. . prólogo ; la era sangrienta

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Fueron los vampiros después que los humanos.

Durante siglos, aquellas criaturas míticas reinaron sobre los mortales en una jerarquía donde ninguno otro podía superarlos.

Eran depredadores por naturaleza, seres extremadamente sádicos y violentos que dependían de la sangre humana para subsistir, y no les importaba ni un poco tomarla para alimentarse. Su sed insaciable llevó a los mortales al borde de la extinción, y cuando parecía que pronto se esfumarían, ellas aparecieron.

Entre las penumbras de la desolación, las brujas resurgieron como mujeres de sangre antigua y dones mágicos lo suficientemente fuertes como para derrotar a sus enemigos. Formaron un aquelarre lideradas por Nefeli, la hechicera más poderosa, y juntas, maldijeron por completo la raza vampírica.

Los condenaron con debilidades como la luz del sol y las estacas de madera. Impusieron los juramentos con los humanos a modo de intercambio, ya no podían tomar la sangre mortal sin el permiso de sus víctimas y, por si fuera poco, se protegieron a sí mismas, bajo la promesa de que todo aquel vampiro que se atreviera a beber sangre de bruja quedaría ligado a ella como su guardián hasta el día de su muerte.

Los vampiros perdieron su gloria, y con el paso del tiempo, quedaron como un simple y lejano recuerdo entre los humanos, simples leyendas para asustar niños antes de dormir. Pero no dejaron de existir.

Los vampiros aún merodean entre los humanos. El peso de su maldición los ha orillado a crear pactos con los mortales para beber de su sangre a cambio de sus dones, huelen la desesperación de la muerte venidera y aparecen para alargar sus vidas o sanar sus cuerpos, a cambio de alimento hasta el día en que mueran. Y entonces, lo desechan y se consiguen uno nuevo. No es demasiado difícil.

En un mundo corrompido y cruel, a veces los mortales terminan siendo peores monstruos que los vampiros, y con una maldición antigua e irrompible, no quedan demasiadas razones para seguir temiendo de ellos, ¿cierto?

En un mundo corrompido y cruel, a veces los mortales terminan siendo peores monstruos que los vampiros, y con una maldición antigua e irrompible, no quedan demasiadas razones para seguir temiendo de ellos, ¿cierto?

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