3

162 16 0
                                    

La sala de interrogatorios era demasiado grande para mi gusto. A pesar de la cara de peste con que había mirado al policía, este había puesto todos sus esfuerzos en ser amable conmigo y ayudarme a sentarme de forma que el dolor de mi herida —prácticamente cerrada gracias a los dones de curación— no se volviera insoportable. Era imposible, pensé yo. Su mandíbula inferior me había perforado la zona femoral y la anterior el muslo. Mi única alternativa, que en realidad no era una opción, era sentarme de lado.

Pese a que el cristal de mi izquierda tan solo nos reflejaba a nosotros yo sabía que había gente observando. Me podía imaginar el revuelo que causaría mi supervivencia. Yo no estaba tan entusiasmada al respecto.

—Señorita Hoffman —el agente de policía se aclaró la garganta—, necesito hacerle unas preguntas relacionadas con el incidente del pasado sábado, si es tan amable.

—Ya me han traído aquí, ¿no?

El policía bajó la mirada e inspeccionó sus documentos. Sabia decisión.

—¿Qué hacía usted en la zona ese día, señorita Hoffman?

—Vivo allí —me limité a decir. El hombre arqueó las cejas.

—¿Estaba en casa a la hora del incidente?

—Volvía con Kyomi Raven de un salón de fiestas y encontramos nuestro apartamento destrozado, como bien pondrá en su informe, imagino.

Mi tono despectivo lo hizo tensar la mandíbula. Yo reprimí una sonrisa. Y eso que acababa de empezar.

—¿Conoce la razón por la que los nomus atacaron su apartamento?

—No, ¿usted sí?

Esta vez no había arrogancia en mi tono de voz, y el hombre se dio cuenta. Por la facilidad con que ignoró mi soberbia anterior cuando le hablé en un tono moderado y la amabilidad con que negó con la cabeza casi me sentí culpable por estar siendo tan desagradable con él.

—¿De qué conocía a Kyomi Raven?

El pretérito se me atascó en la garganta.

—Es mi mejor amiga —contesté. El presente le apagó la mirada.

—El informe destaca sus habilidades de combate y que usted sola mató a la mayor parte de los nomus atacantes, salvando a un total de diecisiete personas. ¿Asume usted la responsabilidad de esto?

—Así es.

—Pero, carece de licencia de héroe provisional o cualquier otro certificado que le autorice para hacer esto.

—¿Cuál sería la pregunta si hubiera dejado morir a toda esa gente?

El hombre tragó saliva. La respuesta le debió servir.

—Los análisis médicos dan positivo en MDMA y alchol. ¿Había consumido usted esa noche?

—¿El consumo de drogas es un delito, agente?

El hombre me miró con el semblante más serio.

—En una menor...

—El consumo no, la venta. Tal vez deberían supervisar los locales de su ciudad en lugar de interrogarme a mí.

El agente de policía tensó de nuevo la mandíbula, como por vigésima vez durante aquel corto interrogatorio y se levantó, dejando una última pregunta en el aire.

—¿Podría decirnos cómo contactar con su padre?

Lo miré. Una enorme sonrisa soberbia camufló mi dolor.

FIRELIGHT {shoto todoroki}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora