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    Cuando la campana sonó para terminar el round, Ramón se dejó caer agotado en su esquina del ring, donde uno de sus compañeros le acercó un poco de agua y una toalla, con la que limpiaron su rostro, retirando los ríos de sudor y sangre que comenzaban cegarlo. Escupió en una cubeta, y observó a su rival, otro extranjero, asiático pero no japonés, y pensó en derrotarlo en el siguiente round para poder volver pronto a casa, donde Miku lo esperaría después de su presentación.

Ramon sabía que el manager estaba al tanto de los rumores, y organizaba todo con tal de dejarles a los tortolitos el menor tiempo posible para estar juntos, pero las noches, eran de ellos. Jóvenes y llenos de energía, apenas dormían y no parecía afectar en su rendimiento, ni en su relación.

Cuando Ramón se puso de nuevo de pie, golpeó sus guantes un par de veces para amedrentar a su oponente, y se arrojó con furia sobre él.

La pelea terminó dos rounds después, cuando el pobre pugilista cayó sobre las cuerdas y su cuerpo se negó a levantarse. Mientras el referí alzaba la mano victoriosa del mexicano, este observaba a su pobre contrincante tenderse en la lona, mientras los médicos lo examinaban, preocupados. Un escalofrío recorrió su espalda y pensó en todas las posibilidades de terminar mal en una pelea. Podía quedar mal de la cabeza o algo peor, y la imagen de Miku sufriendo por él, no le pareció muy agradable.

Una mano pesada y de gruesos dedos, le dio una palmada sobre su piel sudorosa y lo sacó de sus pensamientos. El manager japonés lo acompañaba a cada una de las peleas y se sentía verdaderamente orgulloso de poder darle aquellas oportunidades al "Puño mexicano". Él, también alzó la mano de su campeón y lo obligó a girar para que no viera al contrincante apenas consciente.

Un par de horas después, ambos hombres salieron al estacionamiento, donde el japonés de las camisas extrañas los esperaba en un auto diferente al habitual. Todos permanecieron en silencio, mientras el motor encendía y las llantas comenzaban a girar, pero de repente, el vehículo dio un frenon, y el manager, enfurecido, se dirigió a su conductor.

—¿Qué crees que haces, inútil? ¡Avanza...!

—No puedo hacer eso—dijo señalando a una figura que, entre las sombras, era apenas perceptible.

—¿Quién demonios es ese?—agregó Ramon, desesperado por regresar a casa.

Ambos bajaron del vehículo con la intención de amedrentar al extraño, pero cuando los faros del auto lo iluminaron, encontraron que el extraño, no era más que el gran campeón de todo Japón.

—Fue una muy buena pelea, pero me di cuenta de algo. Careces por completo de técnica, solo te avientas como un animal rabioso, pura furia...

—¿Que no tengo técnica?—el rostro de Ramón se contorsionó en una mueca—Ahorita te doy unos para que veas que buena es mi técnica...

—Me gustaría ver eso...

—Ramon—el manager puso su mano sobre su pecho, para detenerlo—Solo trata de provocarte...

—Y lo está logrando—luego se dirigió hacia el campeón—. Ahorita te vuelvo a romper la nariz, nada más deja que te alcance...

—¡Ramón!—volvió a interrumpir el manager, tomándolo del cuello de su playera para acercarlo hacia él— Llevo rato tratando de mantenerlos lejos, no estás a su nivel...

—Siempre tienen que defenderte. Sabía que eras un cobarde, don Tacos.

—¡Cobarde tu abuela! Yo estaría muy contento de rajarte toda la cara...

—Vamos a pelear esta noche, entonces. A ver si es cierta la fama de los boxeadores mexicanos...

—Acepto...

Hatsune Miku x Don Ramón - Duele el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora