Haneul sentía su cabeza a punto de explotar.
La puerta de la suite de Minho estaba abierta frente a ella, mientras el chico metía las últimas cajas de la improvisada y repentina mudanza. Eran ciertamente pocas cosas, las suficientes para que la mujer no tuviera que ir de un apartamento al otro constantemente. De esa forma, se aseguraba de no perderla de su vista ni siquiera en períodos cortos de tiempo.
—Así que al final lo logré —murmuró la chica, adentrándose al lugar, observando cada detalle con curiosidad. —Dormiré en tu departamento —continuó, recordando sus viejas fantasías hormonales de cuando solo era una universitaria promedio con una fijación por hombres problemáticos (generalmente mayores) y un flechazo irremediable por su vecino.
—No te emociones demasiado —respondió Minho, con burla.
—Este apartamento es el doble de grande que el mío —continuó ensimismada, con atisbos de sorpresa. El departamento era minimalista, pero bastante lujoso. Complemente negro, desde las paredes hasta los muebles y la casi nula decoración, sin mencionar que las cortinas de los ventanales a simple vista parecían gruesas y pesadas, cubriendo hasta el rayo de sol más inofensivo. —¿Todo esto es para ti solo?
—No vivo solo —afirmó, ocultando sus manos en los bolsillos de sus pantalones mientras se paseaba por la sala con desinterés hasta llegar a uno de los sillones de cuero, se dejó caer con cansancio y tomó aire, su expresión se tornó un tanto malhumorada. —Demonios, no le advertí sobre esto. Va a estar molesta.
—¿Molesta?
—Sí, es un tanto...complicada —murmuró, frotando sus ojos con frustración. Haneul arqueó una ceja, no tenía idea de que Minho viviera con alguien más, mucho menos de que ese alguien fuera una "ella". Seguro tenía poco tiempo con él, quizá después de que ella abandonara esa pequeña obsesión suya. De todas formas, no le sorprendía en absoluto. Minho era joven (al menos físicamente), atractivo y con dinero. Claro que tenía sentido que estuviera con alguien más. —Celosa y algo...reacia con los humanos, especialmente aquellos que no conoce.
Al escuchar esta última frase, algo se removió con inquietud en su pecho. Aquello indicaba que la chica no era "humana", así que probablemente, era un vampiro, al igual que él. Y si la relación que mantenía con Minho era romántica, entonces, sin dudas, todo se volvería un lío rápidamente. Porque, aunque el vampiro la convenciera de que no iba a dañarla porque era su guardián, la chica, después de todo, no tenía ningún deber con ella.
Demonios.
—Jane... —pronunció Minho, llamándola. Haneul tragó saliva, preparándose mentalmente para lo siguiente, pero para su sorpresa, no fue una vampira, ni una bruja, ni una humana quien salió de los pasillos para caminar en su dirección, sino un felino.
Un precioso gato siberiano de pelaje negro y ojos amarillos apareció en su campo de visión, caminando sobre sus suaves patitas en dirección a su dueño, con un porte que ni ella misma poseía, sus orejas puntiagudas levantadas y la cola enrollada hacia arriba. Observó a Haneul con recelo, levantando su nariz, parpadeó ligeramente y saltó al regazo del vampiro sin esperar nada más.
Haneul respiró con alivio, formando un mohín y observando a la gata con ternura.
—Aww, adoro los gatitos —murmuró con ternura, acercándose al sillón para alargar su mano en dirección al felino, pero este, en su lugar, se tensó con desconfianza y soltó un maullido.
—Jane, ¿por qué eres tan gruñona? —cuestionó Minho, acariciando su cabeza para que se tranquilizara. —Me harás pensar que dar malas impresiones es tu pasatiempo favorito.
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Renaissance ©
VampireCuando se encuentra al borde de la muerte, un ángel aparece para salvarla, pero esperen...los ángeles no tienen colmillos afilados ni una insasiable sed de sangre que solo los mortales pueden calmar, ¿cierto? Renaissance ; a Lee Minho dark fantasy...