Parte 18. Barreras

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No sé tú, querido lector, pero yo extrañe las pequeñas charlas que teníamos. Volver a escribirte es algo liberador, si se me permite decirlo. Nunca me había pesado la soledad, pero supongo que al final de nuestras vidas lamentamos el no haber aprovechado las oportunidades que se nos presentaban.

¿Sabes? Por ahí escuche que el nombre de una persona en un inicio no tiene mucho significado para otra, hasta que llegan a conocerse, y es entonces cuando adquiere un significado especial. Es desilusionante el que no me haya pasado nunca.

Pero para eso estás tu.

TU NO PODRÁS OLVIDAR MI NOMBRE.

***

Era mediados de diciembre, lo que obviamente ponía a todos locos por la navidad. La noticia de que Mike estaba en el reformatorio se corrió inmediatamente por la escuela, y Sebastián pudo descansar del menor de sus problemas. Fue como mi regalo adelantado de navidad para él.

Respecto a Elena, en cuanto volvió empezó a evitarla sutilmente, lo que la confundió mucho. Desde el incidente de Mike no hablaron correctamente, por las reservas que tenía para con ella. Elena quiso darle su espacio, así que no insistió mucho en acercarse, pero esa nueva forma de tratarse le hizo estragos. Se veía más desanimada, como apagada. Sus amigas se dieron cuenta, al menos de forma superficial, de lo que pasaba, y en un descanso decidieron hablar al respecto.

- Elena, ¿qué pasó entre Sebastián y tú? - le preguntó Camille, mientras se sentaban en una mesa del comedor.

- ¿Qué no es obvio? - interrumpió Diana - los tortolos se pelearon.

- Diana, basta - dijo Elena, con voz cansada - no se trata de eso, y no nos digas así

- Entonces, ¿qué es? - siguió Flor

- Si, ambos han estado muy raros últimamente - dijo Camille mientras comía su almuerzo - no han hablado bien desde que se dignó a regresar a la escuela.

- Es cierto, ¿por qué falta tanto, Elena?, ¿no se te hace raro?, ¿no estará metido en cosas raras? - le preguntó Flor

- Lo dudo, se ve que es un buen tipo. Ha de estar trabajando y por eso no puede venir - respondió Diana.

- Es lo más seguro - continuó Elena - me ha dicho que suele ayudar a su mamá en su trabajo cuando no viene a la escuela; y que también cuida de sus hermanos.

- Bueno, ese no es el punto - dijo Camille - ¿se pelearon?, ¿pasó algo malo?

- No, bueno, algo así... es complicado - soltó Elena. Al parecer no les había contado nada a sus amigas.

- Tiene algo que ver con que metieran a Mike en el reformatorio, ¿verdad? - preguntó Diana

- No lo sé, no creo. Aunque...

- ¿Aunque? - siguió Diana

- Creo que fuimos los últimos en verlo libre, pero no estoy segura. Además, no sé si tenga algo que ver con que haya terminado en el reformatorio.

- ¿Lo viste antes de que lo encarcelaran?, ¿cuándo? - preguntó Flor

Elena se quedó en silencio, sin saber que tanto contar. Las demás se miraron entre sí, confundidas.

- Bueno - dijo Diana rompiendo el silencio, carraspeando - unamos piezas. Sebastián y tú vieron a Mike, él terminó en el reformatorio y Sebastián faltó un tiempo en la escuela, y cuando volvió no hizo más que evitarte. ¿No será que, como ya no corres peligro, ya no le interesa ser tu amigo? o, por el contrario, ¿ya no quiere hablarte porque no quiere tener más problemas?

- Puede ser cualquiera de las dos - dijo deprimida Elena.

- Es que todo esto se me hace tan extraño - siguió Diana - él, hasta antes de que faltara, estaba loco por ti, ¿y ahora resulta que ya no le importas? No entiendo

- Él no estaba loco por mí, Diana, no digas esas cosas

- Ay, vamos, todo el mundo se dio cuenta que se gustaban, no tiene caso que digas que no es cierto.

- Es verdad - dijeron Camille y Flor.

Elena se sonrojó, sin volver a negar lo que decían, lo que sorprendió a las tres.

- ¿No vas a negarlo? - preguntó Camille

- ¿Negar que?

- Que se gustaban... que te gusta.

Elena sólo escondió el rostro con su cabello, para evitar que la vieran con la cara totalmente enrojecida. Sus tres amigas la miraron perpleja, e inmediatamente comenzaron a burlarse de ella, lo que la hizo avergonzarse aún más.

- Es el día más raro de mi vida - dijo Diana, burlándose por última vez, antes de seguir hablando - debes decirle lo que sientes

- ¿Para qué? Se nota que no le intereso más.

- Si no se lo dices no vas a poder superarlo nunca - le dijo Flor, con un tono al triste - a mí me gustaba un chico en la secundaria, pero nunca se lo dije. Me arrepiento mucho de no haberlo hecho.

- ¿En serio? - preguntó Camille.

- Si. Puede que me hubiera rechazado si lo hacía, pero así hubiera sido más fácil superarlo que ahora que me la paso pensando en los hubieras.

- Wow, que profundo - dijo Diana, poniendo en palabras lo que todas pensaban.

- Por eso debes decírselo - continuó Flor - no seas como yo, y te quedes estancada en los hubieras por miedo.

Camille y Diana aplaudieron, entusiasmadas, y Elena recuperó algo de su espíritu, porque levantó la cabeza y su mirada estaba llena de coraje. Se levantó enérgicamente de su asiento, y les dijo con una voz potente que tenían razón, y que se lo diría en ese instante, lo que las tomó desprevenidas. Después de decirles eso se fue corriendo de la cafetería, ovacionada por sus amigas, hacía donde sabía que se encontraba Sebastián.

Salió a la azotea con la respiración algo agitada, haciendo mucho ruido en el proceso. Sebastián volteó inmediatamente cuando la escuchó llegar, y cuando la vio su expresión se tornó seria.

Le estaba costando trabajo reconstruir su fachada.

- ¡Sebastián! - le gritó Elena, recuperando el aliento

- ¿Qué pasa? - le preguntó él como respuesta.

- Tenemos que hablar... tengo que decirte algo - contestó muy nerviosa.

Al parecer le estaba costando trabajo calmarse, así que guardo silencio un momento y desvió la mirada, mordiéndose los labios. Sebastián se acercó poco a poco a ella, también algo nervioso.

- Yo... - continuó Elena - sé que es algo incómodo hablar conmigo desde lo que pasó con Mike, pero... no es tu culpa.

Ambos se quedaron mirando fijo. Sebastián se veía algo turbado, y al mismo tiempo nervioso.

-Y bueno, sé que tal vez no sea un buen momento para decirlo, ya sabes, por lo que acaba de pasar; puede que ponga aún más incómodas la cosas, pero no puedo... estos días me he sentido muy sola, y pensé que era sólo porque extrañaba a mi amigo, pero me di cuenta hace rato que tal vez es algo más, tal vez a mí...

No pudo continuar, y no porque no quisiera, algo la paró en seco.

Sebastián le tapó la boca con su mano. Había agachado la cabeza, tratando de ocultar su cara.

- Por favor, no sigas - le suplicó con voz atormentada - no sigas.


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