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La sanadora llegó en un buen momento por algún milagro. Entró cinco minutos después de haber tomado la precaución de sentarme de vuelta en el sillón, aunque me encontró con las piernas cruzadas y recé porque no se imaginara la razón. El hijo de puta parecía muy tranquilo y no paré de morderme el interior de la mejilla en ningún momento mientras le repetía la revisión. Había conseguido alterarlo, estaba claro. No se le notaba en la cara ni se adivinaba ninguna dureza en sus pantalones, pero se rascaba el dorso de la mano nervioso y supe que era su forma de sobrellevarlo.

Salimos de la consulta, él delante, la musculatura de su espalda moviéndose con cada gesto de sus brazos. Observó con detenimiento el parte que le había dado la sanadora unos segundos antes de doblarlo e introducirlo en un bolsillo de sus pantalones. Acto seguido, palpó y sacó el USB. Examinó su estado y lo devolvió a su sitio.

—Ven conmigo —dijo.

El ala residencial en que estaba la mayoría masculina de 1A era algo menos tranquilo que el de las chicas. Cuando llegamos, varios de ellos estaban armando revuelo ente risas en sus puertas. Shoto se acercó con una sonrisa divertida.

—Mira quién ha despertado —Tenya se acercó a Shoto y le frotó la cabeza. Si bien Shoto era bastante alto, Tenya le sacaba una cabeza.— ¿No sabes avisarnos de que te vas a meter en líos?

—Ni que lo hubiera hecho a propósito.

—¿Qué habéis encontrado?

El rostro de Todoroki perdió algo de gracia. La seriedad lo invadió de pronto como si estuviera eligiendo sus palabras.

—No os lo podemos decir todavía. Ni siquiera estoy totalmente seguro de lo que hemos encontrado. Pero lo vamos a averiguar ahora mismo, así que, que nadie me moleste.

—Como si de por sí solieras abrirnos la puerta cuando llamamos.

—Exactamente.

Shoto cerró la puerta de su habitación. Su dormitorio estaba decorado al estilo tradicional, la mesa baja apoyada en una pared. Sobre la mesa había un portátil cerrado, ante el que se sentó primero. Sólo había un almohadón en el suelo, así que tuve que colocarme frente a él, envuelta en sus piernas. Introdujo el USB en uno de los dos puertos y el portátil lo detectó al instante. Al entrar, encontramos un panorama de carpetas parecido al que estaba el día anterior en el ordenador de Kyomi, pero esta vez, no carecían de contenido.

Casi todos los nombres eran meros códigos, fechas en orden. Algunas incluso estaban vacías, otras estaban llenas de fotos.

Las fotos de su infancia no me afectaron demasiado. Me mordí la lengua pero era una época de su vida que no había conocido. Cuando se fue haciendo mayor y llegaron las fotografías de secundaria, algunas ya conmigo, Shoto emitió un suave gruñido y me rodeó el vientre con un brazo para acercarme a él. Me enrosqué como consuelo sobre su pecho sin perder de vista la pantalla mientras seguíamos avanzando.

Pasamos la primera hora revisando fotografías. Con las últimas me tapé la cara y esperé que reconociera algo raro si lo había sin mi ayuda durante el tiempo que me llevó recuperarme. Lejos de presionarme, me abrazó la cara con el hombro y una mejilla, borró la pantalla de mi campo visual.

—Parece que lo que queda son grabaciones de audio.

Me abrí paso fuera de su abrazo para verlas. Casi todos los audios eran proyectos editables de producción musical que Shoto no podía abrir sin la aplicación.

—Tendré que descargarlo para oírlo.

—Si Kyomi dejó algo importante en esas grabaciones quiero pensar que tuvo en cuenta la posibilidad de que lo abriera desde otro ordenador. ¿No hay archivos mp3?

FIRELIGHT {shoto todoroki}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora