Parte 48. Acompañarte

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El fin de semana acabó, y con eso tal vez cualquier posibilidad presente de que Samuel lograra acercarse a Diana, y con ella volviendo a entusiasmarse con Alex, pero ahora con razones suficientes para alimentar sus ilusiones. Desde la vez que se sentó con ellos en la cafetería hasta ese instante se había comportado muy bien con ella, haciéndola sentir que había algo más que solo su intención de seguir siendo amigos. Tal vez por esa razón se animó a hacer cosas con él que antes solo había soñado.

- ¿Te divertiste? - le preguntó el lunes, cuando se encontraron en la escuela

- Si, mucho. Al principio pensé que iba a ser incómodo y cansado, pero terminé disfrutándolo.

Diana se sentó en su lugar, con sus amigas, y Alex iba hacia su asiento, hasta que se arrepintió y fue a sentarse al lado de ella, no sin antes pedirle al chico que estaba a su lado que cambiaran. Esto sorprendió a Diana muchísimo, y también a sus amigas, cuando llegaron y los encontraron hablando.

Todos entonces se unieron a la conversación, hablando de lo bien que lo habían pasado y de cómo se habían divertido, hasta que Diana cambio el tema.

- En fin, hablando de otra cosa, quiero invitarlos a todos a una fiesta superdivertida que va a dar un amigo de mi tío.

- ¿Cómo?, ¿de qué tío hablas? - preguntó Elena

- ¿Has ido a ver a tu tío? - dijo Alex casi al mismo tiempo. Todos miraron a Alex confundidos, pero Diana de nuevo desvió la atención hacia ella.

- Si, mi mamá tiene un hermano menor - dijo, contestando la pregunta de Elena - y tranquilo, Alex, prometo que he ido solo a platicar y en momentos en que no está trabajando. - completó, calmando las preocupaciones de Alex - tiene un amigo que va a inaugurar un salón de fiestas, ¿y qué mejor manera que dando una fiesta él mismo? Me dijo que podía invitar a quien quiera, y que va a estar super genial... así que, ¿quieren ir conmigo?

El silencio se hizo en el grupo, que no sabía cómo contestar a la invitación. Uno a uno fue poniendo excusas para evitar ir a la fiesta. Supongo que después del día en el parque de diversiones, nadie quería ser la siguiente víctima del entusiasmo de Diana y sufrir las consecuencias.

Diana, a medida que cada uno de sus amigos rechazaba la invitación, ponía más cara de desaliento. Todo hubiera estado perdido para su felicidad en ese día, de no haber sido por una voz que al final se decidió a hablar.

- ¿A qué hora es y en dónde nos veremos? - preguntó Alex.

- ¿Qué, de verdad piensas ir? - lo interrogó Sebastián, viéndolo como si estuviera loco. Alex solo contesto con la mirada, y a Diana se le iluminó la cara de nuevo, despotricando como poseída los detalles.

Cuando se pusieron de acuerdo sobre la hora y el lugar de encuentro, Flor y Camille cambiaron de opinión, porque era evidente que si los dejaban solos algo iba a pasar. Bueno o malo, era difícil de saber, así que decidieron proteger a su amiga y sacrificarse para no dejarlos solos.

Al final, el plan no les funcionó para nada.

El viernes, a eso del cuarto para las siete, estaba Alex con la espalda recargada en el escaparate de una tienda de zapatos, esperando un tanto nervioso. De verdad se esforzaba en ocultarlo, pero era evidente si lo mirabas con atención. No llevaba mucho tiempo ahí cuando apareció Diana, con una apariencia diferente. En cuanto Alex la vio, no pudo evitar que las orejas se le pusieran rojas.

- ¡Hola! ¿llevas esperando mucho tiempo? - saludó ella cuando lo encontró con la mirada.

- N-no. Acabo de llegar - contestó, balbuceando. Diana sonrió, complacida.

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