno y su vientre hinchado por su (o sus) cachorro. Sin embargo, no quería espantar a Lisa de ninguna forma, pues ante su evidente subida de peso, la omega estaba muy sensible.

―Jennie.

La voz tímida de su novia la hizo desviar la vista de la computadora. Estaban ya acostadas en la cama, con la televisión encendida, mientras la alfa trabajaba en la presentación de su tesis.

―¿Sí, mi amor? ―dijo, quitándose los lentes de lectura y bostezando.

―Tú... uh... ¿ya no me deseas?

La observó con desconcierto ante esas palabras. ¿Qué? ¿De qué estaba hablando?

―¿Desearte, Lili?

―Sí ―un suspiro triste―, no me quieres tocar porque estoy gorda, ¿cierto? Entonces...

Lisa se calló cuando, de manera sorpresiva, recibió un beso en su boca. Jennie emitió un gruñido bajo cuando la omega contestó, gimiendo en su garganta.

―No digas tonterías ―le murmuró―, claro que te deseo. ¿Sabes...? ―una risa ronca―. Tengo la polla hinchada por las ganas que tengo de follarte, Lili.

La omega emitió un chillido, medio indignación medio excitación, y casi de manera automática, se separó de piernas cuando la alfa se subió encima de ella.

―¡Oye, no seas.... descarada! ―trató de decir Lisa fingiendo enfado, pero dejando que la alfa le quitara los pantalones―. ¡Aprovechada!

―Pero debes saberlo ―siguió hablando Kim―, lo mucho que me calienta verte cargando a mi bebé... El hecho de que estés así porque te anudé varias veces...

Wild chipmunk | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora