Extra.

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REBECCA ARMSTRONG. 18+

TRES AÑOS DESPUÉS.

Era algo tarde, pero no lo suficiente para que todos estén en casa. Yo descansaba en mi oficina, con los ojos cerrados y la respiración relajada. Luego de un día agitado, en el cual ni siquiera se me fue permitido ver a Freen, ¿por qué?, estaba de viaje, desde hace una semana no tenía ningun tipo de contacto con mi novia. Y claro, era más que obvio, estaba acostumbrada a ella.

Pasaba todo el día con ella, trabajaba con ella y era quien me tomaba las fotos; así que para mí era un total calvario no tenerla por tantos días, y la falta que me hacía, era una verdadera tortura. Quería que llegara hoy, porque no soportaba el hecho de tenerla tan lejos.

Mi cuerpo la extrañaba, y regalarme caricias en las noches ya no era suficiente. Dormir con uno de sus camisones, blusas, o cualquier objeto que contenga algo de su aroma corporal, no era suficiente para mí.

Me mordí el labio con fuerza cuando unas imágenes extremadamente pervertidas de mi chica llegaron a mi cabeza; no quería hacerlo aquí y ahora, pero maldita sea, ni siquiera se ha tomado el tiempo de mandarme un mensaje, ni los buenos días que solía darme.

Ya eso se terminó, y no lo soporto. Y sí, yo le mande mis buenos días, pero no recibí respuesta de su parte.

Noey me dijo que lo más probable es que esté repleta de trabajo, y era cierto, la quisieron específicamente a ella para un trabajo enorme, y Heng no iba a rechazarlo, era una paga muy abundante, y para Freen era mucho más eficaz, dado que se daba a conocer más.

Pero estaba tan lejos, y yo me encontraba tan acostumbrada a todo lo que tuviese que ver con ella. A dormir abrazadas, a necesitarla entre las cenas. Freen era mi día a día, y bueno, estamos trabajando mucho más en nuestra relación; y hay una sorpresa que le quiero dar. Una buena cena, y quedarme mirando películas con ella todo el día.

Gastar esas enormes ganas que tengo de Freen.

—¡Patricia! —llamó Noey, entrando como juan por su casa a mi oficina.

—Hola a ti también, ¿qué no sabes tocar?

—Uy, perdón, la falta de sexo te tiene gruñona —se burló.

Ella y Irin estaba muy bien, creo que sin duda era una de las parejas más estables de todo aquí, pero así como estaban de bien, no podían ni mirar a Freen a la cara, ¿qué por qué?, fácil, las encontró en pleno acto sexual. Y fue todo por casualidad, y justo en el estudio de Freen, porque no se contenían, eran conejas, sin mentirles.

Agradecí no ser yo la que viera esas imágenes tan perturbadoras.

Por Dios, que da escalofríos encontrar a tus amigas en eso.

—Ja, ja, ja, ¿que carajos quieres, Natnicha Vorrakittikun? —escupí, malhumorada.

—Oye, relax, joder, ¿cuándo llega Fuzzy?, te hace falta que te bajen esos humos —se siguió mofándose de mí.

Rodé los ojos, —Queti.

Rio, —Oye, soy tu amiga. Por cierto, te tengo que enseñas estas fotos, mira —empezó a deslizar las fotos que estaban en la tableta—, decide cual quieres para la portada de este año.

—No sé, Freen siempre es la que tiene un buen ojo para estás cosas. La extraño a mil —me eché el pelo hacia atrás.

—Pobrecita, eso pasa por no irte con ella.

—¿Y cómo, Natnicha Vorrakittikun?, soy más útil aquí que allá.

—Bueno, tampoco es para tanto —le lancé una bola de papel arrugado—. Pero pronto va a aterrizar aquí, ¿está en Sydney, cierto?

CINCO MINUTOS ANTES DE ENAMORARNOS ♡||FREENBECKY||♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora