La Ruptura

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Era lunes a las seis de la mañana y yo me estaba levantando. Me puse la ropa que me preparé la noche anterior y me peiné. Desayuné unas galletitas con café y me fui al colegio.

Estaba sacando los libros que iba a necesitar para ese día y vino ella.

-Estoy nerviosa. No se como se lo voy a decir. ¿Y si reacciona mal?- Preguntó preocupada.

-No te preocupes por él, simplemente decile por que querés terminar y listo, después te vas. 

A pesar de mis palabras, ella seguía preocupada por como actuaría él o que diría. 

Habíamos acordado encontrarnos en la puerta del baño después de que Draculaura terminara.

La estaba esperando en nuestro punto de encuentro cuando ella vino caminando muy rápido y con los puños cerrados.

-¿Y como te sentís?

Me miró con los ojos llorosos y entró corriendo al baño. 

-¡Drac!- Entré con ella al baño y la vi quieta apoyándose en el lavabo.

-¿Como estás?- La abracé.

-Por ahora bien, pienso que es un idiota, pero capaz que después lo extraño... No se. No se nada, no se que sentir, ni que hacer. Él me lo dijo, que no se nada ni se que hacer ni...

-No digas eso- se lo dije firmemente- No dejes que sus palabras influyan en vos- Vos sos una chica maravillosa  y especial. Claw solo es un dolido que no sabe lo que hizo. Él es el que no sabe nada.

Draculaura se sacó las lagrimas y me miró.

-Tenés razón. Yo soy mejor que él.  Él es el que no sabe nada- Se mostró positiva.

-Tenés todo el derecho de estar mal por que es la ruptura de una relación muy larga. Pero, ¿Sabés lo que vamos a hacer hoy? 

Draculaura me miró atentamente.

- Hoy a la noche vamos a hacer una pijamada juntas, olvidémoslo a él.

Draculaura se emocionó. Acordamos la hora y la casa.

Estuvimos todo el día hablando entre nosotras, y cada vez que podía Frankie me guiñaba el ojo pícaramente.

Llegué a mi casa del colegio y él no salió de su habitación en todo el día. Me preparé la mochila y fui a su casa a la hora que acordamos. 

Estacioné el auto y cuando ella me vio por la ventana bajó las escaleras corriendo para abrirme la puerta.

Pasaron tres horas en las cuales hablamos, jugamos juegos de mesa, bailamos al Just Dance, y cenamos. Yo cené milanesas de carne y ella de soja. Cuando comenzó la madrugada, empezamos a hablar de nuestros problemas e inseguridades. Entre estos, se encontraba la ruptura. Ella se veía firme con su decisión, ya no se veía mal. 

-¿Te puedo preguntar algo? No hace falta que respondas si te incómoda...

-Ehh, ¿si?  ¿Que es?

-¿Como te diste cuenta de que eras lesbiana?

No me esperaba esa pregunta.

-Siempre estuve consiente de ello. Simplemente no me llamaban la atención  los chicos.

-Ahh...- Miró para otro lado.

-¿Por?

-Creo que... Me gusta una chica. Estoy confundida...

Me quedé quieta. Y también me ilusioné.

Nos quedamos mirándonos. Fue como si el mundo no existiera. 

-¿Puedo saber quien es la afortunada?- Pregunté tímidamente.

Ella me miró dulcemente a los ojos.

-Vos.

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