Parte 28. Umami

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Estoy jadeando. He perdido la cuenta de las veces en que he soñado algo similar. Mi cuerpo está temblando, pero sorprendentemente no puedo moverme de la posición en la que estoy. Puedo sentir el sudor recorriendo mi frente. Es entonces que mi cerebro empieza a funcionar, y sospecho que tal vez lo de anoche fue un sueño febril. Me toco la frente, y en efecto, está caliente. Con mucha dificultad me paro de mi cama y me dirijo al baño. Esculco entre los cajones, pero no hay ninguna medicina. Tampoco es algo que me sorprenda, puedo contar con una mano las veces que me he enfermado en mis 17 años de vida. Me pongo una sudadera y salgo hacia la farmacia. Camino un poco por la calle, arrastrando mis pies. Al final mi cuerpo me gana, y caigo desmayada.

A pesar de que en la calle hay gente, nadie voltea ni siquiera a verme.

Ser invisible a veces apesta

***

El borrador calló de las manos de Diana de forma estrepitosa. Lo levantó, riéndose, mientras seguía hablando.

- Ay, perdón. Como te decía, al final esto no es muy malo, lo estoy disfrutando muchísimo. Como la vez en que me hicieron limpiar el gimnasio por haber tirado malteada... bueno, en mi defensa fue un accidente, alguien me hizo tropezar; pero, en fin, después de un rato me di cuenta de que me estaba divirtiendo muchísimo, y por extraño que parezca, agradecí mentalmente por el accidente jajaja. Cada que vamos a hacer ejercicio ahí me gusta recoger las cosas y así... sobre todo los balones, es muy divertido aventarlos para que entren en la canasta de los balones...

- ¿Quieres callarte? - dijo por fin Alex, irritado. Diana al parecer se equivocaba con él, porque no parecía estar disfrutando la tarea; pero en vez de molestarse por cómo le habló, se llevó las manos a la boca y lo miro conmovida.

- ¡Por fin me hablaste! - le dijo acercándose a él, lo que provocó que él retrocediera - Es la primera vez que te escucho hablar. ¡Tú voz es hermosa!

- Por favor, ya cállate - le suplicó ahora - estas siendo muy molesta.

- Eh, ¿por qué?

- ¿Por qué? - le gritó - llevamos limpiando quince minutos; ¡y no has parado de hablar! ¿Qué no te cansas?

- No realmente - le respondió ella sonriendo - me gusta mucho hablar contigo.

- ¡Pero si no he hablado contigo para nada!

- Hasta ahora - le dijo con un tono malicioso. Alex en seguida pareció entender lo que pasaba. Lo había prácticamente obligado a hablar con ella.

Algo muy común en él era que se detuviera unos segundos a pensar, tal vez en todo lo que podía hacer respecto a una situación, y también pensando en las repercusiones de estas acciones. En ese momento se detuvo un momento, pensando en cómo lidiar con la chica. Y por lo que paso después, creo que llegó a la conclusión de que era mejor ceder un poco.

- Si, bueno - le dijo, mientras seguía limpiando las bancas - no me dejaste más opción.

Diana asintió sonriendo, y fue por la escoba para comenzar a barrer.

- Perdón si te molesté mucho. Ayer me fui a mi casa pensando en que, pasara lo que pasara, hoy me volvería tu amiga.

- ¿Amiga? - le preguntó él, algo extrañado - Yo no tengo amigos.

- Si, lo vi hoy. Pero eso me hizo emocionarme más, porque pensé en que podría ser la primera jejeje

- No, no entiendes. No tengo amigos porque no quiero tenerlos.

Diana se detuvo y le vio a la cara, confundida.

- ¿No quieres?, ¿por qué? Jamás había escuchado a alguien decir eso.

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