Todo era blanco cuando Haneul abrió los ojos.
Lo primero que percibió, fue un fragante aroma a flores invadir su sentido del olfato, y por un segundo, pensó que tal vez aquella era señal de que había pasado a la siguiente vida, pero no fue así.
Estaba en un hospital, cada hueso de su cuerpo le dolía ante el mínimo movimiento y se sentía mareada.
Frunció el ceño, releyendo con decepción la pequeña nota que decoraba el arreglo floral a un lado suyo y rodó los ojos.
Querida Haneul:
Espero que te recuperes pronto. No descuides ese buen trabajo que tienes.
Con cariño,
Mamá.Alzó una ceja con impaciencia y se recostó sobre la cama. La señora Song era una mujer problemática. Luego de que su esposo, el padre de Haneul, la abandonara a la tierna edad de seis años, ella se dedicó a ser una cazafortunas, enfocándose en ganar dinero de cualquier forma posible. Ahora mismo debía andar por ahí, en alguna parte de la ciudad, gastando la plata en bares o casinos de mala muerte con el dinero del último hombre al que había estafado. Cuando se quedara sin nada ya iría con Haneul para que esta le diera un poco más.
Era como una rutina. De todas formas, ella siempre regresaba.
Haneul sintió algo removerse en su pecho cuando leyó la nota, percibiendo esa frialdad e interés monetario casi al instante. Luego de haber estado al borde de la muerte, al menos esperaba un poco de calidez de parte de su progenitora, o que la hubiese ido a visitar al menos, pero esta se había limitado a enviar un ramo de flores que, para colmo, eran de funeral.
Estaba tan sola.
Dejando sus pensamientos de lado, se incorporó sobre la cama, escuchando su huesos tronar ante el movimiento, sintió una pequeña punzada molestar en su cuello y solo hasta ahí recordó todo lo que había sucedido luego del accidente.
La sangre, el pacto... Minho.
¿Toda aquella locura había sido real? No podía ser, y aún si así lo fuera, ¿dónde estaba él?
—Buenos días, señorita Song, veo que al fin despertó —la voz femenina la hizo salir de sus pensamientos. Haneul observó con recelo a la enfermera que cargaba consigo una bandeja de comida y un bolso de cuero negro.
—¿Esa bolsa es mía?
—Sí. Un tipo muy apuesto vino a dejarla en la mañana, dijo que volvería más tarde y... —no la dejó terminar, simplemente tomó la cartera y sacó su teléfono, encendiéndolo al instante para toparse con un montonal de notificaciones llenar su bandeja de entrada inmediatamente. Y un mareo se apoderó de ella al releer por encima los mensajes.
"Supe lo del accidente, Haneul..."
"Estoy impactado, no puedo creerlo..."
"Era tan joven..."
"Lamento tu pérdida, Haneul".
El corazón se contrajo bruscamente al leer esas últimas palabras y solo hasta ese momento pareció recaer en la gravedad de la situación en la que se encontraba envuelta y lo real que era.
Yeon-ye había muerto.
Y además de una profunda conmoción, no sentía nada.
No se permitió pensar claramente, cegada por sus impulsos, se despojó de las sábanas y salió en bata de la habitación, con el celular en la mano, ignorando los gritos de la enfermera y el personal del hospital. La luz del exterior era cegadora, un día inusualmente iluminado para ser principios de noviembre. Notó los moretones visibles en su cuerpo y las miradas dudosas de las personas que veían su deplorable estado pero no le dio importancia, más bien, tomó el primer taxi que se ofreció a llevarla, mientras investigaba la dirección de la funeraria donde velarían el cuerpo de Yeonjun en las redes sociales de su familia.
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Renaissance ©
VampireCuando se encuentra al borde de la muerte, un ángel aparece para salvarla, pero esperen...los ángeles no tienen colmillos afilados ni una insasiable sed de sangre que solo los mortales pueden calmar, ¿cierto? Renaissance ; a Lee Minho dark fantasy...