Parte 15. Pasado

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Esta vez no ocuparé el capítulo para hablar de mí, o continuar desde lo último que escribí.

Hay algo más importante que dejar en claro.

A estas alturas, algunos ya deben de haber entendido que es lo que sucede en la familia de Sebastián, pero para dejarlo más claro, tendré que contarles todo lo que pude averiguar, que, la verdad, para mi propio deleite, es demasiado.

Anne Brooke y Sebastián Steele padre se casaron el 30 de julio del 2005, a la edad de dieciocho y veintiún años, respectivamente. El 24 de abril del 2006 nació su primer hijo: Sebastián.

El falso bastardo.

Al parecer, a su padre le llegó la falsa información de que Sebastián no era su hijo. El hombre, que es uno de los más estúpidos que he podido encontrar (al menos en el papel), decidió creer más en las personas que le contaron los rumores que se escuchaban de su familia que en su propia esposa, aunque hay que darle la consideración de afirmar que, a simple vista, Sebastián se parecía más a su madre que a él.

Sin capacidad de poder comprobar la veracidad de lo que le decían, porque siempre han sido de bajos recursos, el hombre se envenenó cada vez más contra su esposa y contra aquel bastardo que pretendía ser hijo suyo. Llegó a detestarlos a ambos, y su verdadera naturaleza salió a flote. Comenzó a aislar a Anne de todo el mundo, no la dejaba trabajar ni salir de la casa que tenían, a menos que él la acompañara. No la dejaba hablar con ningún hombre, ni tampoco relacionarse con los vecinos. Ella hizo lo que pudo para calmar sus dudas, pero no sirvió de nada.

Cuando Anne se dio cuenta que no había nada que pudiera hacer para hacerlo confiar en ella de nuevo, se volvió desafiante, lo cual fue peor para ella y para Sebastián. El esposo en un inicio cariñoso se convirtió en un hombre violento, que los golpeaba a ambos por la más mínima razón, y la obligaba a hacer cosas que ella no quería hacer.

Fue así como quedó embarazada en varias ocasiones, pero sin poder tenerlos, por las golpizas que le daba el padre de Sebastián.

Sebastián, por su parte, sufría también parte de los golpes de su padre, además de su desprecio. No podía decirle papá, ni hablarle, ni verlo directamente a los ojos. Cuando entraba en un cuarto, él tenía que salir si no quería salir herido, y tenía que ver como lastimaba a su madre.

Cuando empezó a ausentarse de casa, la familia respiraba un ambiente de relativa paz. Fue en ese momento que por fin uno de los múltiples embarazos de la madre pudo llegar a término. Violet, la bebé, le hizo tomar una decisión arriesgada a Anne. No quería que el destino de su bebé fuera igual de desastroso que el de su primogénito, así que contactó con la única pariente que le quedaba, y encontró una nueva casa, a la que planeó mudarse en secreto.

Iba a dejar a su esposo.

La mudanza se hizo de forma paulatina, para que, en caso de que llegara a la casa el padre, no se diera cuenta de lo que pasaba. Fue así como la casa en la que vivían quedó vacía sin que el padre volviera, y un fin de semana las personas que ahí vivían abandonaron también el lugar.

Los días en la nueva casa fueron, supongo yo, los únicos momentos felices que Sebastián podrá recordar, porque su padre ya no estaba a la vista y no había forma de que los encontrara, porque se habían alejado lo más posible de él.

Pero la vida es cruel, y no estaba dispuesta a dar tregua.

Cuando Violet cumplió un año, su padre los encontró. Amenazó a Anne de matar a sus hijos si volvía a hacer una hazaña de esas, y el infierno continuó. Anne quedó embarazada, de nuevo, y tuvo a Theo.

Los años pasaron y los niños fueron creciendo. Sebastián se hizo adolescente y las cosas cambiaron para él. Su peor miedo de alguna forma empezó a hacerse realidad; porque solo era cuestión de tiempo para que el parecido con su padre empezara a mostrarse, no sólo en el físico, sino también en su comportamiento. Cada vez lo aguantaba menos, y se empezó a llenar de odio, un odio corrosivo, y llegó el momento en que quiso hacerle frente.

Una noche, en la que golpeó a Anne, Sebastián lo detuvo. Él quiso golpearlo también, pero Sebastián no lo dejó ni siquiera levantarle la mano, y se abalanzó hacia él con una rabia animal. Casi como lo que había pasado con Mike, no dejó de golpearlo hasta que vio a su madre aterrorizada. Entonces el padre se burló de ambos, riéndose de forma siniestra.

- Ahora ya te pareces a mí - le dijo - todo mi trabajo funcionó, ya eres como yo, bastardo. Ya eres mi hijo.

Sebastián no pudo recuperarse de aquello que le dijo su padre. Se deprimió un tiempo, y decidió que jamás volvería a hacer algo así, que jamás volvería dejar que esa mirada de odio se mostrara en su cara, y que no volvería a usar la violencia.

Siempre tendría una sonrisa, y trataría a todos con amabilidad. Siempre trataría de resolver sus problemas hablando, incluso con su padre.

Enterraría al Sebastián salvaje en lo más profundo de su ser.

Y de nuevo, la vida no fue generosa con él, porque haría todo lo posible para que el rompiera el pacto que tenía consigo mismo, llevándolo al límite con los secuaces del bully, y con Mike, con quien no pudo contenerse.

Ese idiota había tirado a la basura el trabajo de años que tanto trabajo le había conseguido lograr.

Imagino que, al darse cuenta de lo que había hecho cuando vio a Elena le hizo sentir muchas cosas:

Culpa, enojo consigo mismo, decepción.

Frustración.

Había perdido en la batalla contra él mismo, contra su padre.

Demostró que no importaba cuanto se esforzara, nunca podría ser diferente a él. Siempre habría algo que lo hiciera perder el control.

Al igual que él, terminaría lastimando a aquellos que más quería.

A ella.

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