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—¡SAGE! ¡POR FAVOR!

Su voz sonaba rota, desesperada. Utilizaba al máximo su capacidad pulmonar una última vez.

Yo quería llorar, quería gritar, quería utilizar aquellas garras para destrozar mi propio cuerpo hasta desaparecer, quería parar. Pero la criatura que se había apoderado de mi piel avanzó. Vi la cara de mi hermana pequeña entre la negrura, sus ojos azabache y su cabellera rubio platino. Estaba totalmente aterrorizada, pese a no entender lo que estaba pasando. Había visto esa misma cara muchas veces por películas, por creer que había monstruos debajo de la cama; Aisleen siempre había sido una niña dulce y melodramática. Aquella pequeña con don puro de sombras me miraba sabiendo que era la última vez y yo no podía hacer nada.

Tampoco mi madre, que abrazaba a Aisleen con todo su cuerpo. La cubría, la envolvía en una burbuja de carne y hueso. Porque, al fin y al cabo, eso eran los seres humanos. Un amasijo de carne, huesos y sangre, con el universo dentro de sus cabezas pero extremadamente fáciles de destruir.

Yo corría, corría hacia ellas. Pasos torpes, ángulos abiertos, enseñando los dientes.

Mis ojos, inyectados en sangre y sombra. La luz que corría por mis venas brillaba.

Todo negro.


—Creo que Mineta ha llegado arriba.

Escaleras. Más escaleras. Esta vez de las de pared, que no me hacían ni puta gracia, mucha menos que las escaleras normales. Siempre tuve la sensación de que las escaleras de pared son una forma muy estúpida pero probable de morir.

Después de correr detrás de Melissa durante varios minutos, Tenya se detuvo delante de una puerta y asomó la cabeza. Me coloqué a su lado y abajo, a nuestros pies, un ejército de robots de seguridad con la luz en rojo se movía de forma coordinada, esperando a sus objetivos. No estaban allí por casualidad.

Tenya cogió impulso y lanzó a Denki entre los robots entre descargas de voltajes insospechados. Ni un solo rasguño.

—¿Qué tal una explosión en masa? —dije.

Miré a Bakugo, y lo entendió. Katsuki salió propulsado y dejó caer gotas de su sudor sobre los robots una y otra vez, mientras Denki los entretenía. Cuando estuvo preparado, a Denki lo recogió Tenya con su velocidad y salió sin sufrir daños.

Lo que no me esperaba, era que fuera Shoto quien iniciara la explosión. Una enorme llamarada salió de su brazo y las explosiones comenzaron a saltar en efecto dominó. Shoto tenía dos dones.

El fuego de Shoto era el que había quemado el cuerpo del villano, y el de Kyomi.

Tenía dos dones. Como yo.

Nos desplazamos a un pasillo lleno de compuertas cerradas que dejaba todo para la imaginación. Con aquel aspecto no tenía manera de saber qué había sido aquel lugar antes de un desfile de puertas blindadas.

Llegaron más robots, y no dudé ni un segundo. Me marché, había tomado la decisión de dejar de detenerme, tenía que llegar. Tenía que llegar arriba. Shoto me siguió primero, el más rápido, y detrás de él empezó a seguirnos más gente. No quería dejarlos tirados, no quería que pareciera lo que no era y a la vez me importaba una mierda.

Más pasillos, como si de un laberinto se tratara. Mi cabeza daba vueltas porque parecía que llevaba una hora recorriendo exactamente el mismo tramo. Escaleras, pasillo, y una sala extraña de vez en cuando. Compuertas, escaleras, pasillo.

Hasta que llegamos al exterior.

La noche era total, llena de estrellas, el aire fresco de la madrugada me invadió los sentidos y casi solté una lágrima de placer. Tuve que luchar para no ceder al impulso de dejarme caer de rodillas en aquel suelo metálico al verme invadida por la sensación de hogar, por mi don de sombras.

FIRELIGHT {shoto todoroki}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora