. . O16 ; murciélagos en el estómago

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—¡Haneul! —la voz de Minho aproximándose hacia ellos la sacó de sus pensamientos. La bruja se giró al escucharlo hablar, encontrando la imagen de un vampiro para nada contento con la situación, corriendo hacia ella bajo la lluvia con el paraguas en mano. Si no fuera por su incredulidad, juraría que estaba asustado. —¿Por qué te fuiste sin avisar? No deberías andar por estos lugares sola —regañó. —¡Y aún menos bajo la lluvia! ¿Ya olvidaste que te enfermaste el otro día? Debes cuidarte, ¿sigues tomando los medicamentos que te recetó Eunji?

Haneul parpadeó, intentando procesar las palabras que parloteaba con rapidez y alzó las cejas cuando Minho extendió el paraguas hacia ella para protegerla de la lluvia.

—Lo siento —murmuró, tomando la sombrilla entre sus manos, rozando por un segundo los dedos de Minho. Su mano estaba mojada y fría por la lluvia, pero ella pudo sentir chispas ardientes explotar ante el mínimo contacto. —Él es Christopher, lo confundí con alguien más en el puesto de los bollos al vapor y...

—¿De quién hablas?

Haneul frunció el ceño, girándose rápidamente a sus espaldas para descubrir que el callejón estaba completamente vacío y no había ni rastros del muchacho rubio con el que se había encontrado hacia unos minutos atrás.

—¿Qué? ¡Pero si estaba aquí hace un segundo! —murmuró confundida, examinando con la mirada todo el panorama, sin tener éxito. —Bueno, supongo que se fue rápido.

—No deberías seguir extraños por la calle —replicó con una mueca de disgusto, intentando encontrar rastros de alguna presencia extraña en el ambiente pero no obtuvo nada.

Aún así, algo no le terminaba de dar buena espina.

—Ya te dije que lo confundí con un «amigo» —recalcó.

—Aún así —continuó Minho. —Ya no importa, andando.

Haneul vaciló pero terminó asistiendo, tomando el brazo de Minho para comenzar a caminar rumbo al automóvil. Pasaron primero a recoger algunos bollos antes de subir y el camino fue silencioso. La bruja aprovechó el tiempo y la vista agradable de las calles nocturnas y lluviosas para sacar su diario y escribir un poco sobre la experiencia que había tenido anteriormente.

Hoy volví a verte. Te veo en todas partes, no solo en las personas, sino en los lugares que frecuentábamos cuando seguías con vida. Es extraño verlo de esta manera. Juraría que eras tú y me moví a dónde fuera que me guiara mi corazón, pero la realidad es que el corazón es engañoso y perverso. Caminé bajo tu hechizo por las calles nocturnas de la ciudad solo para darme cuenta de que no estabas aquí. Jamás estás aquí.

Comienzo a sentirme frustrada. ¿Cuando podré soltarte, Yeon-ye? Estoy harta de esto, de todo. Por más que sienta que finalmente estoy avanzando, siempre vuelvo al mismo lugar, a extrañarte, a frustrarme y a desear que estuvieras conmigo, cuando sé que no es bueno y que no debería seguir queriéndote. Dicen que amar es una decisión, entonces, ¿por qué sigo amándote cuando ya no quiero hacerlo? Me tienes intoxicada, cegada y retenida.

Libérame de tus cadenas. Necesito volar lejos de aquí.

—¿Qué tanto escribes ahí? ¿Por qué siempre llevas ese cuaderno contigo? —la voz de Minho la interrumpió. Haneul cerró el diario de pastas negras y lo guardó en su bolso junto con su pluma.

—Registro mis traumas —soltó tranquilamente. —Esto alarga mi suicidio.

—¿Escribes?

—Es un arte en el que sigo siendo amateur —respondió. —Pero al menos lo intento.

—Alguna vez déjame leer algo tuyo.

La chica hizo una mueca.

—Alguna vez déjame ver algo de lo que pintas y te dejaré leer lo que escribo —contestó.

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⏰ Última actualización: Oct 16 ⏰

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