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     Con un dulce beso en los labios, la idol despidió a su amado, y lo vio alejarse, trotando, hacia el gimnasio donde solía entrenar. Ramón cada vez salía más temprano, y regresaba cada vez más noche, pero ella no podía quejarse, sabía que era lo que tanto le afectaba, y no sentía que pudiera hacer algo al respecto, simplemente darle su apoyo.

Una vez en el gimnasio, Ramón se puso los guantes y se acercó a un pesado saco de boxeo negro, donde vio reflejado, el rostro risueño del campeón, y con todas sus fuerzas, dio un potente derechazo hacia la ilusión, la cual desapareció en el aire como vapor. Cada que se ponía los guantes, se sentía frustrado, débil e inepto, por eso necesitaba mejorar, necesitaba su venganza...

Pasaron los minutos, después una hora y dos, y Ramón parecía no cansarse. Sus músculos ardían de tanto golpear el saco, de tanto saltar la cuerda, pero él no quería detenerse. Entonces, escuchó una voz femenina que lo llamaba desde algún lado.

—¿Ramón-kun? ¿Puedes escucharme?

Ramón levantó la cabeza, confundido y observó a su alrededor, encontrándose con dos rubias. Rin y Neru.

Avergonzado un poco por todo el sudor que recorría su cuerpo, se secó un poco con su toalla antes de dirigirle la palabra a las muchachas que se encontraban paradas algo cerca de él.

—Ah, hola. ¿Qué se les ofrece, niñas?

—Ramón-kun, de casualidad...

—Esto no tiene sentido Rin—interrumpió Neru, lanzando un par de miradas hostiles hacia el boxeador—¿Qué va a saber él?

—No me interrumpas. Yo sé lo que hago, ejem. ¿No has visto a Miku últimamente?

—B-bueno, la vi esta mañana. ¿Por qué?

—No se presentó a ensayar hoy, de hecho ya van varios días que no lo hace. Nuestra próxima gira es en unos días y necesitamos ensayar todo lo que podamos.

—¿De verdad? No pus que raro. Ella siempre me dice que se va a ensayar.

—Me pregunto—volvió a interrumpir la rubia de una sola coleta—¿Qué tienes tú que ver con Miku?

—Somos buenos amigos, supongo...

—Imposible, nosotras somos sus compañeras de trabajo y sus amigas y no sabemos dónde está.

—Fuimos a su departamento, pero no nos abrió la puerta—interrumpió esta vez Rin, colocando su mano en el hombro de su compañera.

—Se los juro por mi abuelita que ella me dice que si va a ensayar.

—¿Crees que puedas llevarnos? Estamos preocupadas.

Ramón observó a ambas chicas y tragó saliva.

—Está bien... Supongo que está bien...

Durante todo el trayecto hacia el departamento de Miku, Ramón sintió la mirada de Neru quemándole la nuca, como si pudiera disparar rayos láser, y estos, se intensificaron todavía más, cuando notó que el boxeador sacaba un juego de llaves con el que podía abrir fácilmente la puerta.

—El manager me las dio por si llegaba a ocurrir algo. Vivo bastante cerca, supongo que fue por eso—se excusó Ramón, sintiendo que la rubia estaba a punto de saltarle al cuello, como una fiera.

Aun así, la puerta se abrió y se encontraron con el departamento en silencio.

—¿Habrá salido?—preguntó Rin.

—No lo creo—dijo Neru, señalando los zapatos en la entrada.

El grupo se adentró en el departamento y se separó. Rin fue hacia la cocina, y Neru se adentró en la habitación rápidamente.

Hatsune Miku x Don Ramón - Duele el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora