[ Cuántas veces, amor, te amé sin mirarte y tal vez sin recuerdo,
sin reconocer tu mirada, sin mirarte... ]
Jane Anderson ha vivido en las sombras, sin ser vista, escondida a los ojos de todos y se ha adaptado bien a ello.
Su vida solitaria da...
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Riley
Los días transcurrían con rapidez y ya se cumplían dos semanas de que Jane y Riley hablaban a diario. Algunos días lo hacían por horas y sin sentirse cansados, aun cuando ya eran altas horas de la madrugada. En los días en los que Jane trabajaba en el café, escapaba algunas veces para poder ver algunos minutos a Riley.
Había un hecho que Riley no dudaba ni por un segundo, estaba enamorado de Jane. Jamás le había pasado con alguna chica antes, pero cuando menos se dio cuenta la rubia ocupaba gran parte de sus pensamientos y estaba muy dentro de su corazón.
Sabía que cuando las vacaciones terminaran y ambos regresaran a los estudios sería difícil para ambos poder verse y pasar tiempo juntos, sin embargo estaba decidido a dar su mejor esfuerzo y planificar algunos viajes de Oregon a Forks los fines de semana. Todo solo por poder estar con ella.
Jane tenía algo que lograba atraer la mirada de más de uno, sus cristalinos ojos azules eran totalmente hechizantes, tenía rizos rubios que parecían brillar como el oro cuando la luz del sol se posaba sobre ellos y definitivamente esa sonrisa fue la causa de su perdición. Sin embargo, Jane no solo era algo físico, la chica tenía un corazón cálido y amable, el cariño que daba hacia las personas era genuino, era muy independiente y amaba la pasión que tenía hacia la cocina.
Pensaba en lo afortunado que era por conocer a alguien como Jane y que correspondiera el cariño que sentía por ella mientras observaba las copas de los árboles, recostado boca arriba en el césped y sosteniendo con seguridad la mano de Jane.
Conocer la reservación a través de los ojos de Jane y dar un paseo por el bosque fue la propuesta de cita de la rubia. Jane se había mostrado muy entusiasmada y emocionada porque él conociera todos sus lugares favoritos y vaya que valió la pena. Riley había nacido y crecido en Forks, sin embargo nunca se había dedicado a conocerlo a profundidad o a la belleza del bosque y la playa.
Después de dar un paseo por todo el lugar, Jane lo había llevado a un claro que en su vida había visto, pero era muy hermoso. Por la época del año, toda la vegetación tenía un color vivo y brillante y había más días despejados. Ambos yacían acostados en el césped hablando de cualquier tema.
-Esta cita sería perfecta si la pudiéramos culminar asistiendo a la fogata de hoy -mencionó Jane después de contarle algunas anécdotas de su niñez.
-¿Por qué no hacerlo?
-Solo miembros de la tribu pueden asistir - dijo con un tono de decepción-. Lo siento, pero eres un cara pálida.
Riley río por el elocuente comentario de la chica -Entonces cuéntame como son. -Se recostó de lado y elevó su cabeza recargandola en su brazo para poder ver el rostro de Jane.
