Desde el día en el que lo conoció, Song Haneul estuvo convencida de que Lee Minho no podía ser humano.
Cuando el mayor se mudó a su edificio, hacía años, algo de él llamó su atención inmediatamente. Esos aires superiores e intimidantes eran casi magnéticos, una personalidad que denotaba problemas y cara de pocos amigos...resultaba prácticamente imposible no voltearlo a ver.
Además, esa piel pálida como papel, cuerpo esbelto, pómulos prominentes, cabello pelirrojo oscuro y una mirada penetrante...definitivamente ese físico debía ser sobrehumano.
Aún recordaba lo inferior que se había sentido cuando fue a darle la bienvenida, con una canasta de galletas horneadas por sí misma y una gran sonrisa dibujada en su rostro. Minho tardó un poco en abrir la puerta, que quedaba justamente enfrente de su departamento y no se molestó en darle el pase de cordialidad. Unos lentes redondos negros ocultaban sus ojos y estaba cubierto por una bata de seda gris oscuro, sin mencionar que su cabello parecía desordenado. Posiblemente seguía dormido incluso a esas horas de la tarde.
—Me llamo Haneul y soy tu vecina. Traje esto para ti, espero que te sientas bienvenido en este lugar.
Lee Minho tomó la canasta con flojera y le dirigió una dulce sonrisa cálida, solo para matarla después con la frialdad de su respuesta.
—Hola Haneul. Soy Minho y detesto a los entrometidos, así que evita cruzarte por mi camino, ¿quieres? —contestó, para después cerrarle la puerta en la cara.
La decepción fue clara en el rostro de la menor, pero aquello no la detuvo de continuar indagando alrededor de su curioso vecino. Después de todo, seguía siendo una muchachita hormonal en sus recién cumplidos veintes, flechada por un hombre de veinticinco.
No fue difícil notar algunas actitudes extrañas de Lee Minho mientras lo espiaba cada que tenía oportunidad. Como, por ejemplo, que generalmente salía más de noche que de día. Se disolvía entre las tinieblas como una sombra y no regresaba hasta el amanecer. A veces solo, a veces acompañado, pero continuamente con kilos de carne fresca y congelada que habría comprado por ahí. Evitaba a toda costa abandonar su departamento en verano, así que era mucho más común verlo vagar en el exterior durante otoño e invierno. Además, nadie sabía nada de su familia o el origen de su fortuna. Vivían en un edificio departamental bastante lujoso, lleno de hijos de empresarios jóvenes, cuyos negocios eran conocidos a nivel nacional, pero del nuevo inquilino no se tenía ningún conocimiento. Sin embargo, nadie pareció cuestionarse nada, ni siquiera el hecho de que, desde su llegada, todo el tiempo aparecieran animales muertos tirados por ahí, a las afueras del edificio, secos hasta los huesos como si les hubieran succionado incluso la última gota de sangre.
Entonces, sucedió lo más extraño y perturbador de todo. Era una noche oscura y solitaria cuando se asomó por el balcón al darse cuenta de que el varón había decidido cenar bajo la noche estrellada. Afuera, hacía frío y se sentía una serenidad impresionante. Minho comía tranquilamente de su plato, parecía una escena normal hasta que partió su trozo de carne en dos con el cuchillo y Haneul pudo jurar haber visto la sangre chorrear del trozo de la comida fresca y cruda. Abrió sus ojos con conmoción, y para su mala suerte, Lee Minho pareció percibir su mirada, pues alzó la cabeza en su dirección y soltó una sonrisa burlona, mostrando un par de colmillos afilados manchados de rojo, tomando su copa llena de alguna sustancia escarlata para agitarla en su dirección despreocupadamente, en señal de brindis.
Confundida, Haneul apagó las luces del balcón antes de encerrarse en su departamento y nunca más volvió a espiarlo. Lo evitaba tanto como podía y poco a poco, esa pequeña obsesión por él se borró de su mente.
Pasaron los años y aunque su vecino seguía manteniendo actitudes extrañas, ya no eran un problema para Haneul. Ahora era una agente editorial recién egresada, con muchos más asuntos de que preocuparse además de su vecino, quien seguía dando aires de vampiro, emo o asesino serial. Aunque, quizá, solo era uno más de esos raritos que preferían el término medio. Eso sin mencionar que Haneul había crecido, era una joven hermosa de veintitrés, mientras Lee Minho seguía luciendo...exactamente igual que como lo conoció, o incluso mejor. Como si los años jamás le pasaran factura.
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Renaissance ©
VampireCuando se encuentra al borde de la muerte, un ángel aparece para salvarla, pero esperen...los ángeles no tienen colmillos afilados ni una insasiable sed de sangre que solo los mortales pueden calmar, ¿cierto? Renaissance ; a Lee Minho dark fantasy...