1

801 21 0
                                    

[os dejo una fotito de sage en multimedia, generada con IA. Con amor, la loca de la escritora <3]

Mi caja torácica temblaba con el bajo. Mis oídos hacían un esfuerzo sobrehumano por protegerse del volumen de la música aunque mi mente consciente apenas era capaz de percibirlo. Giraba sobre mí misma, me contoneaba de arriba a abajo, de un lado al otro, rotando las caderas, mirando los cuerpos a mi alrededor ejecutando movimientos torpes, atropellando risas, cruzando miradas. Las luces de neón, los morados y los azules que casi me envolvían y giraban conmigo, el vapor que salía de la tarima hacía llegar a mis fosas nasales un olor afrutado. 

Sentía la piel de mi rostro adormecida, mis articulaciones hacía un par de horas que se habían rendido, ni siquiera quería cerciorarme del estado de mi estómago. La vida era fácil, muy fácil, entre humo y música mala, la vida era fácil cuando el cuerpo no chillaba, cuando la mente no era capaz de traicionarme. 

Las trenzas escarlata de Kyomi me azotaron el brazo un par de veces aunque ella no se dio cuenta y yo fingí que tampoco lo hacía. También giraba, giraba muy en desacuerdo al ritmo de la música que estaba sonando pero ella no sabía bailar ni le interesaba aprender a hacerlo. Las manchas oscuras en su rostro bronceado y sus pecas brillaban con la luz rosada. Siempre había dicho que con aquella enfermedad en la piel parecía una vaca. Yo siempre le había contestado que nadie en su sano juicio cambiaría eso de ella, que era preciosa. Porque Kyomi Raven estaba preciosa de todas las maneras. Su vestido era considerablemente más largo que el mío. Todo un acierto. 

Unos dedos gruesos, una mano amplia se deslizó por la piel puntualmente descubierta de mi cuello para llamar mi atención y me giré. El amplio y afilado rostro de un joven con alas de escarabajo me devolvió la mirada, en una actitud seductora muy bien calculada. Me acarició la nuca con las yemas de los dedos mientras se acercaba a mí. 

—Hola —ronroneé, bajando las pestañas. 

El chico se mordió el labio inferior, ligeramente más grueso que el superior mientras repetía el movimiento de mis párpados, repasando todo mi cuerpo. Recordé ajustarme la falda del vestido, esta vez con algo más de gracia. 

—¿Estás sola?

Miré a Kyomi, que apenas se enteraba de la situación. Seguía bailando libre, como era ella y como siempre había sido. 

—Sí.

Deslizó sus manos por mi cintura y presionó con suavidad mi zona lumbar para guiarme al exterior del local, a un callejón lleno de contenedores de basura y bolsas sin lugar. Olía a orgánico putrefacto pero el efecto de los estupefacientes me ayudó a ignorarlo mientras aquel chico, cuyo nombre no conocía ni me interesaba, deslizaba sus manos hacia el interior de la falda de mi vestido. 

Ahogué un gemido contra sus labios cuando me sujetó a horcajadas y me sentó en una mesa de roble abandonada a la intemperie que le sirvió para continuar explorando mi cuerpo. Pese a lo mucho que lo intenté, no disfruté del momento lo suficiente como para no percatarme de los pasos que se aproximaban hacia nosotros. Abandoné el contacto de sus labios para fijarme en mi izquierda y observé un grupo de aproximadamente su edad, todos relamiéndose los labios o mirándome de forma lasciva. 

—Te lo vas a pasar genial con nosotros, muñeca —ronroneó.

Algo en mi interior hizo clic al ver aquella expresión depredadora. Lo miré con picardía de arriba a abajo y llevé ambas manos al cuello de su camisa. Él volvió a deslizar los dedos por debajo de mi ropa interior, y cuando no pude evitar tensar la zona ante el contacto, le dije:

—Cuánta razón tienes. 

Clavé mis tacones en su zona abdominal y empujé con tanta fuerza que su espalda crujió contra la pared opuesta. Los chicos a mi izquierda salieron corriendo en mi dirección pero tuve tiempo de incorporarme y asestarle un par de golpes a cada uno con demasiada facilidad, que los dejaron en el suelo el suficiente tiempo para que me volviera a acercar al de las alas de escarabajo. 

FIRELIGHT {shoto todoroki}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora