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    Después de un arduo entrenamiento y su respectiva ducha, Ramón salió disparado del gimnasio con el papel que le dio Miku en la mano. Lo revisó varias veces, pero solo podía entender el horario, ya que los números son lo mismo, pero las letras no las conocía... ¿O tal vez era el número de los asientos? ¿El número del lugar, como las casas en México?

Confundido, guardó de nuevo el papel en su bolsillo y siguió corriendo.

Las palabras ya le eran fáciles de entender, pero los kanjis, eran realmente complicados. Miku se encargaba de ponerlos en palabras la mayoría de las veces, pero ahora, ocupaba leerlos para poder encontrarla.

Desesperado, se llevó las manos a la cabeza y observó las calles, como un idiota, mientras el sol comenzaba a bajar en el horizonte.

—Me lleva el chanfle. Donde demonios se encuentra ese... condenado lugar...

—Oye...

Ramón escuchó una voz detrás de él, por lo que se giró rápidamente. De pie a algunos pasos, se encontraba aquel chico con el que había peleado ya hace tiempo, también era con el que Miku hablaba de vez en cuando. Una ráfaga de celos recorrió su mente.

—¿Qué quieres?—contestó Ramón con voz áspera.

—Pareces perdido...

—¿Quién, yo? Para nada... Bueno, tal vez un poquito...

El chico lo observó con el mismo recelo que Ramón demostraba hacia él.

—¿Qué es lo que buscas?—Ramon titubeó un poco, pero sin más opciones, entregó el papel al japonés. Este lo leyó y su semblante se ensombreció—Un pase VIP ¿Quién te dio esto?

—Miku... Me lo dio ayer...

—¿Ayer? ¿Cuándo desapareció? ¿Estaba contigo?

—¿Bueno y a ti que te importa? No podíamos usar el gimnasio y ella no ensayó. Pasamos el día juntos...

El entrecejo del japonés se frunció en una mueca algo hostil.

—¿Qué relación tienes con ella? ¿O a qué quieres llegar?

—Solo somos amigos, ¿sí? Quiero llegar a ver su concierto, ya que ella me invitó. Dime pa donde voy o lárgate...

El japonés se llevó una mano a la frente mientras analizaba el boleto. Después, miró a Ramón y la tensión en el aire comenzó a hacerse palpable, casi como si se pudiera cortar con unas tijeras.

—Te advierto—dijo mientras regresaba violentamente el boleto a Ramón— que si intentas propasarte con ella, te la verás conmigo. Las Idols no pueden tener ningún tipo de relaciones...

—¿Y tú quién te crees pa decirme que es lo que puedo o no hacer? Si Miku quiere hablarme pus que me hable...

El japonés refunfuñó.

—Mira, a Miku le agradas más de lo que debería. Se supone que los apadrinados de mi tío no se deberían de juntar, pero Miku es...especial, la joven joya de la corona, la que más dinero produce... Una niña mimada a la que se le permite mucho... Si mi tío se llega a enterar de que se van juntos y todo eso, no sé qué pueda hacer...

Un escalofrío recorrió la espalda de Ramón. Sintió que toda su carrera se podía desmoronar en segundos si seguía comportándose hostil con él, pero antes de que su boca se abriera, el japonés reanudó su diálogo.

—Entonces recuerda, nada de acercarte a Miku... No con otras intenciones, ¿me comprendes?

Ramón no respondió, por lo que, resignado, el japonés señaló hacia la izquierda.

Hatsune Miku x Don Ramón - Duele el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora