Parte 12. Secretos

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¡Hola, querido lector! Espero que te encuentres en todas tus capacidades mentales en el día de hoy. En este momento me encuentro de muy buen humor, así que pensé que sería buena idea hablar un poco contigo, ya sabes, algo sobre mí y sobre la historia que te estoy contando.

Nunca, desde que tengo memoria, me han gustado las historias, sobre todo las que tiene que ver con salvar a alguien. Al crecer en completa soledad siempre creí que sólo dependía de mí salvarme, así que me parecía ridículo que alguien quisiera salvar a otra persona fuera por la razón que fuera; lo cual llegó a extrañarme de Elena y Sebastián.

Hablando de ellos, ¿qué te ha parecido la historia que te estoy contando? Se que no es algo muy interesante ni entretenido conocer la vida de dos niños viviendo el cliché del caballero que salva a la princesa, pero ¿no crees que al menos le de un grado de interés el hecho de que pueda ser real? sobre todo porque sabes que puede morir si no contestas bien a mi pregunta. 

Y, ¿sabes qué le da un poco más de entretenimiento al asunto? Sebastián no es el típico caballero sin otra preocupación que su princesa. Al fin y al cabo, también es un ser humano... un niño.

No desesperes, la paciencia a veces es recompensada.

Hablaremos más en otra ocasión

***

El tiempo pasó, y las agua se calmaron después de mi intromición. Sebastián y Elena ahora podían pasar el tiempo juntos sin tener que preocuparse más que por cosas sin importancia, haciendo crecer la intimidad entre ellos. Todos los días se la pasaban juntos, ya fuera solos o acompañados de Diana y las demás amigas de Elena, y Mike tuvo que resignarse a cumplir mis órdenes al pie de la letra, lo cual obviamente no le agradaba.

Estábamos a mediados de noviembre, y la competencia de atletismo se acercaba. Sebastián apoyó en todo lo que pudo a Elena, y ella se encontraba cada vez más nerviosa por el gran evento.

Así llegó el día, un poco apagado, como sólo ocurre en noviembre, algo nublado pero sin lluvia, con las hojas otoñales que vestían el suelo y dejaban desnudos a los árboles. Elena se paró temprano en la mañana para prepararse, y llegó puntualmente al encuentro, donde se encontraban sus compañeras del club, sus amigas, sus padres y su profesora encargada. Todos se encontraban ahí, todos menos la persona que al parecer más le importaba. Se vio terriblemente decepcionada y extrañada de que él no se encontrara ahí, después de que le había prometido incontables veces que estaría apoyandola en ese día. Se preparó en los vestidores y salió a la pista. Esperó a que le llegara su turno de participar con la esperanza de que llegara él de un momento a otro; pero parecía que la carrera de doscientos metros llegó más rápido.

Se acercó al lugar que le tocaba, y vio alrededor a las demás competidoras. Cualquiera podía ver que se encontraba nerviosa; insegura. Como si todos alrededor fueran superiores a ella y no pudiera hacer nada al respecto, y la desilución de no ver a la única persona que ansiaba encontrarse no la ayudaba mucho a reflejar seguridad. Con sumo cuidado se acomodó en sus tacos, en el quinto puesto. Volteó a ver por última vez a las personas que había venido a apoyarla, teniendo una sensación agridulce, y cerró los ojos temblando.

No se bien que pasó en ese lapso de minutos, no se bien en que pensó o que hizo para calmarse, pero en cuanto volvió a abrir sus ojos su temblor había desaparecido, su expresión ahora no era la de un cachorro asustado, ahora estaba totalmente concentrada y con una decisión increíble.  

Mentiría si dijera que me sorprendió lo rápido que pudo aislar todo lo que le estaba pasando en ese momento para concentrarse. Después de vigilar a una persona por un tiempo aprendes a reconocer su comportamiento, y su caracter. Elena en apariencia puede parecer una chica asustadiza y frágil que necesita protección, pero cuando la situación lo requiere, sabe ser lo suficientemente fuerte para sobreponerse a ello; y era lo que estaba haciendo, al menos por el momento. 

Se dio la señal de inicio, y todas las competidoras salieron disparadas de sus lugares. La distancia no era muy larga, pero al ser una competencia de preparatoria duró más de lo que se debería. Elena en el primer tramo estaba no se movió de su posición, y después de su máxima concentración y su salida espectacular se divisó desesperación en su rostro, frustración. Hoy nada le estaba saliendo bien.

Pero todo cambió completamente en el segundo tramo, no tan dramáticamente como se esperaría de una historia motivacional, pero lo suficiente para considerarse satisfactorio. Del quinto lugar paso al tercero. En las gradas su madre y sus amigas gritaban emocionadas. Logró mantener su posición hasta que algo la distrajo en la entrada de la cancha donde se llevaba a cabo la competencia. Un chico alto con sudadera negra había entrado completamente solo. Supo enseguida de quien se trataba.

Había llegado, no rompió su promesa. 

En ese momento se olvidó por completo de la competencia. Corrió lo suficientemente rápido para superar la chica que estaba en segundo lugar y cruzó la meta rozando los talones de la primera chica; sorprendió a todo el mundo que al llegar a la meta no se detuviera y siguiera corriendo hacia la entrada, donde estaba Sebastián esperándola con una sonrisa, a mi parecer, extraña.

Ella no dudo ni un segundo y salto en cuanto lo tuvo cerca,rodeando con sus piernas el toráx de aquella persona a la que había estado esperando todo el día totalmente eufórica. Él ni siquiera tuvo tiempo para procesarlo cuando cayó de espaldas contra el pasto, por el impulso que llevaba Elena. 

Ella se levanto enseguida, pidiedo disculpas de todas las formas posibles, y preguntándole si se econtraba bien, cuando pudo ver bien su cara, hasta entonces algo cubiera por la capucha de la sudadera.

Tenía la cara muy lastimada. 

La verdad estaba por salir a la luz, una realidad para la que Elena no estaba lista.

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